Pregunta: «¿Soy mala persona por no alegrarme de las cosas buenas que les pasan a aquellos que me han hecho daño?»

No. Eres humana. Con todo lo que esto conlleva.

Somos estacionarios emocionales. Necesitamos nuestros tempos. Nuestros momentos ideales. Y ahora estás en pleno invierno. En medio febrero o por ahí.

Yo también deseé que aquellos que me habían jodido recibieran su merecido. Que la vida los castigara. Que les diera lo suyo, pero «muy mucho».

Pero con un poco de tiempo, y prestando atención, te darás cuenta de que el invierno pasa para dar lugar a una suerte de pre-primavera. Ahí, serás capaz de renunciar a ello poco a poco y llegarás a un punto de indiferencia del tipo «que no les vaya bien ni mal, me la pela».

Si eres de esas que desea despertar de esta parodia de Matrix que llamamos «vida en el Siglo XXI» no te quedarás en este punto y esperarás a ver qué pasa con todo esto en pleno verano. Que es donde deberías querer llegar, por cierto.

En pleno verano espiritual desearás (por muy increíble que te parezca hoy) que a esos que antes les deseabas la ruina les vaya muy bien la vida. Porque no quieres para los demás más que cosas buenas y porque, de este modo, dichas personas tendrán la oportunidad de ver la vida con otros ojos, sentir que tienen una oportunidad de redimirse, reconciliarse con la vida y las otras personas y así abandonar por fin ese papel de villano que se dedica a joder la vida de los otros.

Imagino que no te crees que esto sea posible. Yo tampoco lo creía. Pero hoy, y desde hace mucho, sólo deseo que a aquellos que me quisieron joder en su momento les vaya la vida muy bien. Sólo así saldremos todos ganando. Todos.

Piénsalo.

Fuerza y paz.

Joan Gallardo.

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