Pregunta: «He empezado a meditar, ¿cuánto tiempo debería estar? ¿Y cuando lleve más tiempo?»

Qué bonito es meditar. Y qué más bonito es cuando se hace sin reglas ni normas al respecto.

Yo pienso que la meditación es algo inherente al ser humano. Todo sabemos hacerlo. Nos viene de serie, aunque no lo usemos casi nunca. Por lo tanto, también creo que la mejor forma de meditar para cada persona es un asunto individual al que se accede mediante la experimentación y la necesidad del individuo, contexto y momento dado.

Esto no quiere decir que uno no pueda interesarse por diferentes escuelas y métodos, por supuesto, me parece hasta interesante, pero sin llenarse el corazón de normas y reglas, como he dicho antes.

Creo que no hay una forma errónea de meditar. Que todo es experimentación útil; entrenamiento. Y ahí debes estar tranquilo y confiado, sabiendo que estás extrayendo de la meditación justo lo que necesitas.

No hay tiempo mínimo, ni máximo. Ni niveles. Si después de la meditación estás más tranquilo, más en paz, más sosegado y has conseguido acallar un poco más ese ruido mental puedes darte por experto ante tus propios ojos. Eso de «hey que yo medito 7 hora seguidas» puede ser genial o una puta mierda (o una puta mentira directamente). Olvídate. Yo he tenido sesiones largas que parecían apenas unos minutos y otras renovadoras de apenas 10 minutos que parecieron horas. El tiempo no es importante aquí. En mi opinión… ahí dentro tan siquiera hay tiempo…

No hay más. Piénsalo.

Sigue. Vale la pena.

FUERZA Y PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: ¿Has leído algo sobre sincronicidades?

Vaya si he leído. La primera vez que leí algo al respecto fue (como no podía ser de otra manera) por Carl Gustav Jung, que además acuñó personalmente dicho término para referirse a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal». Vamos: una coincidencia en el tiempo de dos o más sucesos relacionados entre sí pero sin que medie una causa para que esto así se dé.

Quizá ponerse a saco con Jung pueda ser demasiado fuerte de entrada para algunos, y como lo que yo deseo es acercaros «dulcemente» cosas interesantes, os recomiendo hoy una lectura del Dr. Bernard D. Beitman en su alucinante libro «Coincidencias. Cómo sacarle partido a la sincronicidad».

De hecho el propio libro llegó a mí de forma semi-sincrónica (no fue una sincronicidad total, como comprendes una vez lees el libro, pero ya se le acercó bastante). Me lo regaló un cliente para mi cumpleaños y lo extraño es que yo jamás le había mencionado nada del tema ni había escrito sobre ello en ninguna publicación antes. Él mismo no tenía intención de comprarme nada pero al entrar en una herboristería cualquiera para comprar pan se cruzó con el libro y sintió el impulso de regalármelo. La tarde previa a la fiesta de cumpleaños yo andaba mirando una entrevista a Jung por youtube donde hablaba él de estos temas y mi fascinación se acumulaba en mi brutalmente. Un rato después, cuando recibí el libro y vi el título le dije a mi querido cliente: «joder, ¡esto es en sí una sincronicidad brutal! Justo hace un rato estaba mirando a Jung hablar sobre esto…»

Fue semi-sincrónica porque tiempo después descubrí que este mismo cliente, en su juventud, había sido un ávido lector de Carlos Castaneda, entre otros autores de estilo parecido. Yo mismo siempre tengo a la vista libros de Jung en mi despacho (en el cual mi cliente ya había estado antes) y siendo él lector habitual, seguramente, aunque fuese de forma inconsciente, ya se habría fijado en ellos.

Es lo que más me gusta del libro, que cree en las sincronicidades pero pone en duda que sean tan frecuentes como nos pensamos y nos invita a analizar objetivamente si estamos ante una… o no.

Os dejo un enlace directo para que os compréis esta joya, porque vale mucho la pena:

 

Espero que os guste y ayude a comprender algunas cosas nuevas.

FUERZA Y PAZ.

Pregunta: «Me estoy enamorando de una amiga y…»

Se nota que la tienes baja sí. ¿Qué es eso de «más guapa que yo»? Pues mejor si es más guapa que tú (si es que se puede aceptar tal premisa) ¿no?

Ahora bien, creo que no puedes partir desde un lugar peor para empezar una historia romántica con alguien. Te prometo que nadie (en su sano juicio) quiere tener que tirar de alguien que se siente inferior y tampoco es plato de buen gusto tener por pareja (de entrada, otra cosa es la vida después, que puede ser larga y brutalmente cíclica) a alguien con la autoestima por los suelos.

¿No crees que lo bonito es que dos personas completas vivan y compartan juntos sus respectivos estados?

Y yo te pregunto: ¿Crees realmente que puedes ofrecerle algo verdaderamente importante desde este punto?

Piensa sobre esto. Saca tus propias (y positivas) conclusiones al respecto. Yo me prohibiría pensar que soy inferior a alguien en este planeta, para empezar. Y eso de «Más guapa que yo» tampoco tiene demasiado sentido. Una mujer guapa para mí puede no serlo en absoluto para mi vecino y viceversa. No te metas en planteamientos mentales imposibles que no aportan nada. Son absurdos POR IRRELEVANTES.

Ocúpate de ti querido. Elévate antes de subirte a tren alguno o lo más probable es que pronto lo veas descarrilar.

Lo primero es lo primero.

FUERZA Y PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Diferencia entre optimismo y positivismo?»

Buena pregunta.

Es fácil contestarla complicando la explicación. Difícil si lo que quiere uno es ponerla fácil. Voy a intentar hacer lo segundo. Vamos allá.

Para mí, ser positivo (algo que considero que soy yo) es pensar que las cosas pueden ir mal (o no) pero que, de alguna forma, sabrás sacar una lectura positiva de los acontecimientos para así salir reforzado de algún modo.

