La puñetera procrastinación.

P: ¡Hola, Joan! Me encantaría ser capaz de procrastinar menos. ¿Te pasa a ti? ¿Tienes algún consejo o truco?

R: ¡Hola! Gracias por tu pregunta. Procrastinar significa aplazar. Dejar de hacer lo que es debido hacer para hacer otra cosa, normalmente mucho menos importante. O sin ninguna importancia.

Voy a contarte, punto por punto, cómo lo hago yo para no procrastinar.

    1. Me organizo muy bien. Tengo en mi agenda prácticamente todo lo que tengo que hacer en un día. Incluso los momentos para hacer un poco más el tonto en internet.
    2. Priorizo. Pongo las cosas que me resulta importante hacer en los momentos en los que sé que tendré más energía y menos estrés.
    3. No me exploto. La mayoría de personas procrastinan cuando están cansadas o se ven superadas por todo lo que tienen que hacer. Si se evita llegar a ese punto, el riesgo de procrastinar se reduce mucho.
    4. Elimino tentaciones. Saco el teléfono de mi despacho cuando tengo que trabajar y mi ordenador tiene casi todo bloqueado excepto las webs y programas que uso para trabajar.
    5. Hago descansos frecuentes. Ya no tengo 20 años. Pero, por suerte, tampoco tengo la mente inexperta que tenía a los 20 años. Ahora, sé y acepto que debo ir haciendo descansos para poder rendir como es debido después. Si no descansase, acabaría procrastinando.
    6. No me sobrevaloro. Sé que hay gente muy capaz diseñando muchas cosas que sirven para atraparte ya sea en la televisión, en rede sociales, etc. Si me creo que soy capaz de ganarles en su terreno, estoy perdido. Porque estos cabrones hacen muy bien su trabajo. Piénsalo. Lo que hago es intentar no pisar su terreno. Directamente. Conozco mis limitaciones y las pongo a mi favor, nunca en mi contra.
    7. Intento dar ejemplo. Si mis hijos me ven procrastinar, ellos procrastinarán. Y no quiero dar ese ejemplo. Este punto quizá sólo te sirva si eres madre. Pero tenía que ponerlo. 😉

Espero que te hayan ayudado estos consejos.

FUERZA Y PAZ.

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3 motivos para leer.

P: ¡Buenos días Joan! Tengo curiosidad por saber qué te empuja a leer tantos libros. Tiene que haber motivos muy buenos tras ello. ¿Nos los puedes desvelar? Quizá nos sirva a muchos para hacer ese «click». Muchísimas gracias!!!

R: ¡Hola! Gracias por participar y traer este tema aquí. Si de este correo nace, aunque sea, un nuevo lector más… ya habrá valido la pena hacerlo.

Bueno, en primer lugar tengo que decir que, ahora mismo y desde hace mucho, no necesito de motivos para leer. Leo porque adoro leer. Leo como otro juega a videojuegos, mira series en la tele, juega a pádel o monta puzzles. No tengo un mérito especial. Me encanta leer y lo hago sin esfuerzo.

Pero si viajo atrás en el tiempo, en el momento en el que empecé a dedicarme a los libros en serio, sí recuerdo los motivos que me llevaron a asentar el hábito. Eran más de tres, pero creo que los que más me pesaron son estos:

1- La sed de conocimientos- Quería saber cosas. Quería tener más conocimientos. Y tenerlos sobre todas aquellas cosas por las que sentía un interés o una curiosidad. Quería saber más de filosofía, de teología, de apologética, de historia, de dinero, de negocios, de literatura clásica y contemporánea, etc.

Pensé: «si me leo un libro a la semana, en 5 años habré leído 260 libros. Por cojones tengo que aprender algo por el camino». Y mira tú, resultó ser más que cierto. A día de hoy, habiendo multiplicado esa cifra por 7, el conocimiento adquirido ha hecho una diferencia abismal en mi vida.

2- Aumentar mi vocabulario- Quería aprender más palabras y quería aprender, también, a usarlas debidamente. Mi lógica era: «pienso en palabras, si tengo más palabras para pensar, pensaré mejor». Y no me equivocaba.

3- Escribir mejor- No te diré que siempre haya querido ser escritor, porque te mentiría, pero sí es algo que me propuse conseguir hace mucho tiempo. En concreto unos 10 años antes de publicar mi primer libro «Nunca renuncies a ser feliz» con Penguin Random House.

Me dije a mí mismo: «si escribo mucho y leo mucho, escribiré cada vez mejor. Y si llego a escribir muy bien, alguien me pedirá que escriba un libro». No fallé en la predicción. Hasta 4 editoriales vinieron a buscarme antes de decantarme por Penguin.

Ahora te toca a ti.

¿Tienes buenos motivos para adquirir el hábito de la lectura?
¿Cuáles podrían ser buenos motivos para ti para empezar ya?
¿Qué te gustaría conseguir a través de la lectura?

Yo, para terminar, lo único que puedo decirte es que pocas cosas merecen tanto la pena como la lectura. Y, que sin los libros, hoy yo no estaría aquí y tú no estarías leyendo este correo. Punto.

Un abrazo.

FUERZA Y PAZ.

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3 consejos para ahorrar.

P: ¡Hola Joan! Tengo dos preguntas relacionadas con el dinero. La primera es si en tu mentoría grupal hablas sobre dinero y ahorro. Y la segunda es, por si acaso, precisamente sobre eso: ¿en qué debo fijarme para poder ahorrar más? ¡¡Muchísimas gracias!!

R: ¡Hola!

Respondiendo a tu primera pregunta: SÍ. En la mentoría grupal hablo, entre otras cosas, sobre dinero y ahorro. Seguro. Y no porque tenga pensado un discurso sobre ello ni nada así sino porque siempre hay alguien que pregunta sobre el tema. El dinero es, para muchos, la preocupación número 1 de sus vidas, igual que lo fue para mí durante muchísimos años.

Y con respecto a la segunda pregunta voy a ser muy directo y te mostraré cuáles son los 3 aspectos donde más dinero se deja de ahorrar.  Los 3 campos donde uno puede tener más margen para acumular un ahorro considerable al año.

Si haces las cosas bien aquí, al final del año podrías ahorrar miles de euros. Miles.

1- La cesta de la compra. Sé que todo está cada vez más caro pero… también sé que en España la mayoría de las personas compran fatal. Y lo sé porque yo hacía lo mismo tiempo atrás. Hasta que aprendí a comprar.

¿Y por qué es tan importante esto? Por la repetición. Una familia estándar va a hacer la compra una vez a la semana. Esto quiere decir que tenemos al menos 52 ocasiones para ahorrar. Si uno es capaz de tomar mejores decisiones cada vez que va a hacer la compra es realmente sencillo ahorrar 5 euros de una compra típica de 70/100 euros. Eso son 260 euros al año. ¿Te parece poco? Con eso pagas casi el seguro del coche. Y el margen puede ser mucho mayor. En muchos casos el ahorro por compra puede llegar tranquilamente a los 15 o 20 euros. Eso son más de 1000 euros al año de ahorro.

Aprender a leer bien los precios. No dejarse seducir por las ofertas (normalmente se ofertan los productos caros, de forma que ni en oferta son baratos). Comprar pensando en el precio/kilo o precio/litro. Hacer una buena lista de la compra antes. No coger la puta chocolatina junto a la caja, etc. Esto son pequeños gestos que, al final del año suponen un ahorro increíble.

