Haciendo un esfuerzo.
Veamos, mientras escribo esto intento recordar los momentos más jodidos de mi vida. Recuerdo, por ejemplo, cuando me separé de la madre de mi primer hijo, lo cual suponía tener que dejar de verlo a diario. Era un bebé aún. No tenía ni un año. Y ya sabes (a poco que me hayas seguido) que lo más importante para mí en la vida es ser padre. Con todo este cuadro imagina cómo podía sentirme. Directamente me sentía a morir. La angustia sólo era equivalente al esfuerzo que tenía que hacer para que no se me notara en el trabajo, entre otros escenarios.
Pensar en sacar algo positivo de todo esto me parecía no sólo imposible sino también egoísta y esquizofrénico.
Pero, fuera por necesidad o por supervivencia (que es casi lo mismo), me repuse y me propuse encontrar ese lado. Sabía que así le daría sentido a tal sacrificio.
En primer lugar, yo no estaba bien en aquella relación y eso, de alguna forma, debía repercutir en el ambiente en casa. Por mucho que te esfuerces, no puedes disimular tu mirada o tu aura. Yo iba a estar mejor, y su madre también. Así que ambas cosas serían buenas para él. Parecía que, de esta manera, me liberaba del sentimiento egoísta. Funcionaba.
Tiempo después, viendo que mi hijo no se veía afectado por todo aquello al ser tan pequeño, me alegraba de haber sido valiente para dar el paso en ese momento y no haberlo postergado más.
Todo cobraba sentido. Todo tenía un motivo bueno. Para todos. Los años lo han reafirmado. En el tiempo que estuve trabajando estos procesos mentales y de pensamiento podría haberme hundido hasta los infiernos más calientes del infierno.
Fue, una vez más, una cuestión de decisión. De fortaleza. Lo fácil era entregarme a la situación, al dolor y a la ansiedad. Yo tenía una gran motivación en mi hijo, eso jugó en mi favor, quizá debas encontrar ese factor motivante. O crear uno directamente. Lo que es seguro es que, salvo casos muy especiales y trágicos irreversibles (y hasta en estos veo gente que es capaz de sacar algo bueno… héroes de verdad), todo tiene un lado bueno. Pero se saca sudando, trabajando, eligiendo.
Estoy seguro de ello.
Espero haberte servido.
Pd: No te olvides de lo negativo. Eso suele reforzar tus acciones y decisiones. Al diablo se le mira de frente o para cuando te vuelvas ya te habrá metido el tridente por el culo. De nada.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.