Ser optimista (algo que no me considero) es esperar que las cosas vayan bien, aunque en algún momento vayan mal.

No he encontrado mucho apoyo en esta definición en mis figuras filosóficas de referencia, pero la filosofía es en gran parte esto: filosofar libre y personalmente. También porque durante muchísimo tiempo se han confundido ambos términos o se han usado directamente como semi-sinónimos.

Os pongo uno de mis habituales y sencillos ejemplos:

Optimista: «Mira, quería salir a correr pero está lloviendo, seguro que en algún momento se para y puedo salir».

Positivista: «Mira, quería salir a correr pero está lloviendo, puede que sea así todo el día… o toda la semana. Voy a aprovechar para terminar de leer el libro en casa entonces. O mejor… me pongo el chubasquero y voy a correr bajo la lluvia, que también puede estar bien».

Digamos que el optimista vive de la expectativa, de la esperanza o incluso de sus predicciones. Espera que pase algo. El positivo no espera que pase nada en concreto. Acepta lo que no puede controlar pero controla lo que puede: su perspectiva, su iniciativa, su visión. De hecho, así como lo escribo ahora, veo muchas similitudes con la doctrina estoica.

Un optimista puede derrumbarse si la mala racha se alarga demasiado o puede verse «obligado» a redoblar esfuerzos en espera de mejores momentos o situaciones . Un positivista navega bien sobre la mierda. Es capaz de hacerte un jarrón con ella. O una vajilla entera.

Vale la pena pensarlo un rato. Espero haberlo puesto fácil.

FUERZA Y PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Cómo buscar el lado positivo a todo, olvidándote de lo negativo?

Haciendo un esfuerzo.

Veamos, mientras escribo esto intento recordar los momentos más jodidos de mi vida. Recuerdo, por ejemplo, cuando me separé de la madre de mi primer hijo, lo cual suponía tener que dejar de verlo a diario. Era un bebé aún. No tenía ni un año. Y ya sabes (a poco que me hayas seguido) que lo más importante para mí en la vida es ser padre. Con todo este cuadro imagina cómo podía sentirme. Directamente me sentía a morir. La angustia sólo era equivalente al esfuerzo que tenía que hacer para que no se me notara en el trabajo, entre otros escenarios.

Pensar en sacar algo positivo de todo esto me parecía no sólo imposible sino también egoísta y esquizofrénico.

Pero, fuera por necesidad o por supervivencia (que es casi lo mismo), me repuse y me propuse encontrar ese lado. Sabía que así le daría sentido a tal sacrificio.

En primer lugar, yo no estaba bien en aquella relación y eso, de alguna forma, debía repercutir en el ambiente en casa. Por mucho que te esfuerces, no puedes disimular tu mirada o tu aura. Yo iba a estar mejor, y su madre también. Así que ambas cosas serían buenas para él. Parecía que, de esta manera, me liberaba del sentimiento egoísta. Funcionaba.

Tiempo después, viendo que mi hijo no se veía afectado por todo aquello al ser tan pequeño, me alegraba de haber sido valiente para dar el paso en ese momento y no haberlo postergado más.

Todo cobraba sentido. Todo tenía un motivo bueno. Para todos. Los años lo han reafirmado. En el tiempo que estuve trabajando estos procesos mentales y de pensamiento podría haberme hundido hasta los infiernos más calientes del infierno.

Fue, una vez más, una cuestión de decisión. De fortaleza. Lo fácil era entregarme a la situación, al dolor y a la ansiedad. Yo tenía una gran motivación en mi hijo, eso jugó en mi favor, quizá debas encontrar ese factor motivante. O crear uno directamente. Lo que es seguro es que, salvo casos muy especiales y trágicos irreversibles (y hasta en estos veo gente que es capaz de sacar algo bueno… héroes de verdad), todo tiene un lado bueno. Pero se saca sudando, trabajando, eligiendo.

Estoy seguro de ello.

Espero haberte servido.

Pd: No te olvides de lo negativo. Eso suele reforzar tus acciones y decisiones. Al diablo se le mira de frente o para cuando te vuelvas ya te habrá metido el tridente por el culo. De nada.

FUERZA Y PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Por qué es tan jodido quererse a uno mismo en nuestra sociedad?»

Porque en algún momento nos han enseñado que quererse es egoísta. Que ser egoísta está mal y, por lo tanto, quererse está mal.

Más bien cuando somos niños recibimos un mensaje del tipo «pórtate bien, sé bueno con los demás, todo el mundo te querrá y tú te sentirás feliz así». El problema de este punto es que es directamente falso, qué cojones. Falso, frágil y… EGOÍSTA. Toma ironía.

Las personas que yo he podido observar que atienden a esta conducta (y no son pocas, más bien son muchísimas) están siempre esperando su recompensa. Porque, joder, su felicidad depende de la reacción de las otras personas ante sus actos.

Es más, siempre necesitan de más personas para poder asegurarse su felicidad. De modo que, si por lo que sea, estos individuos se quedan solos durante algún tiempo lo pasan realmente mal porque no pueden ser felices si no hay más personas a las que tratar bien y recibir así su cariño, su amor, su atención y consecuentemente su dosis de felicidad.

Estas personas suelen adaptarse a las necesidades de los otros olvidándose frecuentemente de sus propias necesidades. «¡Mi necesidad es ser feliz! Y para ser feliz debo atender las necesidades de los demás. Así me darán lo que necesito para poder ser feliz y cubrir mi necesidad primordial», es un pensamiento brutalmente habitual, lo cual no quita que sea una puta locura. Un mala broma de dependencia y necesidad.

Por no hablar del miedo constante a no dar la talla. A no saber agradar a los demás. A no saber colmar sus necesidades y… sobre todo… a no recibir exactamente la reacción que ellos suponen que deben recibir en justicia.

Como ya ves, es un mercadeo de acciones y recompensas. De necesidades, ofrecimientos y expectativas.