2. Comer fuera y pedir comida para llevar. No tiene nada de malo comer fuera o pedir comida para llevar… siempre que esté dentro de los posibles de una persona dada. Hace poco tuve un cliente con el que trabajamos su economía personal. Vivía con su novia y no tenían hijos. Él ganaba unos 1600 y su pareja 1300. 2900 en total. Una vez analizados los gastos descubrimos que gastaban al mes en cenas, cafés, comidas, menús del día, palomitas del cine, comida para llevar y alcohol cuando salían de fiesta la friolera de 650 euros. ¿Te parece mucho? Piénsalo bien. Eso son 325 por cabeza, entre 4 semanas que tiene un mes dan un total de 81,25 euros a la semana.

Yo cuando salía de fiesta gastaba mínimo 100. Sólo de fiesta. Súmale a eso todo lo demás y verás que 81 euros a la semana suena hasta a poco.

Bien, pues 650 euros suponía casi el 23% de sus ingresos mensuales totales. De locos. ¿Te imaginas que una persona que ganase un millón de euros al mes se gastase 230000 euros en estas cosas? Le tacharíamos de irresponsable.

Mi consejo general es que la partida presupuestaria para esto no debería pasar nunca del 5/8%.

En el caso de mi cliente cortamos esos 650 euros hasta los 225, que ya está bien. Así que comenzaron a ahorrar 425 euros cada mes. Eso son 5100 euros al año.

3. Regalos. ¿A quién no le gusta hacer regalos? A mí me encanta. Y me gusta más hacer regalos que recibirlos. Así que imagínate.

Con los regalos pasa una cosa muy relevante: que se suelen hacer una o dos veces al año. Así, es un gasto que no se relativiza ni se convierte en «cuota mensual», pero deberíamos. ¿Has calculado nunca cuánto gastas en regalos al año? Igual te caes de culo.

Para que te hagas una idea lo que yo suelo ver cuando analizo la economía de mis clientes son 4 cifras. Al menos 1000 euros al año en regalos. Eso supone casi una cuota de 100 euros al mes. Y he llegado a ver burradas mucho mayores. Ni lo creerías. En varias ocasiones he visto llegar a las 5 cifras. De locos.

Es bonito hacer regalos, pero más bonito es hacer los regalos que se puedan dentro de un presupuesto prefijado de antemano dentro del encaje de una economía personal anual.  Como mucho el 5% de los ingresos anuales. Echa cuentas. Y lo ideal para mí es un 2 o un 3%. Además, eso quizá nos llevaría a hacer mejores regalos, más esforzados, con más significado…

Esto es todo. Hay muchas más cosas como por ejemplo las suscripciones, préstamos, ropa, etc. Pero con estas 3 cualquiera puede ponerse manos a la obra desde hoy. Ya.

Y si se atacan las 3 a la vez el ahorro puede llegar a ser alucinante.

Espero que te sirva y ayude.

Fuerza y paz.

Pd: Aquí tienes toda la información sobre mi MENTORÍA GRUPAL. 

¿Cómo ser más valiente?

P: Buenos días Joan! ¿Cómo puedo dejar mi cobardía atrás? Quiero convertirme en alguien valiente, y cuanto antes! ¿Puedes ayudarme? ¿Qué harías tú si quisieses ser valiente de nuevo? ¡Muchísimas gracias!

R: Sé perfectamente lo que haría porque, de hecho, lo hice en el pasado.

Lo que yo hice, te recomiendo hacer y he hecho con cientos de clientes. PORQUE ESTO VA DE HACER, porque uno NO NACE valiente, uno SE HACE valiente.

Aquí tienes:

1- Haz una lista con todas las cosas que te da miedo hacer pero querrías poder ser capaz de hacer. Lo que sea. Desde declararte al amor de tu vida hasta decirle al panadero que no te gusta cómo te habla y quieres que a partir de ahora te trate con más respeto. Lo que sea.

2- Ponle una calificación a cada cosa del 1 al 5 en cuanto a su dificultad teniendo en cuenta el miedo que te provoca. 1 sería un «me da miedo pero menos que todo lo demás» y 5 sería un «me cago en los pantalones solamente de pensarlo».

3- Cuando lo tengas, una por una, comienza a hacer las cosas que te dan miedo del grupo de dificultad 1. Luego, el 2, etc.

Si te comprometes con esta tarea, con la lista, para cuando llegues al grupo de acciones de dificultad 3, ya habrás aumentado tu valentía de forma que ahora no puedes ni imaginar. Entonces, ir a por las de dificultad 4 y 5 no te costará apenas.

Lo más difícil está al principio. Te costará más empezar con las del grupo de dificultad 1 o pasar al 2 que pasar del 4 al 5. Sin duda alguna.

Fuerza y paz.

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3 trucos para no estar de mal humor.

P: Hola Joan, llevo una temporada de muy mal humor, como amargado. ¿Puedes darme algunos consejos o trucos para mejorarlo? Las personas a mi alrededor están empezando a enfadarse conmigo por esto… Muchas gracias por todo lo que haces.

R: Hola amigo, gracias por tus palabras.

A ver, de mi chistera salen muchos trucos, pero tienes que ser consciente, en primer lugar, que poner parches a una rueda que ha tenido un reventón no sirve de nada.

Así que el primer consejo o truco que puedo darte es que busques qué es lo que ahora mismo te está avinagrando el carácter. Seguro que hay algo. Y, cuando lo encuentres, ponle remedio o de lo contrario el proceso seguirá su curso y cada vez estarás peor. Los procesos internos con una causa raíz no suelen arreglarse solos. Es más, suelen ir a peor.

El segundo truco (y esto ya es un truco en sí) es que planifiques y hagas cosas que te gusta hacer todos los días. No es necesario que sean supertrascendentales. ¿Te gusta el cine? Mira una peli cada día. ¿Te gusta leer cómics? Léelos a diario. ¿Te gusta hacer ganchillo? Reserva un rato cada día para hacerlo. ¿Te gusta dar paseos lejos de la ciudad? Hazlo una prioridad. Lo que yo he observado es que las personas hacen muchas más cosas que les desagradan que cosas que les agradan. En esa circunstancia, ¿Cómo no sentirse amargado?

El tercer truco es limitarse mucho el consumo tanto de redes como de noticias. Lo tengo claro, ¿quieres ponerte de mala hostia? Mira las noticias o lee los periódicos. ¿Quieres amargarte el día? Date una buena vuelta por Twitter.

Aquí hay dos soluciones para esto:
1- Depurar mucho lo que se lee en redes sociales. Es decir, hacer una buena limpieza y seguir sólo cuentas que te aporten únicamente cosas buenas.
O 2- No consumirlas en absoluto.

Creo que no estamos preparados ni hechos para recibir tantísimos estímulos mentales informativos. Así que lo mejor es aprender a establecer unos auto-límites que nos protejan de la inconsciencia. ¿No controlas las redes? Pues límpialas o quítatelas. ¿No te controlas con el bote de galletas de casa? Tíralas y no compres más.

Ahora ya tienes herramientas.
Que las uses ya depende de ti.

Fuerza y paz.

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3 consejos para empezar de cero.

P: Buenas Joan. Te cuento rápidamente: Noto que me he montado la vida fatal y sólo veo una salida en comenzarla de cero, o casi de cero. Sé que es una cuestión muy amplia y grande pero… ¿tienes alguno de tus sabios consejos por ahí? Muchísimas gracias Joan, para mí eres el mejor. Y ya está.