Y, cómo no, es un terreno acojonantemente fértil para sembrar mucha infelicidad.

Tu pregunta no hace más que reflejar esto que acabo de escribir. Es jodido quererse porque: en primer lugar nos han enseñado que no está bien; y en segundo lugar, porque hay mucha gente alrededor operando de la forma contraria. Así, muchos de aquellos que consideren que estás equivocada en tu forma de hacer (queriéndote a ti misma primero) te lo harán saber, te reprenderán y puede que hasta te ataquen.

Así que no esperes mucho apoyo, tampoco lo desees ni lo necesites. Éste es un camino que se empieza en soledad y silencio.

Te llamarán egoísta. Justo lo que suelen hacer los egoístas.

Espero que seas fuerte para seguir con tu plan. Es el bueno.

Fuerza y paz.

Joan Gallardo.

 

Pregunta: «Cuando cambias ¿algunas personas salen de tu vida? Eso me violenta bastante»

Pues no cambies. Pero si cambias, que sepas que esto es lo que hay.

¿Te violenta dices? Vaya, por lo visto no has previsto la violencia que aceptas al no cambiar. Sobre todo la autoviolencia. Vivir por debajo de tu potencial es autoviolencia. Vivir infeliz es violencia, contigo y encima también con los demás. La amargura es autoviolencia. La rabia es autoviolencia. El rencor, la ansiedad, la neurosis, la frustración, vivir una vida vacía, la no comprensión, el caos interior… todo esto es violencia y autoviolencia.

Espero que seas valiente para dar el paso y fuerte para aceptar sus consecuencias.

Para derribar un edificio mal construido hay que hacer un poco de ruido y escombros. Poner dinamita. Un detonador. Todo tiene un precio. Y cambiar, también lo tiene. Siempre vale la pena, aunque a algunos eso no les convenza.

PAZ.

Joan Gallardo.

 

 

Pregunta: «¿Puede tener sentido no perdonar si uno se siente bien así?»

Tiene sentido sentirse bien cuando no perdonas… pero será temporalmente. No tengas dudas al respecto.

Durante un tiempo sentirás que no puedes perdonar. Incluso llegarás a sentir cierto gusto morboso. Es normal. Es la primera fase, y así debe ser. Respeta los tiempos. Si te saltas alguna de estas fases lo más seguro es que tu perdón sea falso o que no consiga los efectos que el verdadero perdón otorga.

¿Sabes? Por muy bien que te sientas ahora debes saber que cuando odias y no perdonas en tu interior se gesta una suerte de gripe del alma. Un día no podrás contenerla más y todos los síntomas aparecerán. Te dolerá. Te quemará tanto esa fiebre que el mágico momento del perdón te parecerá obvio y natural.

Tu momento con el perdón llegará. Intenta llevar tu rencor en soledad y silencio. No dañes a nadie. Odia si tienes que odiar. Aquí no hay «debería» ni «tendría» que valgan.

Los individuos que mejor ejercen y entienden hoy el perdón son aquellos que, tiempo atrás, ejercían de guerreros del rencor y el odio. No comprendes la importancia de una preciosa primavera sin la crudeza de un frío invierno.

Ya me cuentas cuando te veas ahí.

FUERZA Y PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Qué opinas sobre vivir de alquiler o endeudarte para comprar una casa?»

Hola amigo.

No haré un análisis económico porque sobreentiendo que no me estás preguntando eso y, sobre todo, porque ya hay cientos en la red de mejores que el que yo podría hacer por gente mucho más capacitada que yo. De modo que voy a daros algunos motivos alternativos, de esos llamados intangibles, para que podáis apoyar vuestra decisión al respecto con otras herramientas.

Antes, decir que no creo que ir de alquiler sea tirar el dinero. Pagas por vivir en un inmueble. No hay (por norma) lugares donde poder hacer eso gratis así que, si no puedes acceder a una hipoteca, tienes que pagar para vivir en un piso o casa en forma de alquiler. Punto. Por esa regla de tres, comprar un coche es tirar el dinero, comprar ropa es tirar el dinero y comprar un smartphone también es tirar el dinero.

Al contratar una hipoteca también pagarás un montón de intereses por ello a lo largo del tiempo. El dicho de que «pagas dos casas cuando compras una» es bastante cierto si lo haces al método convencional y habitual (no amortizar ni adelantar nada).

Pero, pensemos en otras cosas, que es de lo que yo iba a hablar. Hoy en día el pago mensual de un alquiler puede superar la cuota mensual de una hipoteca media, y con creces. Así que parece que es un buen momento para contratar una hipoteca. Pero… pero, ¿es una decisión que debe tomarse exclusivamente con la calculadora en la mano? Yo pienso que no. Los humanos no se rigen por las matemáticas, tan siquiera por la lógica.

Imaginemos la típica situación (más bien la de hace 15 o 20 años, pero nos sirve para el caso) donde una pareja joven contrata una hipoteca a 30 años. Visto lo visto y con la estadística de nuestro lado, es bastante probable que se acaben separando. En estos momentos en España el porcentaje supera el 50% de divorcios entre uniones matrimoniales, concretamente el 61%. ¿Qué pasa después con ese inmueble? Muchas cosas, ninguna amable. Puede quedarse la casa la mujer hasta que los hijos (si es que los hay) se emancipen, uno de los dos puede negarse a vender o alquilar a terceros (o a la ex-pareja) el inmueble o incluso se puede dar la circunstancia de que uno de los dos no quiera pagar más las letras correspondientes. Si vivieran de alquiler el trámite es mucho menos traumático. Dejan el inmueble y cada uno que se busque la vida. Hay casos donde esto se puede alargar más si hay buenos abogados tocapelotas de por medio pero no es habitual.

Otro escenario bastante feo se encuentra cuando tus ingresos (durante los años que estés hipotecado) se ven reducidos o extinguidos por los motivos que sean (despido, enfermedad, incapacidad, quiebra de la propia empresa). Puede, y suele, suceder que además la cuota mensual haya subido mientras una de esas dos cosas pasan. Ahí tienes un problema de tres pares de pelotas, porque no puedes devolver el inmueble. Entonces tienes que ampliar el plazo de la hipoteca (si quieren) o puede que te embarguen y ni aún así te liberas de la carga de una enorme deuda. Si vas de alquiler y supongamos que pagas 1000 euros por una casa y el día de mañana no te lo puedes permitir sólo tienes que mudarte a algo más barato (si lo encuentras, y si no, marchas a otra localidad más barata) para liquidar el problema.

También vale la pena pensar en cómo un alquiler te protege de las subidas de precios por vivir en un inmueble. Me pongo de ejemplo: hace unos 6 años vivía en una preciosa planta baja con jardín en un pueblo cercano a Manacor y pagaba 650€ de alquiler. Si hubiese propuesto un alquiler largo (10 años, por ejemplo), ahora mismo estaría pagando 700€ menos cada mes, pues esa misma casa en las mismas condiciones se alquila ahora sin problemas por 1350€ al mes. ¿Tiene que ser bonito ver cómo todo sube menos lo tuyo eh?

No digo que contratar una hipoteca sea una idiotez, porque bajo ciertas circunstancias es ideal, pero creo que en la mayoría de casos no se dan dichas circunstancias.

¿Bajo qué condiciones contrataría yo una hipoteca? En primer lugar, teniendo bastante dinero ahorrado. En segundo lugar, habiendo encontrado un inmueble revalorizable bajo precio de mercado. En tercer lugar, con tipo fijo. En cuarto lugar, si puedo costearla solo. En quinto lugar, si me veo con capacidad para amortizar y liquidar la hipoteca mucho antes del fin del plazo pre-establecido (una hipoteca a 30 años puede pagarse íntegra en la mitad de tiempo a base de una buena estrategia de ahorro y adelanto del pago de la misma, poco a poco).

Si no se dan todas estas circunstancias yo no contrataría una hipoteca. La otra opción es esperar a recibir tu parte de la herencia familiar (si es que la hay) y hacer una buena jugada con eso.

No me enrollo más. Me queda mucho por decir al respecto. Podríamos hablar de las estrategias de compra-venta o compra-alquiler de bienes raíces pero no lo haremos hoy. Hoy quería ofreceros una visión más humana sobre este tipo de operaciones económicas. Y creo que es necesario, porque de una mala decisión en este sector puedes ver tu vida seriamente comprometida y complicada.

Espero haberte servido de algo.

FUERZA Y PAZ.

Joan Gallardo.

 

Pregunta: «¿Soy mala persona por no alegrarme de las cosas buenas que les pasan a aquellos que me han hecho daño?»

No. Eres humana. Con todo lo que esto conlleva.

Somos estacionarios emocionales. Necesitamos nuestros tempos. Nuestros momentos ideales. Y ahora estás en pleno invierno. En medio febrero o por ahí.

Yo también deseé que aquellos que me habían jodido recibieran su merecido. Que la vida los castigara. Que les diera lo suyo, pero «muy mucho».

Pero con un poco de tiempo, y prestando atención, te darás cuenta de que el invierno pasa para dar lugar a una suerte de pre-primavera. Ahí, serás capaz de renunciar a ello poco a poco y llegarás a un punto de indiferencia del tipo «que no les vaya bien ni mal, me la pela».

Si eres de esas que desea despertar de esta parodia de Matrix que llamamos «vida en el Siglo XXI» no te quedarás en este punto y esperarás a ver qué pasa con todo esto en pleno verano. Que es donde deberías querer llegar, por cierto.

En pleno verano espiritual desearás (por muy increíble que te parezca hoy) que a esos que antes les deseabas la ruina les vaya muy bien la vida. Porque no quieres para los demás más que cosas buenas y porque, de este modo, dichas personas tendrán la oportunidad de ver la vida con otros ojos, sentir que tienen una oportunidad de redimirse, reconciliarse con la vida y las otras personas y así abandonar por fin ese papel de villano que se dedica a joder la vida de los otros.

Imagino que no te crees que esto sea posible. Yo tampoco lo creía. Pero hoy, y desde hace mucho, sólo deseo que a aquellos que me quisieron joder en su momento les vaya la vida muy bien. Sólo así saldremos todos ganando. Todos.

Piénsalo.

Fuerza y paz.

Joan Gallardo.

Pregunta: «Hoy en día la gente hace cambios físicos más por estética que por salud, ¿Qué opinas?»

¿Qué más da?

Al final la única forma de perder peso de una forma sostenible y duradera en el tiempo es hacerlo con un cambio de conductas, tanto físicas como mentales, que van unidas a una mejora prácticamente inevitable de la salud. De modo que, si alguien quiere perder peso, AUNQUE SEA POR ESTÉTICA, acabará presentando una mejor salud finalmente.

Igualmente, si alguien quiere perder peso solamente para dar por culo a su ex pareja también acabará presentando, a la larga, una mejor salud.

¿Qué más da la primera chispa? Por mi experiencia, la motivaciones para empezar son de lo más variopintas, pero pasado un tiempo dichas motivaciones pasan a segundo plano, prácticamente siempre e incluso llegan a olvidarse.

¿Que deberían ser otras idealmente? Pues sí, claro. Pero hablamos de personas, seres humanos. Imperfectos, como todos.

No tiene tanta importancia que alguien use un motivo imperfecto para lograr una mejoría obvia en sus parámetros de salud.

Imaginemos que alguien deja de fumar porque se ha apostado su coche con un amigo. ¿Importa eso algo? Si deja de fumar, ¿qué más da? Piénsalo.

 

Pregunta: «La gente me dice que le gusto a una chica pero yo no lo veo tan claro, no me entra en la cabeza. ¿Qué hago?»

Hola amigo.