R: ¡Muchas gracias por tus palabras! Lo hago lo mejor que puedo para ayudaros.

Ya respondiendo a tu pregunta: yo he tenido que comenzar de cero no una sino varias veces en la vida. Así que sí puedo decirte unas cuantas cosas al respecto. De hecho voy a intentar darte 3 consejos efectivos para poder volver a empezar una vida de nuevo con buen pie.

Vamos allá:

1er consejo: Mira si se puede salvar algo de tu anterior vida y llévatelo a la siguiente. Porque mira… ni la persona más torpe del mundo se equivoca todo el tiempo así que seguro que hay algo de la vida que quieres dejar atrás que NO CONVIENE QUE SE QUEDE ATRÁS.

En mi caso, conservé un par de amigos de todos los que tenía. Conservé el hábito de entrenar y el hábito de dar paseos a diario. De lo otro no recuerdo nada más. Cambié, en su momento, de coche, de trabajo, de pareja, de casa, de hobbies, de compañías, de lugares a los que ir y hasta cambié mi forma de vestir. Imagínate. Pero lo bueno de una vida tiene que venir con nosotros a la siguiente, por mucho que deseemos romper con el pasado.

2º consejo: Analiza los errores que te han llevado a esta situación. Al menos si no quieres llevártelos a tu nueva vida, lo cual sería terrible. ¿Qué te ha traído hasta este punto? ¿Las malas compañías? ¿Una mala pareja? ¿Una mala gestión económica? ¿La cobardía? ¿La falta de valores y principios? Piénsalo y descubre al culpable en ti.

Si vas a meter la pata en tu siguiente vida al menos que sean meteduras de pata nuevas, no repetidas.

3er consejo: Diseña cómo quieres que sea tu vida en cuanto a sus mínimos. Aplicando conceptos de márketing piensa en «la vida mínima viable». Vamos, el mínimo de lo que sería una vida que realmente te resultase satisfactoria. Luego, desde ahí ya puedes añadir y soñar lo que quieras.

Tras esto dibuja tus líneas rojas (o principios). Es decir, aquellos escenarios, circunstancias o situaciones por las que no estás dispuesta a pasar bajo ningún concepto. Estas líneas, seguramente, estén basadas en el punto 2, en las cosas que has hecho mal o te han hecho mal en la vida.

Por ejemplo: «No saldré con personas sin empatía» o «Ahorraré siempre al menos el 10% de lo que gane» o «Seré muy selectiva con mis amistades» o «Cuidaré mejor de mis buenos amigos» o «Pediré ayuda siempre que la necesite y ayudaré a los demás».

Y cuando lo tengas, confía en el proceso. En el camino.
Luego, tras un tiempo, analiza, recalibra y reajusta. Y así, hasta que ganes.

Hay muchos más consejos que dar a alguien que quiere re-comenzar su vida de nuevo pero con estos 3 ya da como para atreverse con los primeros pasos.

Te deseo lo mejor. Seguro que tu pregunta ayuda a muchas personas. Gracias.

UN ABRAZO.

**EJERCICIOS RECOMENDADOS.
RESPONDE POR ESCRITO O MENTALMENTE A ESTAS CUESTIONES:

    1. ¿Cuáles son las 3 cosas que haces y que más impacto positivo tienen en tu vida?
    2. ¿Cuáles son las 3 cosas que haces y que más impacto negativo tienen en tu vida?

Fuerza y paz.

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¿Son importantes los hábitos?

P: ¡Buenos días Joan! ¡Espero que mi pregunta sea seleccionada algún día! Voy al grano: ahora parece que todo gira en torno a los hábitos. No paro de ver a gente escribir y hablar sobre ello. A la vista está el tremendo éxito de ventas de «Hábitos Atómicos», de James Clear. Y yo no sé si esto es una moda o si es tan importante como parece. ¿Tú qué piensas sobre este tema? Siempre hablas con mucho sentido común y buscando la verdad, me interesa mucho tu opinión sobre esto.

R: ¡Muchas gracias por tu pregunta! La agradezco porque llevo semanas reflexionando mucho sobre esto y me servirá escribir al respecto.

Pues mira, creo que he leído todos los libros más relevantes sobre este tema. Desde el que mencionas de Clear hasta el famoso «El poder de los hábitos», de Duhigg pasando por otras obras como «High performance habits» o «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva». Y me sabe fatal decir que no he encontrado nada especialmente relevante en ninguno de estos libros. Sé que el de James Clear le ha encantado a la gente pero yo, personalmente, me llevé una decepción con él. Pero vamos, si a ti o a otros les sirve, pues a mí ya me va bien.

La cuestión es que llevo pensando estos últimos tiempos en que yo mismo respeto una serie de hábitos en mi vida. Y son hábitos que, sin duda alguna, repercuten enormemente en la calidad de mi día a día y en mi sensación de vivir bien y, por lo tanto, en mi sensación de felicidad y satisfacción vital. Así que mi primera conclusión es que… sí, los hábitos importan. Y por lo visto mucho.

Pero… he intentado retroceder en el tiempo hasta averiguar cómo se instauraron en mi vida esos hábitos. Y lo he hecho porque quería averiguar sin tenía buenos hábitos porque ya era feliz o si instauré buenos hábitos para ser feliz. Lo cual podría llevarnos a equívocos.

Y me encontré un poco una mezcla de ambas cosas.

Y en el caso contrario he descubierto algo similar. En las épocas más infelices de mi vida no había apenas rastro de buenos hábitos. Ahora bien… ¿Tenía malos hábitos porque era infeliz o fueron los malos hábitos los que me hicieron convertirme en alguien infeliz?

Pues un poco de ambas cosas.

Pero volviendo al momento donde los buenos hábitos empezaron a poblar mi existencia descubrí que casi todos ellos se instalaron en mi vida cuando DECIDÍ ser feliz y vivir una vida plena y bonita.

En el momento que tomé esa determinación surgió también en mí la necesidad de hacer cosas buenas para mí y para mi vida. Y ahí entraron los hábitos.

Me pregunté: «¿Qué me gustaría hacer todos los días de mi vida? ¿Qué cosas, de hacerlas a diario, harían de mi vida algo mejor?».

Y comencé.

Comencé a leer más aún, a escribir, a meditar, a pasear más y a consumir más arte. Y a hacerlo todos los días.

¿El resultado? Una vida que adoro. Que me encanta.

¿Sería mi vida peor sin esos hábitos? SÍ. Sin ninguna duda.

Así que, a la pregunta de si son importantes respondo que sí, muy importantes.

Pero tienen que elegirse con mucha inteligencia, personalidad e intención.

Cualquier hábito que se elija, en mi opinión, debe poder explicarse convincentemente en cada caso particular y debe poseer una capacidad enorme para impactar la vida de la persona en cuestión.

¿Hacer ejercicio? Sí, es genial pero… ¿qué ejercicio? ¿Cualquiera? ¿Uno efectivo o uno que te divierta?

¿Leer? Sí, es muy bonito pero… ¿leer qué? ¿Novela o ensayo? ¿Ambos? ¿Cuánto? ¿Cuándo? ¿Y si te aburre leer o no te gusta?

Espero que ya veas por dónde van los tiros.