¿Y por qué no te entra en la cabeza? ¿Tan imposible es que le gustes a alguien? Quizá es por aquí por donde deberías empezar a pensar en primer lugar, no vayas a tener una autoestima baja y vayamos a partir desde un punto desprovisto de ventaja alguna.

Lo que la gente te dice puede ser interesante o no serlo. En todo caso, no es determinante (podemos hasta dudar de la importancia de este punto) porque la pelota sigue estando en tu tejado. Tienes que dar el paso tú.

Cualquier cosa es mejor que todas estas santas comidas de olla que te estás pegando. Vamos a ver, que me lo estás preguntando A MÍ por instagram, piénsalo, piensa lo que significa en el fondo. Ese mar de miedo, inseguridades y pavor al rechazo. Lo que sea tío, pero toma la iniciativa y corre esta página ya, así veremos si hay un capítulo en la siguiente cara o ya viene el epílogo.

No sé amigo, tienes opciones. Yo soy un clásico. Yo hablaría con ella y la invitaría a tomar un par de cafés en un lugar tranquilo. Poder tener una conversación privada, recogida y sincera te sacarán de cualquier duda… siempre que le eches dos pelotas al asunto y no te pases la cita entera aparentando o haciendo el tonto esperando agradarle.

Y claro, si ya te dice que no a la cita es que no le gustas. Obvio.

Mira qué cerca tienes las resoluciones. Si estiras un poco la mano las tocas.

Venga va, no puedes seguir así mucho más con cosas tan pequeñas como éstas. Vamos vamos. Muévete de una puta vez. Sé valiente, demonios.

PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Está bien sacar de lleno a todas las personas que no te interese relacionarte?»

Nos ponemos prácticos por lo visto, ¿eh? Bien.

La respuesta es que yo creo que sí. Como observador de este carnaval humano veo una y otra vez como prácticamente todo el mundo mantiene contacto y relación con personas que desearían sacar de sus vidas. Por el motivo que sea no lo hacen y es tremendo ver el desgaste y la pérdida de energía que supone mantener a esas personas en sus vidas.

Me pongo a mí como ejemplo. No siempre tuve tanta determinación y pasé por cosas así también. Obviamente. Y ya sabes bien que no hay forma de ser ajeno al trato con estas personas. Te cabrean, te ponen de mal humor, te desgastan, te roban energía (aunque no sea su intención, normalmente) y poco a poco las vas detestando cada vez más.

No creo que si estas personas supieran nuestro verdadero sentir les apeteciera mucho seguir en nuestro círculo de contacto. Piénsalo: si supieran lo que piensas en realidad, ellos mismos darían el paso y cortarían con cualquier vínculo contigo. Y eso es, justamente, lo que no puedes esconder de ti: esa gana farsa. Esa semi-estafa. Si uno sabe lo que tiene que hacer, debe hacerlo.

Se me antoja esencial relacionarnos con personas que nos sumen, Y ADEMÁS, a las que nosotros también sumemos.

¿Lo habías pensado así también? ¿Desde la otra parte? Es importante… ojo.

No considero que seas mala persona por «deshacerte» o sacar de tu vida a algunas personas. Incluso diría que te deja en mal lugar no «sacarlas». Tienes que dejar que los otros limpien sus círculos íntimos o de amistad. Que se depuren.

Y aquí no hay niveles. Hay gente que odiaba a Tesla, Gandhi o al Doctor King y otros adoraban a Hitler, Bin Laden o a Gadafi. Que no te quiera en mi círculo no quiere decir que piense que eres una persona no-válida sino que no me eres afín. Y al revés igual. No te lo tomes a pecho cuando te lo hagan a ti. Porque es justo y… necesario.

Nada más.

PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Qué haces cuando tienes un mal día?»

Buenos días querida.

Como obviamente tengo días más «extraños» que otros hace tiempo que pensé en qué cosas que podían hacerme sentir mejor casi al instante.

Cuando tengo uno de esos días no pienso en qué hacer para evadirme o distraerme. Eso es primordial, o al menos lo considero así. Los problemas rara vez suelen irse solos, y si se van, no es para siempre y un día los ves volver más grandes y de muy peor mala leche.

Lo que sí es interesante es no caer en una espiral emocional adversa que nos posea al completo impidiendo cualquier intento de introspección, comprensión y solución de las situaciones o problemas que nos están jodiendo el día.

Para eso, casi cualquier estrategia «normal» me parece legítima si nos devuelve a un estado emocional mejor porque eso hará que podamos afrontar la causa de nuestro «día de mierda» con mejor perspectiva y predisposición.

Vamos, que si tienes que liarte a puñetazos con un saco de boxeo para así calmarte y poder arreglar tus asuntos me parece bien. O si necesitas ponerte vídeos de gatitos haciendo cosas de gatitos para después poder estar de mejor humor para las cosas importantes del día, pues hazlo, adelante.

¿Qué hago yo? Tengo hasta una lista (enorme por cierto) y así sé que en cualquier circunstancia y contexto puedo hacer cosas para sentirme mejor al momento. Yo sé que no puedo solucionar prácticamente nada cuando estoy de mala leche (me vuelvo más estúpido) y necesito estar calmado para poder arreglar los desaguisados que a veces aparecen.

Por ejemplo, estas son algunas de las cosas de mi lista que me hacen sentir mejor de inmediato:

  1. Pasear.
  2. Escuchar música.
  3. Meditar.
  4. Escribir.
  5. Leer.
  6. Mirar fotos de mis hijos.
  7. Jugar a ajedrez.
  8. Mirar competiciones antiguas de halterofilia en youtube.
  9. En youtube también: mirar vídeos del canal Cinemassacre (para treintañeros frikis es una maravilla).
  10. Darme una ducha caliente o un buen baño.
  11. Escuchar a Bob Marley o Sam Cooke.
  12. Quedarme solo. Aislarme un buen rato.
  13. Dibujar.
  14. Ordenar el espacio en el que me encuentre.
  15. Limpiar.
  16. Conducir sin destino alguno.
  17. Escuchar algún podcast antiguo de Juan Antonio Cebrián o Pedro Luis Lorenzo.
  18. Entrenar fuerte.
  19. Abrazar a mis hijos.
  20. Deshacerme de algo que no haya usado en mucho tiempo.

No viene nada mal tener una lista propia de estas cosas, por cierto. Saber que siempre hay algo que puedes hacer para sentirte mejor es algo muy especial. Alivia y desatasca el secuestro emocional que puedes sufrir en uno de esos días de mierda. De esta forma, seguramente recuperemos la «cordura» necesaria para ver las cosas desde otro punto de vista o la claridad mental no será devuelta para poder meternos en un «modo resolutivo».

Recuerda, no se trata de evadirse y dar la espalda a nuestros problemas sin resolver. Tampoco se trata de distraernos de aquello que nos incordia. Se trata más bien de hacer lo que sea para calmarnos y poder encarar el siguiente «round» del día de otra forma. Con más sosiego, serenidad, madurez y positividad.

Espero que te ayude.

PAZ.

Joan Gallardo.

 

Pregunta: «¿Cómo salir de un estado de amargamiento perpetuo?»

Boom. La madre de todas las preguntas tras el regular «¿Cómo ser feliz?». Preguntas incontestables de forma general, que sirva a todo amargado que nos esté leyendo ahora mismo. Imposible.

Pero os daré un par de ideas que tengo sobre lo que he vivido (aquí todos tocamos las pelotas con nuestra pose a lo Ígor, de Winnie the Pooh en algún momento de nuestras vidas) y sobre lo que he podido observar.

Hay una serie de puntos en común interesantes que quizá merezcan un poco de atención e interés. Son estos:

  1. No son felices. Obvio, pero conviene tenerlo en cuenta de verdad antes de hablar con ellos o juzgarlos con demasiada crueldad. Uno puede ser severo sin ser cruel, aunque parece que se nos ha olvidado y nos mola eso de ponernos el traje de dictador moralista.
  2. Tienen algún tema o asunto por ahí dentro pendiente. Muchos dicen eso de «no sé lo que me pasa, no sé por qué estoy así», pero el 99% de las veces eso es mentira. O no quieren admitir y aceptar ese tema pendiente que se los come por dentro (otro rasgo elemental son las tremendas comidas de olla que se pegan) o no quieren hablar de ello o bien les da vergüenza contarlo. Pero algo concreto, a veces con nombre y apellido o fecha exacta, les pasa y, por lo que parece, hasta que no lo arreglen no podrán salir de dicho estado.
  3. Creen que no pueden cambiar. No tienen esperanza por cambiar. Incluso llega un día donde ya no tienen ni ganas. Llevan tanto tiempo así que sólo pensar en el esfuerzo que supondría cambiar (aunque fuera a mejor) les provoca una ansiedad dentro de tres pares de cojones. Suficiente para optar por quedarse así.
  4. El último punto es delicado por lo travieso que resulta (pusilánimes salgan ahora de la habitación). Todo amargado que se preste tiene a alguien cerca que lo colma de atenciones, de ayuda y, con un poco de tiempo, de su vida y salud mental. He observado que en soledad (o destierro, elegid la versión menos ofendible) su amargura desciende y algunos incluso dejan de culpar a la vida y al mundo de lo que les pasa y empiezan a culpar a su propia amargura de todas las consecuencias que se presentan. Pasan de un «estos hijos de puta me han abandonado, ahora sí que todo se irá a la mierda» a un «bueno, parece ser que me lo he ganado a pulso. Tengo que pensar en esto profundamente, ha llegado la hora de hacer algo».

Si no tuviera mucho más que hacer esta semana podría escribir un libro sobre esto. Por suerte para todos no será así y podréis pensar en leer algunos de los que ya se han escrito sobre el tema, mejor de lo que podría hacer yo en siete vidas. Cualquiera de Albert Ellis, Dyer o Maltz os puede servir.

Como decía precisamente Ellis: «lo primero es la predisposición». Uno que no quiere cambiar dice que sería más feliz si los demás cambiaran. Imaginad el carajal. No puedes ayudar a alguien que piensa que no necesita ayuda. Está claro imagino. Nada más. A pensar.

PAZ Y FUERZA.

Joan Gallardo.

Pregunta: «Si no estás conforme con cosas de tu carácter, ¿Intentar cambiar o ser uno mismo?»

Buenas amigo,

Interesantísima pregunta sobre la que nos podríamos extender horas, por suerte para vosotros y para mi agenda intentaré ser breve porque tu pregunta nos lleva a una única e importante cuestión: ¿Cómo sabes que esas «cosas de tu carácter son innatas o son aprendidas?

Es una misión para toda una vida intentar cambiar aquellas cosas de nosotros mismos con las que no estamos del todo conformes, y la duda sobre si dichas cosas son cambiables o no es un asunto de lo más jodido.

Yo suelo decir aquello de «si lo puedes cambiar es que es aprendido y no innato». ¿Y cómo lo sabes? Intentándolo. Con tiempo, mentalidad y mucho esfuerzo.

Mira mi caso, por ejemplo, hasta en los boletines de notas de primaria (en todos los cursos menos en octavo), en observaciones, los profesores escribían cosas del tipo «es extremadamente tímido», «es demasiado introvertido», «prácticamente no habla en clase», «tiene que participar más, no saben si tan siquiera está en la clase», y cosas de este estilo. En el último curso me lancé a hablar en público en una fiesta del propio colegio y desde ese día todo cambió. Mi timidez se fue a tomar por saco y empezó a crearse (imagino) lo que hoy conocéis por Joan Gallardo. En el instituto me cambiaban de sitio en la clase porque estaba todo el día hablando. Era capaz de hacer hablar a un mudo.