Y, para terminar, lo más importante:
Si tomas la determinación de ser feliz te será más fácil descubrir qué hábitos imponer en tu vida. Porque los elegirás pensando: «¿qué hábitos me harán aún más feliz?».

Fuerza y paz.

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Nunca es tarde.

«Tengo 34 años, ya debería haber encontrado mi lugar en el mundo».

Jose me contrató para ayudarle a pensar mejor. Simplemente. Me dijo: «Estoy hecho un lío, me siento muy cansado y no pienso con claridad». Pero había algo más. Algo que se lo estaba comiendo vivo por dentro: Jose pensaba que ya llegaba tarde a la vida. Que, a sus 34 años, ya debería estar asentado tanto sentimental como profesionalmente.

—Joan, con 34 años para 35 ya debería haber encontrado mi lugar en el mundo.
—¿Quién dice eso?
—Pues…
—¿Tu padre?
—Mi madre.
—Me lo olía —le contesté.

Es muy común ver cómo generaciones pasadas, que vivieron en un mundo que hoy ya no existe, les explican a las nuevas generaciones cómo funciona el mundo.

—Eran otros tiempos, Jose. Otro mundo.
—Pero… ¿tan distinto era?
—Sí. Por ejemplo y para que te hagas una idea. Antes, en los ochenta y los noventa, los jóvenes se podían costear más fácilmente una casa o un alquiler. Se iban mucho antes de casa, recién superada la veintena. Eso les permitía comenzar antes una vida de adulto con plena responsabilidad de su vida y, normalmente y como dice tu madre, a los 34 ya tenían la vida prácticamente asentada en cuanto a trabajo, finanzas, vivienda, pareja e hijos. Ahora los jóvenes se emancipan a los 30 años de media. Una locura. Es normal que sientas que llegas tarde a la vida porque… realmente es tarde, pero no quiere decir que sea «demasiado» tarde.
—Si yo eso lo sé, Joan, y se lo digo a mi madre pero cuando lo hago me dice: «Excusas».
—Bueno, tu madre es tu madre y te querrá con locura pero no es perfecta. No tiene la razón sólo porque te quiere. En este caso, no tiene razón —le respondí.
—Ya… pero me afecta.
—¿Te afecta que te digan algo que no es cierto?
—Me afecta sentirme fracasado.
—¿Por qué te sientes así?
—Porque aún no sé lo que quiero hacer con mi vida definitivamente.
—Yo tampoco lo sé y no me siento un fracasado.

A Jose, en un milisegundo, se le salieron los ojos de sus órbitas.

—¿¿¿Cómo???
—Que yo aún no sé cómo configuraré mi vida definitivamente. No sé dónde viviré dentro de 10 años y, por ejemplo, no sé a qué dedicaré mi tiempo. No sé si haré sólo mentorías, o si sólo escribiré, o si pintaré cuadros o si haré cualquier otra cosa.
—Pensaba que lo tenías claro, Joan.
—Oh no, no tengo ni idea de lo que haré cuando tenga 50 años. Pueden pasar muchas cosas que no puedo imaginar. Igual a los 50 estoy escribiendo cuentos infantiles desde Islandia, ja, ja, ja.
—¿Y no te agobia eso?
—Para nada, intento ser feliz en cada etapa que va saliendo en mi vida e intento estar atento por si dejo de serlo y hay que cambiar algo. Ya está.
—¿Así vives tú?
—Sí. Doy todo lo que tengo, hago las cosas bien e intento ser feliz. Punto. ¿Lo haces tú?
—¿El qué?
—Darlo todo, hacer las cosas bien e intentar ser feliz.
—Menos lo último… sí.
—Jose, ¿qué puedes hacer para ser un poco más feliz?
—No escuchar a mi madre.
—Ja, ja, ja. No es eso exactamente pero vale, ¿algo más?
—Sí… no meterme tanta presión… y ser más amable conmigo mismo.
—Eso ya me suena mucho mejor… y recuerda: es mejor llegar tarde que nunca llegar.
—De acuerdo, Joan. Muchísimas gracias…

Jose me llamó al cabo de unas semanas. Me contó que se encontraba  mucho más relajado y que había dormido como nunca desde nuestra última sesión. Me dijo que iba a intentar encontrar su lugar en el mundo pero siempre intentando ser feliz durante el proceso. Con paciencia. Estando siempre dispuesto a cambiar y empezar de cero cuando fuese necesario.

Porque el camino puede ser tan satisfactorio como el destino. No lo olvides.

Fuerza y paz.

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Salir de la zona de confort. ¿Sí o no?

P: Quiero preguntarte por todo el tema de «la zona de confort». A mí me gusta mucho mi rutina y mi día a día y de tanto oír hablar de la zona de confort ya me siento hasta mal por vivir así. ¿Puedes arrojarme un poco de luz al respecto?

R: Entiendo las dudas, la confusión e incluso que te contraríes con este tema. No se para de decir que hay que salir sí o sí de la zona de confort, así pues, cualquiera que tenga una rutina y que no atienda esta sugerencia o consejo sentirá que se está perdiendo algo. Y yo creo que no es así.


En primer lugar, creo que todos, en el fondo, aspiramos a una bonita zona de confort. Es decir: a configurarnos la vida tal y como deseamos. Una vida sencilla, apacible, tranquila y ciertamente cómoda. Por ejemplo, mi zona de confort está en una cabañita en el quinto moño, rodeado de naturaleza, libros y un ordenador desde donde escribir libros. Fin. Ahí, cuando llegue ese momento, que otro se quede con mis aventuras fuera de la zona de confort. Pero… pero… pero… lo más probable es que para llegar a esa vida ideal tenga que salir muchas veces de mi zona de confort. Como he hecho innumerables veces en mi vida.

Por ejemplo, salí de mi zona de confort cuando publiqué mi libro «Nunca renuncies a ser feliz», pues tuve que meterme en la dinámica de trabajo en equipo con la editorial, cosa que me provoca una gran incomodidad.

Otro ejemplo más rutinario, salgo de mi zona de confort cada vez que intento un escrito que aún no domino o que es nuevo para mí. Porque yo ya sé lo que soy capaz de escribir pero no lo que aún no soy capaz de escribir. Y, joder, quiero descubrirlo.

Uno más, salgo de mi zona de confort cada vez que hago un vídeo para mi canal de YouTube. Porque no tengo mucho rato para grabar a diario y no puedo permitirme fallar. Así queme someto a esa presión cada día.

Pero… ¿Cómo saber cuándo toca salir de la zona de confort?
En los párrafos anteriores está la clave:

ES NECESARIO SALIR DE LA ZONA DE CONFORT SIEMPRE QUE PODAMOS SACAR UN BENEFICIO GRANDE E IMPORTANTE PARA NUESTRA VIDA.

Por eso no le veo mucha necesidad a eso de salir de la zona de confort cuando tienes una vida que te llena al 100% y libre de sobresaltos.

Otra cosa es que, en momentos puntuales, incluso la vida más cómoda puede torcerse un poco. Una discusión con tu pareja, un hijo con problemas en el cole, una mala racha económica, el euríbor que sube hasta el ático, una pierna rota, un compañero de trabajo tocapelotas, una madre acaparadora o un padre que sigue juzgándote. En todos estos casos, para dar solución al problema o para al menos mitigarlo, tendremos que llevar a cabo medidas a las que estamos poco acostumbrados. Ahí, saldremos de la zona de confort. Y bien que haremos. Porque no hacerlo supondría darle la espalda al problema, y cuando le das la espalda a un problema este te parte una silla en el cogote.

En resumen: Para mí, en la zona de confort se está de coña y sólo merece la pena salir cuando la situación (un problema) nos obliga a ello o cuando podemos sacar un beneficio muy grande al hacerlo.

EJERCICIO:
Responde a estas preguntas y actúa en consecuencia:

    1. ¿Hay ahora alguna situación en la que te convendría realmente salir de tu zona de confort?
    2. ¿Qué podrías ganar si salieses de tu zona de confort?
    3. ¿Y qué podrías perder?
    4. Entonces, ¿te vale la pena salir de tu zona de confort o no?
    5. ¿Y qué piensas hacer? ¿Y cuándo?

Espero que te haya gustado, servido y ayudado.
Compártelo con quien consideres.

Fuerza y paz.

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Breve historia de un rechazo.

Joven me contacta. Lo llamaremos Jaimito. Lleva un año en un nuevo puesto de trabajo. En unas oficinas como informático. Me dice que está enamoradísimo de una de las chicas de recepción. Hasta el día que habla conmigo sólo han hablado para decirse «holaquétal». Ella está soltera.

—¿Qué hago? —pregunta Jaimito.
—Pues invítala a tomar un café o algo, hombre —le contesto.

Jaimito le hecha dos bemoles y lo hace. Premio. Le dice que sí. Quedan para ir a tomar unas birras en lugar de café. Han quedado para el siguiente viernes. Esto se pone serio. Parece que le gusta.

—¿Y de qué le hablo? ¿Cómo me muestro?
—Sé tú mismo. No escondas nada de ti. Sé sincero y honesto. Vístete como te gusta, habla como es natural en ti, gesticula como sueles hacer, etc. Ya sabes.

El sábado a las nueva de la mañana, mi cliente me llama.

—¿Cómo fue? —le pregunto.
—No le he gustado, Joan. Y yo que pensaba que sí. Pues mira… fuimos a tomar un par de cañas. Todo bien, con risas y sin parar de hablar. Nos despedimos. Yo me fui flotando hasta casa pero nada más entrar veo un mensaje suyo.
—¿Y qué ponía?
—»No me caes mal pero creo que somos incompatibles. Gracias por las cañas. Te deseo mucha suerte».

Mi cliente, muy afectado una pila de días, ahora empieza a entender que lo que ha sucedido no es malo. Es bueno, sobre todo porque es necesario. Me explico:

  1. Ahora él puede pasar página. Se ha lanzado, se ha mostrado tal y como es y lo han rechazado. No ha engañado a nadie. Tampoco a él mismo. Cierra este capítulo.
  2. La otra chica ha podido conocer a Jaimito tal y como es y no le ha gustado. Ya no perderán más el tiempo con su breve historia.
  3. Jaimito ahora tiene una nueva oportunidad para encontrar a su persona ideal y la recepcionista también.

Pues para esto sirve mostrarse tal y como uno es: PARA QUE LAS COSAS SE ORDENEN COMO ES DEBIDO.

PARA QUE CADA UNO ACABE EN SU LUGAR NATURAL.

PARA QUE CADA UNO ACABE ACOMPAÑADO DE LAS PERSONAS PRECISAS.

PARA NO PERDER MÁS TIEMPO DETRÁS DE PERSONAS A LAS QUE, EN EL FONDO, NO GUSTAMOS.

Y PARA QUE ESTAS PERSONAS PUEDAN LIBERARSE DE NOSOTROS CUANTO ANTES.

Así que: la próxima vez que te dé miedo mostrarte tal y como eres piensa en la injusticia y el daño que te estás haciendo. A ti y a las demás personas.

Piensa que estás interfiriendo en la natural ordenación de las cosas.
Y también de las personas.

Mostrarse de forma honesta es, de hecho, UNA CUESTIÓN MORAL.

Piénsalo.

Un abrazo.

FUERZA Y PAZ.

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Insatisfacción – Dinero – Trabajo – Amigos

CONTEXTO

-Cliente usa la sesión para expresar una insatisfacción con la configuración actual de su vida.
-Intentamos descubrir qué la provoca y qué cambios podría hacer para cambiar la situación.

DIÁLOGO

—Joan, estoy muy frustrado.
—Ya te veo. ¿Qué hay tras esa frustración?
—No sé. Que no me gusta la vida que llevo ahora.
—Algo te gustará, ¿no?
—Pues no lo sé Joan.
—Piensa un poco. ¿Algo de lo que tienes ahora mismo en tu vida te parece bueno o que está bien así como está?

Mi cliente se lo piensa un poco. Mira al techo como esperando que la respuesta aparezca ahí escrita. Al cabo de unos minutos (sí, minutos) y sin mirarme responde al fin a la pregunta.

—Bueno, tengo salud. Tengo a mi novia, que es un cielo. Mis padres están bien. Tengo algunos hobbys también.
—Eso está muy bien. ¿Dedicas tiempo a esos hobbys?
—No mucho.
—Eso suena a “nada”.
—Es verdad. No dedico nada de tiempo a mis hobbys.
—Tenemos algo al menos. Una buena pareja, salud, buena relación con la familia y hobbys.
—Sí, eso me hace sentir hasta peor.
—¿El qué?
—Estar así teniendo esas cosas buenas.
—No te censures. Lo que es es lo que es. Ya llegaremos ahí. Ahora dime, ¿qué de lo que tienes ahora mismo en tu vida no es bueno o no está bien como está?
—El trabajo. El dinero. Los amigos.
—Son 3 obstáculos de los gordos, sí.
—Lo sé, los tratas en tu libro como 3 de los grandes obstáculos hacia la felicidad.
—Sí. ¿Qué pasa ahí?
—No me gusta mi trabajo. Quiero ganar más dinero. Quiero ver más a mis amigos.

En este momento saco 3 folios de debajo de mi escritorio. Uno para cada obstáculo. En un folio escribo en grande “DINERO”, en el otro “TRABAJO” y en el otro “AMIGOS”. Cojo el del dinero y un boli y me lo quedo mirando como esperando que me diga qué apuntar.

—No te sigo Joan.
—Estoy esperando a que me digas qué podemos hacer para mejorar tu situación económica.
—Ganar más dinero.
—¿Cuánto más?
—No sé.
—Pues estamos jodidos.
—Ay no sé, Joan. 300 euros más al mes.
—¿Seguro?
—Sí. Con eso notaría una diferencia que me llevaría a una especie de satisfacción.
—Bien. ¿Puedes ahorrar 150 euros al mes?
—Sí. Creo que sí.
—¿Y ganar 150 euros más?
—Hace tiempo que mi jefe me pide que haga horas extras a 15 euros la hora.
—Eso está muy bien, solo tendrías que hacer 10 horas más al mes.
—Sí, y él estaría contento.
—Bien. Pues ya tienes un plan que eliminará el problema del dinero, por ahora.
—Sí.
—Pero ahora dime… ¿eso te quitaría esa cara que llevas encima de los hombros?
—Pues no creo. Del todo al menos no.
—¿Por qué? ¿Tu trabajo no te gustaría más si no tuvieses problemas de dinero?¿No sería soportable cuanto menos?
—Quizá sí. Pero no me veo ahí toda la vida.
—Comprendo.

En ese momento, le entrego el folio del dinero con los puntos claves que hemos comentado y le pido que lo guarde. Justo después, saco el folio del trabajo.

—¿Qué podemos hacer con tu trabajo?
—Mandarlo a la mierda.
—No puedes. Eso agravaría el problema del dinero. Te taparías la cabeza pero te destaparías los pies. Y ya sabes que el frío sube por los pies. Luego llegan los constipados.
—¡Es que estoy encadenado a ese trabajo!
—Paparruchas.
—¿Qué hago pues?
—Espera que te escribo la receta en el folio: “Buscar trabajo y presentarme al menos a dos entrevistas al mes hasta que encuentre una opción mejor que la que tengo”.
—Hace mucho que no hago una entrevista ni entrego un currículum…
—¿Y qué?
—No sé si se me dará bien.
—La práctica hace la habilidad. Ya aprenderás ya cuando lleves 6 o 7 entrevistas.
—Supongo…
—¿Lo harás? No me hagas perder el tiempo. Si lo único que quieres es quejarte de tu situación lo mejor será que busques a algún colega con quien hacer eso. Si me lo cuentas a mí es para buscar soluciones. Acción. Agallas. Cambios. Riesgo. Incomodidad.
—De acuerdo. Lo haré.
—¿Lo prometes?
—Sí.
—Mira tío, lo que de verdad angustia es pensar que no tenemos opciones. Que lo que hoy tienes aquí y no te gusta será así para siempre o para muchos años.
—Completamente cierto.
—Pues te acabo de demostrar que eso puede cambiar. Pero tienes que hacer que suceda. Provocar que sea probable que el cambio llegue.
—Agitar el avispero, como dices tú siempre.
—Exacto.
—Lo haré Joan. Prometido.

Le entrego el folio del trabajo y pasamos al folio de los amigos.

—¿Qué sucede con tus amigos?
—Que no los veo apenas.
—¿Por qué?
—Porque no coincidimos.
—Esa frase es un eufemismo.
—Vale, porque no los llamo para quedar y ellos tampoco a mí.
—Pues llámalos tú.
—¿Por qué yo?
—Porque te tengo a ti delante, no a ellos.
—¿Y si no quieren quedar?
—No lo sabremos si no los llamas.
—Ya, pero… ¿y si no quieren quedar?
—Pues ya no podrás llamarlos amigos.
—Puede pasar… hace tiempo que no cuido mis amistades.
—Podrías empezar por ahí.
—¿Por dónde?
—Por un “hace tiempo que no te llamo, lamento haber descuidado nuestra amistado, lo siento de verdad. Me gustaría verte para tomar un café cuando tú digas”.
—No sé si mi orgullo me dejará hacer eso…
—Uno elige hacerse amigo de su orgullo o hacerse amigo de la felicidad. Si tu elección es esa puedes romper los 3 folios y marcharte ahora mismo porque significará que no puedo ayudarte con lo que me pides.
—No, no. Está bien Joan, lo haré.

El cliente está a punto de llorar mientras dice “he desatendido demasiadas cosas importantes en mi vida que me daban mucho…”.

—¿Algo más Joan?
—Sí, esto te va a llevar un tiempo. Corto o largo no lo sé. Es importante que empieces a hacerte amigo de ti mismo de nuevo. Debes retomar tus hobbys. Urgentemente. No podemos cambiar de trabajo en un día, ganar más dinero en un día ni recuperar a tus amigos en un día pero sí puedes reencontrarte o al menos empezar a hacerlo hoy mismo, pues de todo lo que hemos tratado hoy ESO ES LO ÚNICO QUE DEPENDE ABSOLUTAMENTE DE TI. ¿Me has entendido?
—Tienes toda la razón. Te juro que me pondré ya con mis hobbys. Esta misma tarde.
—Hoy y todos los días. Estrecha el lazo contigo. Al máximo. Cuando llueva fuera, encuentra un refugio en ti.
—“Un refugio en mí…”
—Retén eso.

Mi cliente se seca las lágrimas y me pide un abrazo. Se va con los ojos hinchados pero sonriendo. Ahora ya tiene un mapa. Recorrerlo y dar con los tesoros ya es cosa suya.

Espero que te ayude o que te sirva para ayudar a otros.

FUERZA Y PAZ.

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¿Sólo se aprende a través de libros de ensayo?

Yo mismo dije una vez “yo solo leo ensayos, tengo mucho por aprender y no quiero perder el tiempo con novelas”.

Fue así durante mucho tiempo hasta que, irónicamente, leyendo uno de mis ensayos favoritos vi cómo el autor recomendaba multitud de novelas hasta el punto que parecía fuertemente influenciado por ellas. Entonces me lancé y aunque obviamente había leído algunas novelas en mi vida me dediqué a leer novelas y escritos de no-ficción como nunca antes… y Dios, cuánto aprendí.

Y cuánto sigo aprendiendo.

Ahora leo una novela, escrito de no-ficción, libro de historia o biografía por ensayo.

¿Y qué he ganado con el cambio? Todo esto:

  1. Escribo mejor. De no haber leído a Hemingway, Carver, King, Foster Wallace o a Chéjov no habría llegado jamás a escribir como escribo hoy. Simplemente no habría alcanzado el nivel necesario para plasmar mi filosofía en palabras.
  2. Más filosofía. Hay muchísima filosofía en libros que no son ensayos. Soy mejor filósofo y pensador después de leer a Dostoyevski, Tolstoi, McCarthy, Camus, Huxley, Kundera o Landero.
  3. Vocabulario. He ampliado tanto mi vocabulario leyendo obras que no son ensayos que puedo pensar y elaborar pensamientos con mucha más eficacia que antes. Recuerda que solo puedes pensar con las palabras y términos que conoces.
  4. Erudición. Mi nivel de erudición es, paradójicamente, mayor que cuando solo leía ensayos.
  5. Leo mejor los ensayos. Me cuesta mucho menos leer ensayos difíciles o antiguos gracias al punto 3.
  6. Historias. Las novelas tienen la magia de entregarte una idea, concepto o incluso una filosofía a través de una persona, un personaje. Y eso hace que se integre mucho mejor al personalizarlo y empatizar con él. El ensayo, al estar casi siempre despersonalizado no consigue este efecto.
  7. Una nueva pasión. Leer libros aparte de los ensayos te abre un universo nuevo de obras por leer. Y eso es una maravilla. Al fin y al cabo, seamos sinceros… los ensayos realmente excelentes escasean y es fácil para el lector intensivo dar pronto con un muro que le lleve al aburrimiento y la desidia. Si eso pasa, el lector dejará de serlo en muy poco tiempo.

Ahí lo tienes. Casi nada.

Dicho esto, espero haberte animado a leer otras obras. Te dejo aquí una serie de sugerencias por las que respondo personalmente con mi sangre como aval:

¡A LEER!

FUERZA Y PAZ.

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Paciencia y resultados.

Te voy a confesar un buen hábito que tengo cuando me encuentro en lugares y momentos donde no puedo aprovechar para leer como por ejemplo en la cola del súper:

      1. Saco el teléfono y abro la app de YouTube.
      2. Miro los vídeos que YouTube me recomienda (que la verdad suelen estar muy bien recomendados) y me dedico a guardar los que más me interesan para escucharlos después en el coche, dando un paseo o yendo a pie al trabajo o volviendo del mismo.

No miro más vídeos de YouTube que los que caen en este hábito. Y es uno de mis mejores hacks. Pruébalo.

Pues bien, llevo unas semanas escuchando diversas entrevistas en esta plataforma a personas de diferentes ámbitos que han conseguido labrarse un éxito brutal en su profesión desde cero. En concreto escuché a 4 de estos triunfadores. Uno de ellos tenía un canal en youtube de varias decenas de millones de suscriptores. Otro, tenía un blog que recibía cerca de medio millón de visitantes únicos AL DÍA. El penúltimo tenía un podcast con 100000 seguidores y la última persona, una joven, tenía una newsletter con más de medio millón de suscriptores.

LA LECHE.

Pero lo que más me llamó la atención de todos ellos no fue lo inteligentes o no que me parecieron. Tampoco es que fuesen pioneros en lo que hacían ni que lo hiciesen de una forma demasiado especial. No eran excepcionalmente brillantes. Tampoco estrafalarios ni que se dedicasen a llamar la atención sin más. Algunos de ellos no eran tan siquiera guapos o guapas.
No, lo que más me llamó la atención fue lo pacientes, constantes y perseverantes que fueron hasta alcanzar el éxito. Pero cuando digo que fueron pacientes, constantes y perseverantes es que quiero decir que lo fueron por encima de la concepción habitual del término.

El chaval de youtube empezó a tener ÉXITO con mayúsculas cuando llevaba 12 años en la plataforma.
El del blog llevaba desde 2009 con él.
El del podcast llevaba con su programa casi desde la creación de los portales para podcast.

La chica de la newsletter llevaba 7 años escribiendo 3 mails semanales SIN FALLO.

ESA ES LA CLASE DE PACIENCIA, CONSTANCIA Y PERSEVERANCIA DE LA QUE HABLO.

La cuestión es que estas personas no alcanzaron el éxito hasta hace relativamente poco por lo que tienes que imaginarte y centrarte en el hecho de que pasaron muchos años trabajando en sus proyectos sin recibir apenas compensación o gratificación por ello. Y pese a eso, siguieron insistiendo.

LEE BIEN ESTO:
1- ES MUY DIFÍCIL QUE ALGUIEN QUE LLEVE MUCHOS AÑOS HACIENDO ALGO NO TERMINE CONVIRTIÉNDOSE EN ALGUIEN MUY BUENO EN LO QUE HACE.
2- CUANDO ALGUIEN ES MUY BUENO EN LO QUE HACE, TERMINA RECIBIENDO LAS RECOMPENSAS QUE MERECE.
3- ESTAS PERSONAS NO TIENEN ÉXITO POR LOS AÑOS QUE LLEVAN INSISTIENDO, LO TIENEN PORQUE SON MUY BUENOS EN LO QUE HACEN. PERO SON MUY BUENOS EN LO QUE HACEN PORQUE LLEVAN MUCHOS AÑOS INSISTIENDO.

NADA EXCEPTO LA MUERTE PUEDE FRENAR A LA PACIENCIA, LA CONSTANCIA Y LA PERSEVERANCIA. PUNTO.

Sea lo que sea que deseas hacer, si lo haces durante el tiempo suficiente lo más probable es que termines teniendo éxito en un nivel u otro. Quizá no tan exagerado como el de estas personas de las que te he hablado hoy pero… ¿hace falta tan siquiera ese tipo de éxito? Porque con un 10% de sus éxitos uno tiene la vida arreglada…

No tienes la culpa de no tener talento pero sí tienes la culpa de no ser más paciente, constante y perseverante. Lo primero no tiene solución, lo segundo sí.

ESPERO, DE TODO CORAZÓN, QUE TE SIRVA Y AYUDE.

FUERZA Y PAZ.

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No me atrevo a dejar a mi pareja.

CONTEXTO:

Cliente comienza las sesiones conmigo porque duda si seguir con su relación de pareja.

Se refiere a sí mismo como alguien que no sabe estar solo, con mala autoestima y con una autopercepción pésima.

Tiene un buen trabajo, gana bastante y tiene buena relación con amigos y familia.

Tras contarme con más detalle su caso pasamos a entablar el siguiente diálogo centrándonos en la pareja:

DIÁLOGO:

– Joan, si en teoría todo me va tan bien, ¿por qué me siento tan mal?
– ¿Tú qué crees?
– No lo sé.
– Bueno, pero alguna teoría tendrás al respecto… ¿no?
– No.
– ¿Y una apuesta al respecto?
– ¿Cómo?
– Si tuvieras que apostar todo tu dinero a una explicación, ¿cuál sería?
– Vamos, que estoy obligado a responder… ¿verdad?
– Sí. Lo has pillado.
– Pues… a ver… diría que me siento tan mal porque no me atrevo a dejar a mi pareja.
– ¿Y eso qué significa exactamente? Porque puede significar muchas cosas…
– ¿Por ejemplo?
– Puede querer decir que te sientes mal por el daño que le harías si la dejas o porque tienes dudas sobre si dejarla o no y eso te hace sentir mal de base.
– ¿Hay más?
– Sí, claro. Hay una que es la que yo pienso que es.
– ¿Una de las que ya has dicho?
– No.
– ¿Entonces cuál?
– Dímela tú.
– No lo sé.
– Y un huevo. Dila.
– No lo sé Joan.
– No te creo. Sabía que eras cobarde pero no que eras un mentiroso.
– …
– Dilo.
– ¡Está bien! No la dejo porque me da miedo. Porque temo arrepentirme. Porque temo no encontrar nada mejor. Porque temo no ser tan bueno como para merecerme nada mejor. Porque temo pasarme 3 años sin tener sexo si la dejo. Porque temo que ella acabe con otro tío mejor que yo. Porque temo morirme solo. Porque temo que nadie más me quiera nunca más.
– Joder si lo sabías, ¿eh?
– Perdona Joan, no quería hacerte perder el tiempo ni engañarte… la verdad es que nunca lo había verbalizado así. Oyéndome he sonado patético.
– ¿Sabes como qué has sonado?
– Dime Joan.
– Como una persona con bajísima autoestima.
– Sí, lo sé.
– Déjame hacerte una pregunta.
– Dale.
– En tu misma situación, ¿cómo pensaría una persona con una buena autoestima?
– ¿En comparación a lo que he dicho antes?
– Sí.
– Pues imagino que diría algo como “tengo miedo de arrepentirme, claro, pero sé que si esta relación no me llena lo único que tengo que hacer es arreglarla o romperla. Y como ya he visto que no se puede arreglar, tengo que romperla. No sé qué traerá el futuro pero… lo que trae el presente no me satisface, no me suma sino al contrario: me resta. No sé lo que pasará pero sé lo que tengo que hacer”.
– Guau… impresionante. Has sonado como todo un maestro de la  autoestima.
– ¿Qué hago Joan?
– Ahora ya sabes cómo piensa alguien con buena autoestima. Y si sabes cómo piensa también puedes deducir cómo actúa.
– Sí… será difícil. Me costará. Pero lo haré.
– Eso me suena bien.
– Pero Joan, ¿me dolerá?
– Sí, claro.
– ¿Y la parte buena?
– La mejor de todas. La de tener la paz de espíritu que tiene aquel que hace lo que es debido. Pese a todo y pese a todos.
– Paz interior… hace mucho que no la tengo. No me acuerdo casi de lo que es pero sé que la echo de menos.
– Pues ya sabes. Recuerda que me tienes cerca, no pasarás por esto completamente solo. Cuando dudes, llámame.
– ¿Dudaré?
– Claro, como todos. Temblarás incluso. Tendrás miedo. Pero recuerda que el miedo no hace al cobarde.
– ¿No?
– No. Piénsalo. Un valiente es aquel que ha superado un miedo. Eso significa que antes lo ha sentido. No puedes superar algo que no vives o sientes. Un cobarde es aquel que se deja poseer por el miedo hasta el punto de la paralización y hasta el punto de regalarle lo que le quede de vida.
– Comprendo… ahora lo comprendo todo. Todo.
– Ahora ya lo sabes. Adelante.
– Gracias Joan.

Espero que te ayude o que te sirva para ayudar a otros.

FUERZA Y PAZ.

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¿Tienes hobbies? Pues deberías.

Sí, existe una relación directa entre la felicidad y los hobbies.

Ojo, no todos los que tienen hobbies son felices pero sí que todos los que son felices tienen hobbies.

No puedo evitar ver cómo este asunto se sigue infravalorando tanto. Cada vez veo más presente la culpa en las aficiones y me plantean más a menudo la pregunta de si «no debería estar haciendo algo más productivo».

No hemos venido a ser productivos.
Hemos venido a ser felices.

Si una persona no puede usar su tiempo en hacer cosas que ama, ¿qué significado tienen las horas de trabajo y deberes? ¿Para qué sirve atender compromisos y obligaciones si no es para no hacerlo el resto del tiempo libre de toda culpa y remordimiento?

Los hobbies o las aficiones son de extrema importancia. La sensación de felicidad depende, en grandísimo grado, de la sensación de hacer cosas que nos gustan y hacerlas en mayor número que las cosas que nos disgustan.

Leer, pintar, jugar a juegos de mesa, escuchar música, ver películas, escribir, entrenar, ver documentales, coser, hacer escultura, la carpintería, cuidar el jardín, etc. Son prácticas maravillosas a las que entregar una parte notable de nuestro tiempo en la tierra.

Yo no veo el momento de poder volver a dibujar y tocar la guitarra, por ejemplo. Y sé que mi vida será mejor haciendo esas cosas que no haciéndolas.

¿Y tú?
¿Tienes hobbies?
¿Cuáles son?
¿Qué hobby podrías introducir y que tuviese el poder para sumar felicidad a tu vida?

Espero que este correo te sirva y ayude.

FUERZA Y PAZ.

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—TESTIMONIOS:

«Es la mejor newsletter que conozco, jamás me pierdo una edición. Cientos de preguntas resueltas, enseñanzas aprendidas, mil libros y películas descubiertas y mucho más. Por no hablar de los regalos que de vez en cuando nos da a los miembros, sin esperar nada a cambio. Su generosidad es increíble. Es el mejor»
—Lucía S.

«No entiendo cómo su newsletter puede ser gratis. A veces me siento hasta mal por estar en su newsletter sin pagar. Le debo mucho a Joan, muchísimo»
—José Luís A.

—CONTENIDO HABITUAL DE LA NEWSLETTER SEMANAL:

  • Consultorio donde respondo a las preguntas más interesantes e importantes de los miembros de la newsletter.
  • Artículos exclusivos donde te ayudo a comprender mejor la vida y a ti mismo, para que puedas vivirla mejor.
  • Relatos sobre casos reales de mis clientes para que veas cómo se lleva a la práctica la teoría.
  • Adelantos y contenido adicional de mis libros.
  • Recomendaciones de libros, películas, podcasts y series.
  • Regalos exclusivos como e-books y demás contenido multimedia.
  • Conferencias gratuitas donde podrás participar directamente.

 

5 libros muy famosos pero que son realmente buenos.

P: Hola, Joan. ¿Lees libros conocidos o famosos? Es que no siempre he encontrado una gran calidad en esas obras tan vendidas. ¿Me puedes recomendar algunos best-sellers que sí te hayan encantado?

R: Me encanta tu pregunta porque me encanta recomendaros libros.

Sí, estás en lo cierto, que un libro se venda mucho o sea muy famoso no necesariamente significa que sea una obra de alta calidad. Por ejemplo, «El alquimista», de Coelho, es una de las obras más vendidas de la historia (en muchos rankings aparece en el número 14 con 65 millones de libros vendidos) y a mí no me parece un buen libro. Sé que a mucha gente le encanta y me parece genial pero a mí me dejó más bien frío.

Pero como me estás preguntando a mí entiendo que cuentas con la subjetividad de mi criterio. Así que, vamos allá:

5 libros muy pero que muy famosos pero que en realidad son muy pero que muy buenos:

1- El principito, de Saint-Exupéry – Increíble, unas 140 millones de copias vendidas, y con razón. Es uno de los libros más bellos que he leído jamás. Me conmueve hasta el alma. Puedes comprarlo aquí: https://amzn.to/3LGNT8q

2- El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder – Más de 20 millones de copias vendidas. Encantadora novela que esconde un repaso a la historia de la filosofía. Si te gusta la filosofía (entiendo que sí si estás aquí) lo tienes que leer en algún momento. Puedes comprarlo aquí: https://amzn.to/3Wti3Rg

3- 1984, de George Orwell – Más de 25 millones de copias vendidas. Una gozada de principio a fin. Un libro que se lee muy rápido y no por mérito del lector sino del escritor. Una obra que, en su día, presentaba un mundo futuro que poco a poco se va materializando. Profético. Puedes comprarlo aquí: https://amzn.to/3YpblP9

4- Martes con mi viejo profesor, de Mitch Albom – Más de 20 millones de copias vendidas. Otro de esos libros que se recomiendan siempre. Yo me resistí durante mucho tiempo a leerlo porque me parecía, precisamente, sospechoso que tanta gente lo recomendase. Y me arrepiento. Porque es una maravilla. Lo he leído 4 o 5 veces y siempre termino llorando. Una oda a la vida desde la cercanía de la muerte. Imprescindible. Puedes comprarlo aquí: https://amzn.to/4fnizJo

5- El guardián entre el centeno, de Salinger – Más de 70 millones de copias vendidas. Quizá el más complicado de la lista pero merece cada neurona que se le dedique. Si lo vas a leer presta mucha atención al principio o de lo contrario no entenderás la novela. Uno de mis preferidos. Puedes comprarlo aquí: https://amzn.to/4dmdHCC

Hay muchos más, si gusta este formato haré más ediciones.

¡A LEER!

FUERZA Y PAZ

Dios, El Sufrimiento Y La Fortaleza.

Cuando me toca sufrir pienso en muchas cosas pero… sobre todo, pienso en Dios.

Pienso en la cruz. Pienso en que nunca viviré nada peor que lo que Jesús vivió. Y cuando lo hago, me niego ante la posible queja pues me veo sin derecho a quejarme. Miro mi dolor en el espejo de la cruz y en la carne despegada de Cristo, así, en el mismo momento, me duele ya menos porque pienso en lo lejos que está de ser realmente un dolor «insoportable» de verdad.

Pienso también en que siempre le he pedido a Dios ser lo más fuerte y humilde que pueda. Y para eso, Dios sólo puede enviarme situaciones que me hagan fuerte y humilde. Así, Dios me manda pasar por lo que necesito para hacerme más fuerte y humilde.

Está claro que prefiero no sufrir a sufrir.
Pero más prefiero ser fuerte a no serlo.
Y si para hacerme fuerte tengo que sufrir, que así sea.

FUERZA Y PAZ.

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