O por ejemplo: yo era un cabronazo cargado de ego, orgulloso y rencoroso como Tony Soprano en un día malo. Pensaba que yo «simplemente era así», y lo aceptaba hasta con cierto mezquino gusto. Pero a medida que pasaban los años y las experiencias mis sombras me iban comiendo por dentro. Pensé que quizá no tenía por qué ser así, que quizá podía cambiar de alguna forma. Las cambié todas, una por una. Aún me queda bastante mala leche, pero la canalizo y siempre saco algo positivo de ella.

Yo creo, sinceramente, que la práctica totalidad de lo que creemos ser (quizá un 85/90%) es aprendido, imitado o inculcado. Y, por lo tanto, con la hostia de esfuerzo, puede cambiarse. Y si tras haberte dejado media alma en el intento ves que no se puede (o no del todo) puedes empezar a sospechar que has dado con algo de tu esencia innata… cosa bastante espectacular, por cierto.

Así que, no seas como esos que dicen aquello de «yo es que soy así» sin tener ni puta idea de a qué se están refiriendo. Inténtalo, con todo.

Uno tiene el derecho y el poder para llegar a ser como realmente querría ser, o como mínimo, acercarse muchísimo. Justo hasta el punto de satisfacción.

Te recomiendo que leas al gran Albert Ellis si te interesa esta filosofía.

A por ello titán.

FUERZA Y PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «Cuando caminas por las mañanas, ¿Piensas en algo o sólo disfrutas del momento?»

Buenos días amiga,

Pasear es una de las mejores cosas que puede uno hacer en la vida. Y encima gratis. No entiendo como aún no lo hemos entendido.

Quizá si nos cobraran por hacerlo las calles estarían llenas de gente paseando. Además de que estoy seguro de que la gente estaría mucho menos jodida si dieran largos paseos a diario. En fin… humanos.

Volviendo a la pregunta: Ambas cosas. Tengo dos tipos de paseos. El primero que es por puro placer y el segundo que empieza con un “mierda, no entiendo esto, voy a pasear y la respuesta aparecerá”. Y en ambos casos siempre funciona. Un buen paseo nunca te decepciona.

En cualquier caso, en un paseo terapéutico (sin teléfono y sin auriculares con música o podcasts) a la cabeza llegará lo que tenga que llegar. Casi no puedes hacer nada al respecto. Puede que sea por eso por lo que la gente va a pasear con compañía… para no atender esa difícil llamada de nuestra mente.

Casi puedo decir que pasear “a pelo” es, hoy en día, un acto de valentía. Yo he cambiado de vida durante un paseo. He roto una relación durante un paseo. He cambiado de trabajo durante un paseo. He encontrado mi vocación durante un paseo. He llorado durante un paseo. He entendido la vida durante un paseo… y estas son el tipo de cosas que le gente suele rehuir.

¿Quieres poner tu vida en orden? Da largos paseos en “modo raw”. Salvajes. Puede que al principio no pase nada, pero dale ese espacio a tu mente, a tu inconsciente, y dentro de poco no podrás parar ese tren ni aunque puedas y quieras. Será inevitable.

Bueno, dicho esto, voy a dar un paseo. Apuesto a que no me cruzaré a nadie paseando salvajemente. Qué pena.

FUERZA. PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Cómo le dirías a tu mejor amiga que estás enamorado de ella? ¿Antepondrías la amistad?»

Buenos días pollo.

Aviso importante antes de nada: PUSILÁNIMES, SALID DE LA PÁGINA.

Bien, sigamos:

¿Qué amistad ni qué hostias? Tú no quieres su amistad, al menos principalmente. Tú quieres que sea tu novia, tu mujer, la madre de tus hijos o lo que sea. Pero no quieres ser sólo su amigo. Y cuanto antes dejes de contarte esa milonga mucho mejor. Aunque si me preguntas justamente a mí con toda la gente que hay por internet es porque ya empiezas a estar cerca de tu punto de saturación. Pero deja de mentirte ya amigo.

Porque, veamos… si de verdad fuese tu amiga, ¿cómo puede ser que lleves engañándola tanto tiempo? ¿No hubiera sido más honesto decirle la verdad en el primer momento que sentiste algo romántico por ella? ¿Dejarle decidir si quiere ser tu amiga y estar en tu círculo cercano pese a tus sentimientos? ¿O te daba miedo que te rechazara y tuvieras que perder el contacto con ella? ¿O temías tener que empezar de cero en otros círculos? O puede que temas lo más normal y lógico a suceder: que se cabree por el engaño o… que ya sepa de tus sentimientos y ya le vaya bien el «acuerdo silenciado» que tenéis ahora. No pinta bien amigo. Lo siento.

No sé si te has hecho estas preguntas, pero convendría. Y más convendría que las respondieras con honestidad.

¿Que qué haría yo? Decírselo y disculparme por no haberlo hecho antes.

Muchos y muchas (más muchas que muchos, dicho sea) dirán aquello de «ahora joderá la amistad si se lo dice» pero, como me preguntas a mí y no a ellos y ellas te digo lo siguiente: QUE SE ROMPA LO QUE SE TENGA QUE ROMPER CON LA ESPADA DE LA HONESTIDAD Y LA VALENTÍA.

Ya ni me importa si es correspondido o no (pinta a que no, pero Dios sabe), lo que importa es que salgas de las construcciones que hayas levantado en tu vida sin ser completamente honesto y transparente.

No nos engañemos… eso no es amistad. Es un truco. Es friendzone y es por tu culpa. Es un convenio. Un acuerdo. Un subterfugio. Una peli de antena3 de domingo a las cuatro de la tarde.

En fin. Piénsalo y decide. ES TU VIDA.

PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «Tu jefe te hace la vida imposible, ¿Qué harías si ya te has sentado a hablar con él?»

Buenos días amiga.

En primer lugar lamento la situación. Sé que te puede parecer una situación dificilísima pero ya verás que en realidad tienes varias salidas simples (aunque no fáciles algunas de ellas quizá) y que sólo tienes que decantarte por una descartando la opción de dejarlo todo como está, básicamente porque estas situaciones si no se tratan suelen ir a peor.

Por puntos, y sin orden de preferencia exacto, esto es lo que YO HARÍA:

  1. Volver a hablar: A veces asumimos que si no nos hemos entendido con nuestro interlocutor es porque la comunicación en sí no sirve, pero también suele ser muy probable que no hayamos acertado con el tipo de comunicación. Puede que nuestro cabreo haya hecho, en este caso, que nuestro jefe se encabrone también o puede que realmente no hayamos acudido a hablar con él para buscar una solución sino a dejarle claro lo cretino que es. Yo volvería a intentar hablar con él pero con otra estrategia completamente diferente.
  2. Tomártelo de otra forma: A veces llueve cuando quieres ir a correr, algunos se quedan en casa viendo como su plan se esfuma con el tiempo y otros aprovechan para ir a buscar caracoles y oler la tierra mojada. Quizá esto sea una gran oportunidad para poner a prueba tu fortaleza mental, paciencia y templanza. Siempre que esto esté dentro de tus posibilidades reales.
  3. Buscar otro trabajo: Nada impide que vayamos a entrevistas de trabajo aunque tengamos uno, de hecho lo considero un ejercicio muy sano. Yo iría buscando otra cosa sin renunciar al anterior punto. Siempre digo que cualquier persona tendría que tener en la cabeza dos o tres trabajos u oficios alternativos en la cabeza que sabrían hacer con suficiencia por si un día necesitan un plan B. Yo mismo tengo un buen puñado de negocios que podría llevar a cabo si un día me canso de mi actual profesión. Métete en el circuito laboral de las entrevistas de trabajo, quizá recibas una oferta que te permita salir de tu actual trabajo sin problemas ni dramas.
  4. Ahorra y márchate: Ahorra todo lo que puedas hasta que, como mínimo, tengas un colchón de medio año de gastos ordinarios asegurado (alquiler, facturas, comida, coche, etc). Cuando lo tengas, márchate y usa ese medio año para buscar trabajo o pensar en montar algo si ves la oportunidad. En todo caso, no te duermas, medio año pasa muy rápido.

Como ves, en ningún momento te animo a marcharte sin un plan. Los que lo hacen así (salvo heroicas excepciones) acaban cediendo a la presión de las prisas, porque el dinero se termina rápido y no siempre aparece un trabajo bonito a la primera. Así, terminan cogiendo un trabajo cualquiera, posiblemente peor que el anterior, jodiéndolo todo más de lo que ya estaba.

Sé lista y muévete. YA. HOY. AHORA.

Joan Gallardo. PAZ.

Pregunta: «¿Te permites tener días malos?»

Buenos días amigo.

No es que me los permita, es que siempre hay algunos días en los que no todo sale como te gustaría. La vida funciona así, como si fuera necesario, de hecho, que fuera así. No concibo un mundo donde todos los días pasa exactamente aquello que deseas que pase… conociéndonos, acabaríamos aburridos de la vida. Seguro.

Debo decirte también que soy muy cauteloso con las palabras que uso para describir todas las cosas, sucesos, sentimientos, emociones, etc. Un día malo significaría que TODO lo que ha sucedido en el día es malo, y yo, jamás he tenido un día así. Imaginemos un día perfectamente mierdoso en el que me levanto por la mañana, me voy a trabajar y por el camino pierdo la cartera, en el trabajo me discuto con mis clientes, mis padres se separan a los 60 años, mi perro muere atropellado por algún hijo de satanás que odia a los perros y de camino de vuelta a casa me atracan y como ya he perdido la cartera por la mañana deciden darme de hostias dejándome con la ceja partida y la nariz sangrando. ¿Vaya día eh?

Bueno, en ese mismo día seguramente también me habría levantado temprano, como siempre, teniendo tiempo para leer, escribir y dibujar antes de ir al trabajo. También habría entrenado y también habría charlado amistosa y gustosamente con algún cliente. Al final del día, pese a tener la cara magullada habría podido dar un abrazo y un beso de buenas noches a mis hijos. Eso son cosas muy buenas, pese a todo. No podría llamar a eso un «día malo». Lo llamaría un día peor que otros, mejorable o malo en algunos momentos y pésimo en otros.

Por suerte, aún no he tenido un día como el que te acabo de comentar. Sí que tengo días donde pasan algunas cosas que no me gustan, pero… ¿qué puedo hacer? Puedes poner trampas para ratones, pero a veces estos cogen el queso y llegan hasta la cocina para ver si has puesto más trampas. No puedes preverlo todo. Pasan cosas indeseadas y punto. Lo mejor que puedes hacer es aceptar que están pasando. Porque es como si la misma parte del cerebro que usamos para quejarnos la usáramos también para ser resolutivos, de forma que mientras te quejes y niegues la realidad no tendrás acceso a las soluciones, lecturas positivas y lecciones que aprender de cada situación adversa de la vida.

No os engañaría nunca. Cuando aparece un día de esos plagados (que no llenos) de cosas malas me digo «Joder, qué mierda más inoportuna. Tranquilo Juanito, respira, ya está, está pasando y no va a desaparecer solo. Piensa y saca algo de todo esto, y si no hay nada que sacar, al menos no te vuelvas loco».

Porque un «día malo» puede durar un día o lo podemos hacer vivir muchos más si no aplicamos una correcta filosofía de vida. Incluso algunos viven constantemente esperando ese día malo, y cuando llega dicen aquello de «¿lo ves?».

Chicos, como decía la película: «no hay primavera sin invierno». No podemos evitar que pasen cosas desgraciadas, pero podemos hacer muchas más cosas al respecto aparte de quejarnos y volvernos neuróticos.

En gran parte, la vida son las cosas que pasan menos (o más) lo que pensamos de ellas. Y ese poder, sí que es exclusivamente nuestro.

PAZ.

Joan Gallardo.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies