Pregunta: «¿Cómo afrontar una oposición?»

Buenos días amigo, gracias por tu pregunta.

Bien, como ya sabes, sobre los 22 o 23 años (ya ni me acuerdo) ejercí de Policía Local, y obviamente tuve que pasar una oposición con sus pertinentes pruebas, tanto físicas como teóricas.

Yo, en aquellos entonces, trabajaba en la tapicería familiar y no ganaba un gran sueldo y además tenía que pagar una hipoteca que estaba por las nubes por la gran subida del euríbor. Comento esto porque es importante para que entendáis por qué no pude acudir a una academia a preparar la oposición con alguna que otra garantía más.

De modo que tenía que trabajar a jornada completa mientras entrenaba y estudiaba por mi cuenta para dicha oposición. Y esto, también es importante porque yo sabía que la mayoría de aspirantes (y por lo tanto rivales, no nos engañemos) tenían más tiempo libre que yo y la ayuda de una academia.

¿Por qué es importante esto? Porque la competitividad en este tipo de situaciones es tremenda y puede que tú no estés en la posición más ventajosa pero… ESTÁS AHÍ. Tu nombre está en las listas como el de los demás. Tienes una oportunidad, aunque sea muy difícil.

Y creo, firmemente, que es la única forma de afrontar una oposición: con actitud.

Te prometo que hay gente que hace años que lo intenta, gente que se prepara mucho, gente que paga mucho por conseguir entrar vía formación pevia, gente que entrena duro y gente que no duerme pensando en que no pueden perder. Y esto último es lo que les puede matar. Porque las posibilidades de perder son enormes. Las posibilidades de no superar la oposición son muchas. Esa es la verdad. Porque el temario es difícil, las pruebas exigentes y hay un montón de hijos de puta dispuestos a dejarte fuera.

Yo tenía esto clarísimo. Sabía que era así y no de ninguna otra forma. Pero mi nombre estaba ahí, era un aspirante, y eso ya era mucho para empezar.

¿Cómo lo hice? No tengo ningún truco. Me levantaba a las 6h, me iba a correr y a entrenar. A las 8h entraba a trabajar, salía a las 13h y me iba a nadar. A las 14h iba a comer, dormía media hora y a las 15h volvía al trabajo hasta las 19h. Llegaba a casa y me ponía a estudiar, cenaba algo y seguía estudiando hasta la hora de dormir.

La clave, para mí, fue hacer todo esto con una tranquilidad brutal. Y estaba tranquilo porque sentía que, de verdad, estaba haciendo todo lo que podía, y sabiendo eso… ¿Qué sentido tenía sentirme mal pensando en que podía no superar la oposición? Ninguno a mis ojos. Podía ganar y podía perder. No tenía ningún tipo de expectativa absurda en plan «seguro que paso la oposición» y tampoco tenía ninguna exigencia autoimpuesta del tipo «no puedo perder, he invertido mucho tiempo y esfuerzo» porque no quería ser pasto de la ansiedad y, además, sabía que era un pensamiento absurdo en esencia.

Cuando la gente me preguntaba por cómo lo llevaba yo siempre contestaba el mismo «hago todo lo que puedo, que es mucho, si basta bien y si no también bien». Y lo pensaba de verdad.

Creo que esa tranquilidad me permitió entrenar mejor, estudiar mejor y sobre todo DESCANSAR MEJOR.

Las físicas las superé sin problema. El teórico fue realmente difícil pero estaba tan tranquilo que sabía que sabía lo que sabía, fui el primero siempre en terminar los exámenes y salir del aula. Terminé el último examen (creo recordar que era una prueba oral de inglés) y marché a casa sin saber si habría ido bien o no… pero brutalmente tranquilo. Todo había terminado y no estaba ni nervioso por los resultados. Celebré ese día que había acabado y seguí con mi vida.

Unas semanas después llegaron las buenas noticias, estaba dentro. Me puse muy contento, creo recordar que lloré, pero no por mí sino por las personas cercanas que estaban pendientes de aquello. Pero lo importante también aquí es que creo que de no haber superado la oposición me habría sentido tranquilo igualmente. Sí, me habría jodido en parte, quizá ligeramente triste, pero no decepcionado ni hundido. Pienso que habría sabido separar lo bueno de lo malo para encarar una segunda oportunidad con más ganas aún y cierta ventaja.

Si algo aprendí en ese proceso fue a pensar correctamente, a tener la mejor actitud posible cuando sabes que la derrota tiene una alta probabilidad de darse.

Al fin y al cabo una pregunta interesante que puedes hacerte hoy es: «Sabiendo que puedes perder, ¿cómo vas a luchar por esto?». Hay gente que prepara una oposición para perderla, así te lo digo. No seas de esos. Tampoco seas de esos otros que piensan que van a ganar sí o sí, porque en el fondo lo que les pasa es que están acojonados por la posibilidad de perder. Recuerda, los ganadores no temen la derrota.

Fuerza.

PAZ.

Joan Gallardo.

 

Pregunta: «¿Salir con amiga de mi ex?»

Buenos días amigo.

Me encantan estas preguntas por todas las reflexiones que provocan y por cómo hacen tambalear algunas rígidas creencias a poco que apliquemos algo de lógica y sentido común.

Vamos a ver, tú sales con una chica, lo dejáis y al cabo de un tiempo te enamoras de una amiga suya, ella de ti y empezáis a salir. ¿Hay alguna razón REAL para que esto no pueda seguir adelante? Quiero decir: ¿Has hecho algo malo en esencia? NO. Y tu amiga tampoco.

Tu ya no eres la pareja de una persona y lo empiezas a ser de una que tiene una relación amistosa con la primera… Vaya. No me parece grave.

Imagina que al final no empiezas la relación por «respeto» (le pondría 40 comillas) y que ellas al cabo de 2 años se discuten y dejan de ser amigas. Cosa que puede pasar perfectamente. Menuda cara se te quedaría.

Pero bueno, volviendo al tema y simplificándolo mucho, veamos unos cuantos puntos clave que quizá te hagan pensar de forma más clara:

  1. Si tienes buena relación con tu ex, se alegrará sin duda de que hayas encontrado a alguien con quien compartir tu felicidad. Y si es una amiga suya mejor que mejor. ¿No?
  2. Si tu ex resulta que no era todo lo buena persona que pensamos, no quiere que sigas con tu vida y respondas «a la llamada del amor» y le da un ataque de despecho y celos… ¿Para qué cojones vamos a tener en cuenta su opinión, juicio y actos al respecto? Que se joda.
  3. El objetivo de tu vida es ser feliz, no complacer a tus ex parejas. ¿Estás de acuerdo?
  4. Si no pudieras conocer la opinión de los demás… ¿Qué harías?

Son 4 cuestiones (podríamos hacer más, hasta que te aclararas) que te ayudarán a abrir más tu mente ahora mismo.

Piénsalas bien y sé sincero. Y recuerda que aquí no hay un «bueno o malo» absoluto u objetivo. Hay interpretaciones, opiniones, juicios y análisis. Y, para lo que nos ocupa hoy, sólo importa lo que tu decidas, personal y racionalmente.

Fuerza.

PAZ.

Joan Gallardo.

 

Pregunta: «Siempre has dicho que las relaciones a distancia no funcionan, pero ¿Por qué no?»

Buenos días amigo.

No creo que dijera tal cosa sino más bien que «no creo» en las relaciones a distancia, aunque haya preciosas excepciones que me quiten la razón. Pero como ya sabéis si hace tiempo que me seguís… yo no hablo sobre excepciones ya que suelen ser irrelevantes para el asunto que se trata.

Yo desearía que funcionaran, pero tanto la escasez de las mismas como las historias fracasadas que todos conocemos o hemos vivido hacen indicar, sin más, que su probabilidad de éxito es escasa. Por lo tanto, no puedo creer en ellas, aunque sea por pura estadística o incluso por sensación de fondo.

Otra cosa es una situación donde una pareja se tiene que separar porque uno de los dos tiene que marcharse una temporada fuera (a estudiar, a trabajar o lo que sea). En ese caso me cuesta meterlos en el mismo caso que las «relaciones a distancia habituales». Hablaríamos de una pareja que vive un distanciamiento temporal a reanudar, por inventarme un término entendible.

Volviendo al asunto, no tengo dudas de que una relación a distancia, a corto plazo tiene que ser algo incluso especial, pero a largo plazo me resulta tan sorprendente como irreal, salvo que la intención sea perpetuarla de ese modo y no romper nunca la barrera física. Y digo irreal porque en una relación a distancia se dejan de vivir situaciones que «curten» una pareja, por decirlo así. Los malos días, los momentos donde quieres estar sólo y no tienes ganas de hablar, los enfados, las discusiones en persona observando todo el catálogo de gestos, caras, tonitos y lenguaje no verbal. Entonces me resulta difícil contemplar la integridad y fuerza de una pareja que no ha pasado por esos momentos y escenarios. Simplemente.

Pensar en que, normalmente, una relación a distancia que se preste tiene como objetivo dejar de serlo para pasar a ser una pareja «al uso» ya nos habla del carácter temporal de la unión, seguramente debido a su propia debilidad y poco sentido antropológico. Por eso digo que no creo en ellas como sistema, aunque puede ser útil como abridor. Como facilitador para conocer a una persona y después ver si, presencialmente, puede surgir la pareja o no.

Por último está lo que yo llamo «la asunción de roles». Así como más se alargue la relación a distancia antes del paso a una relación presencial mayor será la asunción del rol como «pareja a distancia» y la propia asunción de los individuos, expuestos a una idealización casi total por parte de la otra persona. Cada uno irá haciéndose una imagen mental del otro hasta que se encuentren frente a frente, y si no concuerdan dichas versiones será difícil escapar de la punzante sensación de incoherencia.

¿En qué supuestos sí me parecería algo más razonable tener una relación a distancia?

Por ejemplo, si cada poco tiempo, uno de los dos viaja a ver a la otra persona o si ya existe una suerte de «pre-acuerdo» para establecer un tiempo máximo (no extenso) antes de decidir si se da el paso para desvirtualizar la relación o no.

No quiero que se alargue más el post de hoy, quedan detalles por decir, pero lo principal queda escrito.

Ya quisiera yo que funcionaran. No tengo nada en contra de las relaciones a distancia. Pero los valores a favor de su fuerza y resistencia son pocos… y frágiles. Aún así, estas cosas o se viven cuando se presentan o pasamos media vida pensando en cómo hubiera sido, idealizando los escenarios. Así que, adelante. Ya me lo cuentas si acabas en una.

PAZ.

Joan Gallardo.

 

 

Pregunta: «¿El despertar espiritual deja de doler en algún momento?»

Magnífica pregunta.

Buenos días amiga.

Pues la respuesta corta es sí, y empiezo por ahí para que te tranquilices y no te agobies o te pase por la cabeza renunciar a esto. Pocas cosas merecen más la pena en esta vida.

La larga es más complicada.

Lo normal es que un despertar espiritual duela. Y si no te duele a ti le dolerá a alguien cercano a ti. Cuando alguien despierta siempre hay algún ego que se subleva. Y a ese ego le salen espinas que perforan de dentro hacia fuera. Un ego a la defensiva es una úlcera sangrante.

Como te digo, lo más normal es que te duela a ti, y si no, será a alguien cercano que no termina de ver bien que la persona que ha conocido empieza a cambiar, aunque sea a mejor.

Lo único sensato que puedes hacer es seguir descubriendo ese camino nuevo y fascinante de auto-re-descubrimiento. Y de paso estar dispuesta a deshacer cuantas construcciones anteriores hayas hecho en tu vida. Algo que pasará, te guste o no, quieras o no, si sigues adelante con tu despertar.

En lo referente a las otras personas (cuando no te duele a ti pero sí a los otros al verte) deberás pensar en la situación como una prueba final de amor y coherencia. Sería una locura pensar que los que te quieren no deseen que estés mejor. Pero claro, el ego está loco. Y bien puede pasar que tengas la percepción de que a los demás no les parece bien que tú estés mejor. No tiene que ser más que un acicate perfecto para mantenerte fuerte en tu nueva andadura.

Piensa en ello como un mirar de frente al ego de los demás como si estuvieras mirando, también, un espejo a tu pasado. Donde puedes verte reflejada. Donde están ellos estabas tú. No debemos culparlos porque nosotros podríamos haber hecho lo mismo, tiempo atrás, en una situación parecida. Pero, para finalizar, tampoco podemos ignorarlos del todo, porque siempre que tengamos un ego enaltecido cerca nuestro proyecto de despertar puede verse en peligro.

Ahora que ya tienes un mapa de esta situación, espero que sepas navegar adecuadamente.

Fuerza y adelante.

PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «¿Cómo puedo combatir mi maldita adicción al móvil y redes sociales?»

Buenos días amigo con problema del primerísimo mundo:

Tal y como está planteado el uso del teléfono móvil hoy en día, para mí, la adicción al móvil va directamente unida a la adicción a las redes sociales. No conozco a nadie que pase horas con el móvil leyendo libros o consultando artículos científicos. Si estás enganchado al móvil lo estás también a las redes sociales y viceversa. También te tengo que decir que considero al luciferino whatsapp una red social (con seguridad, el epítome de lo que es una red social).

Yo hace unos dos años que desinstalé whatsapp sin sustituirlo por otra app tipo Telegram o llevando su uso a facebook messenger, por ejemplo. Directamente me desentendí de la mensajería gratuita instantánea. Desde ese momento, si alguien que me hablaba por whatsapp quería comunicarse conmigo tendría que llamarme, enviarme un correo electrónico o uno de esos antiguos (y de pago) sms.

Fue lo mejor que hice en años. No me he arrepentido ni lo he añorado ni medio segundo.

Claro que… ¿qué me hizo tomar esa decisión? ¿Si lo haces tú tampoco añorarás whatsapp? Pues no es tan sencillo. Para estar en un punto hay QUE LLEGAR a ese punto desde algún lugar. Ese lugar en mí se llamaba «estoy harto de whatsapp». Estaba hasta los cojones a un nivel que quizá te cueste imaginar. Soy el propietario de un negocio con decenas y decenas de clientes, ya te imaginas el volumen de mensajes que podía recibir al día en whatsapp. Quería quitar la app pero sentía que era imposible con un negocio así entre manos. Un día, tomándome una caña intentando desconectar de todo durante unos días de vacaciones recibí un whatsapp, al abrirlo vi que, además, tenía otras 14 nuevas conversaciones que habían aparecido en las últimas dos horas. Casi me da un parraque.

Recordé cómo eran los viejos tiempos donde tenía también mucho éxito en mi trabajo y whatsapp no existía. Como la gente respetaba mucho más las comunicaciones. Como el contacto humano se cuidaba más así como la intimidad y tu espacio personal. Cogí el smartphone y desinstalé la aplicación en esa misma terraza de bar. Respiré como no había respirado en mucho tiempo. Y en el negocio nada ha cambiado, seguimos petándolo igual.

Así que, concluyendo este punto, te tengo que decir que seguramente para deshacerte de esa adicción al teléfono un paso previo inevitable es estar realmente saturado, harto, hastiado y quemado de las redes sociales. Si te gustaría no usar tanto estas aplicaciones y el smartphone pero en el fondo adoras su uso y las redes sociales… parece ser que lo tienes jodido. Es como cuando sabes que hacer ejercicio te iría muy bien pero adoras quedarte en el sofá de casa por las tardes mirando Juego de Tronos. Simplemente no funcionamos así.

El otro punto importante en esta historia es conocerse sinceramente. Saber de lo que eres capaz… y de lo que no también. Mira, yo nunca he sentido adicción por las redes sociales pero sí que puedo pasar horas leyendo por internet. Hay tanta información que es fácil que mi mente se deje llevar por un artículo que me lleve a un estudio, que me lleve a una entrada de wikipedia que me envíe a otro lado y de ahí a un vídeo de youtube etc etc, y así pasarme horas sin darme cuenta de cómo vuela el tiempo. Me conozco y me encanta, pero por mucho que me guste hacerlo eso es un agujero negro del tiempo. Y hay que ganarse la vida, ya me entiendes.

Intenté ser más disciplinado y no pasar así de estar haciendo un trabajo importante a verme, sin darme cuenta, en wikipedia consultando quién estaba presente en el Tratado de Versalles, por ejemplo. Un fracaso total. Entonces comprendí que en este apartado yo tenía la fuerza que tenía y no tenía más, e incluso un poco más de fuerza tampoco me aseguraba un salto disciplinado suficiente como para no procrastinear.

Decidí que lo mejor, en esta situación, era no fiarme de mí mismo. Necesitaba ayuda externa.

Busqué programas para dar con una solución y descubrí mi querido Block Site. Desde el ordenador de mi despacho, con esta genial aplicación, me prohibí el acceso a las diferentes webs que me resultaban de gran interés ocioso durante mi jornada laboral así como algunos portales de noticias y todas las redes sociales que no formaban parte de mi trabajo. Así, cada vez que inconscientemente intentaba entrar en dichos portales web el Block Site hacía su trabajo y me bloqueaba el acceso. Incluso aparecían mensajes en pantalla del tipo «te he pillado, vuelve al trabajo». Era genial. Era como tener a mi madre vigilándome durante el trabajo.

Recuerdo que los primeros días veía bastante los bloqueos de Block Site, pero cuando llevaba una semana trabajando de esta nueva manera me percaté de que hacía unos días que no veía sus graciosas pero severas pantallas ya. Ese hábito se estaba yendo. Lo mejor era que, al llegar a casa, no sentía el impulso por meterme a navegar por la red intentando compensar el no haberlo hecho durante el día. Simplemente ese mal hábito estaba desapareciendo, o como mínimo, estaba colocado en un punto razonable.

Mi vida es mucho mejor ahora. Ojalá pudieras meterte en mi cabeza un día para ver cómo me siento.

En definitiva, seguro que hay muchas vías para desengancharte del smartphone (de hecho ya hay clínicas para ayudar a casos como el tuyo o más extremos, espero) pero, por lo visto, primero necesitarás estar realmente harto de él y de las redes sociales y en segundo lugar, tendrás que ser más hábil e inteligente que fuerte para trazar un plan que te tenga controlado. Un plan que incluya ayuda como la ayuda que yo encontré en el Block Site.

Espero que un día llegues a estar realmente tan hasta los huevos como estuve yo. Ese día empezarán a pasar cosas realmente interesantes.

Fuerza amigo.

Joan Gallardo.

Pregunta – Tema: «No he tenido pareja nunca con casi 22 años»

Buenos días amigo:

Bien, no es tan grave aunque, sin conocer más detalles de tu historia seguramente vives esta situación por un par de motivos principales. El primero, porque no has encontrado a la persona adecuada o porque tú eres la persona adecuada de alguien que no te ha encontrado, en tal caso estás de enhorabuena aunque no lo creas, porque te has mantenido fiel a tus valores y principios y lo que buscas en la otra persona de forma que no has terminado con cualquiera simplemente por estar con alguien. Eso está muy bien, es mejor estar sin pareja que estar con una porque te sientes exigido por tu entorno, por tu edad o porque es lo que se supone que tiene que ser.

El segundo motivo, ya más delicado, es que no has tenido nunca pareja porque quizá te falten habilidades sociales, porque no te relacionas bien con las personas que te interesan en el plano romántico o porque cometes algunos errores en el juego.

Hace poco publicaba esta viñeta y puede servirte como ejemplo de dichos errores.

Yo he podido observar varios de ellos y tratar bastantes más en mi despacho en forma de «quejas» de parte de personas como tú, que presentan dificultades para encontrar pareja. Los principales son los siguientes:

  • No mostrarse honesta y auténticamente.
  • Decir y hacer lo que se piensa que la otra persona quiere, aunque no sea lo que uno haría o diría libremente.
  • Interrogar. Acribillar a preguntas.
  • Contar sus problemas demasiado pronto.
  • No ser divertido ni tener sentido del humor. Presentarse como alguien aburrido o anodino.
  • No tener una buena conversación.
  • No presentar intereses (aunque no sean en común) ni hobbies ni pasiones.

Analiza si estás en alguno de estos puntos, puede que te ofrezcan un guión que explique por qué estás en este punto.

Para concluir, mi principal consejo es que no te agobies, es muchísimo peor estar con alguien equivocado que estar solo. Y te aseguro que una pareja equivocada puede llenar tu vida de amargura, desmotivación y supone en entorno perfecto para que no puedas seguir evolucionando como persona.

Sé fiel a ti mismo, a cómo eres ahora, a lo que buscas en otra persona y no te muevas de ahí. Que tu señal sea inequívoca para que lo que está por venir te encuentre fácilmente llegado el momento. De mientras disfruta de lo que tienes y sigue tu camino evolutivo como ser humano, que es indiferente a tu estado civil… o al menos debería serlo.

PAZ.

Joan Gallardo.

Pregunta: «Voy a romper con mi pareja y siento que he perdido el tiempo, ¿cómo hacer desaparecer esa sensación?»

Bueno amiga, esa sensación la vas a tener a menos que contextualices dicha sensación. Porque ahora sientes eso porque estás a punto de terminar con la relación, porque imagino que hace medio año no pensabas así, e imagino también que cuando las cosas os iban bien (porque imagino que en algún momento os iba bien) ni se te pasaba por la cabeza pensar que estabas perdiendo el tiempo.

¿Sabes? Mi abuelo decía mucho eso de “una vez visto todo el mundo es listo”, y en cierta manera se aplica a lo que piensas ahora. Entre dolida, decepcionada y puede que incluso engañada sientes ese típico “tiempo perdido” pero no es tal, sólo es “tiempo vivido”. Y punto. Tus emociones actuales ofrecen un contexto, un escenario donde es sencillo y súper accesible pensar que has estado tirando el tiempo con esa relación, pero eso lo sabes ahora que la relación se termina. Nada más.

En este caso, comprender por qué piensas así es clave. Serenarse y decir “bueno, siento esto porque el contexto me invita a pensar así, sé que cuando todo esto se enfríe un poco seguramente tenga acceso a otro punto de vista, incluso a la parte positiva de esta relación”. Y mientras tanto, aceptas el dolor y lo vives con cierta distancia prudencial si es necesario, vamos: que no te tomarás tan en serio sabiendo que estás fuertemente condicionada por las emociones de este momento. Relativizarás y así podrás verlo todo desde un punto de vista subjetivamente más objetivo.

Pronto podrás echar un vistazo a tu relación y sacar algunas lecturas positivas, la más obvia es que has sido fuerte para dejar una relación larga que ya no te llenaba, y obviamente para llegar a ese punto antes hay que tener una relación que romper.

También tendrás acceso al recuerdo de los días bonitos que tuvisteis sin que eso te provoque añoranza, melancolía o arrepentimiento alguno y también tendrás el mismo acceso a las cosas malas sin que tengas que sentir un aumento del odio, rabia o rencor hacia la relación o tu ex-pareja. En definitiva, tendrás una perspectiva más JUSTA de todo, sin caer en el extremo de ningún lado. Lo bueno, bueno fue; lo malo, malo fue; y el tiempo invertido, bien invertido estuvo hasta que llegó a su fin.

Cada día se rompen miles de parejas en el mundo, a cada minuto de hecho. Tantas como se crean. No siempre elegimos bien ni podemos conseguir que la pareja tenga éxito a la larga, pero eso, simplemente, no lo sabemos cuando empezamos. Confiamos en que lo estamos haciendo bien, y nuestra buena voluntad e intenciones, así como nuestro esfuerzo, debería ser más que suficiente para poder poner un cierre final que nos deje preparados para poder continuar nuestras vidas sin tener que cargar con una mochila llena de malos sentimientos y pensamientos.

Joan Gallardo.

PAZ.

Pregunta: ¿Sueles Contar Hasta 10?

Y hasta 1000 si hace falta.

No me gusta que mis primeras emociones se conviertan en reacciones, actitudes y comportamientos. Conozco a mi cerebro y su funcionamiento de modo que conozco también lo que provoca «el mal pronto». Sé de lo humano que resulta pero también de lo poco razonado y animal que resulta.

De largo, las personas con las que más cuesta convivir son aquellas que no tienen ningún tipo de filtro entre lo que sienten en un primer momento y lo que sueltan por la boca inmediatamente después. Son, con suerte, aquellas que están pidiendo perdón cada dos por tres y le echan la culpa a su «mal pronto» o «mal genio». Porque cuando la emoción pasa, entienden de lo exagerado e irracional de su reacción, pero como suelo decir: «no puedes meter las palabras para dentro una vez han salido». Podríamos decir eso de «el mal ya está hecho».

Pedir perdón es algo divino, pedir perdón muchas veces es un problema. Algo no está bien por ahí dentro si te ves disculpándote frecuentemente.

A mí me ha tocado convivir con personas así y no es agradable. Quizá por estar expuesto a ello no quise verme nunca del otro lado, actuando así. Contar hasta 10 (o el tiempo y número que sea necesario) es un remedio casi infalible. Hay más problemas derivados de las palabras que sobran que de las palabras que faltan.

Por ejemplo, si recibes una crítica o incluso un insulto en redes sociales (pondremos este clásico ejemplo ahora que estamos en el mundo internet) tu primer impulso será contestar y pagar con una moneda parecida inmediatamente, reaccionando, llevado por la mala leche de la ofensa. Si lo piensas unos minutos y esperas a serenarte empezarás a pensar en otro tipo de contestación, quizá más madura e inteligente. Si esperas más aún, hasta el punto en el que tus emociones están en su punto anterior, puede que se te ocurra algo más «razonable» y práctico, como borrar el comentario y bloquear a su autor. En estos casos, como en casi todo en la vida, lo mejor es esperar un poco. Contar.

Es mejor medir cien veces y cortar una que medir una, cortar y tener que tirar la tela porque ya no puede quedar bien.

Todos sabemos tener «mal pronto», sencillamente porque es la opción más fácil. Pero estaremos de acuerdo en que éste sería un mundo mucho más amable si todos empezáramos a pensar un poco más antes de hablar o actuar.

Yo prefiero razonar antes que reaccionar.

Reaccionar es útil cuando tu vida corre peligro o cuando no hay tiempo para razonar, y casi nunca nos vemos (gracias a Dios) en este tipo de situaciones. En todo lo demás, pon tiempo entre tu primera emoción/reacción y tus palabras o actos. Vivirás mejor tú y los que te rodean.

Pruébalo, no perderás ni una décima parte de lo que puedes ganar.

Joan Gallardo. PAZ.

Pregunta: «Si Tras un año de ruptura traumática sigues sufriendo, ¿Cómo lo solucionarías?

Empezamos hoy (a modo de episodio piloto) a dar cabida aquí a preguntas de los habituales «Ask me a question» que a diario contesto en mi cuenta de Instagram pero que necesitan de un desarrollo más largo y elaborado. Y será aquí porque a veces es imposible contestar algunas preguntas en solo 2200 caracteres.

Vamos con esta primera pregunta, por interesante y por repetido a lo largo del tiempo respondiendo preguntas sobre el tema amoroso, que aunque no es mi tema favorito sí que es, de largo, el tema sobre el que más me preguntan.

La pregunta es: «Si tras un año de ruptura traumática sigues sufriendo, ¿cómo lo solucionarías?».

Casi nada, maldita sea. Me gusta que confiéis en mí a ese nivel pero si tuviera esa clave, aplicable a todo el mundo, ya lo estaría vendiendo a 300 euros la consulta. De todas formas, sí sé algunas de las cosas que muchos hacen (y todos hemos hecho) para prolongar ese sufrimiento. Os las contaré para que analicéis si estáis cayendo en algunos de esos tiros en el pie que tanto le gusta a la gente meterse.

COSAS QUE HACER PARA NO SUPERAR UNA RUPTURA EN LA PUTA VIDA.

1- Espiar a tu ex en redes sociales.
2- No eliminarla del whatsapp o espiar sus estados, ver si está online a altas horas de la noche y contemplar patéticamente su foto de perfil.
3- Enviarle mensajes a través de otras personas en común.
4- Escuchar las canciones que solíais escuchar juntos.
5- Ver las películas que veías con ella o te recuerdan a ella.
6- Ir a los sitios a los que ibas con ella (bares, restaurantes, playas, etc)
7- Pasearte «casualmente» cerca de donde vive o trabaja, por si «re-casualmente» coincides con ella.
8- Hablar a los demás de vuestra ruptura y de lo jodido que estás. Todo el tiempo, sin más temas.
9- Llamarla para ver si se lo ha pensado mejor. No me jodas.
10- Buscarte una nueva pareja calcada a la anterior.
11- Tener la casa llena de recuerdos. Incluso vivir en la misma casa (si es que vivíais juntos) puede hacer casi imposible superar la ruptura. Las cosas adquieren el aroma de las personas.
12- Pensar fervientemente que no puedes superarlo, que has perdido a la persona perfecta para ti (si lo fuera estaría contigo, joder) y que la vida se te ha jodido por cualquier lado que puedas mirar. Pensar que nadie te va a querer nunca más también ayuda a no superarlo, y mucho.

Se me ocurren varios puntos más, no descarto una segunda parte, pero con estos ya tenéis trabajo imagino.

De verdad, normalmente la persona que más sabotea, con diferencia, la superación de una ruptura, es la propia persona afectada. Quizá porque se niega a aceptarlo o quizá porque de esta forma se otorga una especie de importancia personal que raya el teatro y el drama, no lo sé, pero la cuestión es que casi nunca nos hacemos un favor en estos temas.

Procura no verte reflejado en alguno de estos puntos, y si es así, ponle freno. Corta en seco tus actitudes adversas. La ciencia apunta a unos 100 días el tiempo necesario para superar una ruptura, o al menos para empezar a superarlo, pero… si cada dos por tres estás poniendo a 0 el marcador de días esto se te puede hacer eterno.

Hazte un puto favor.

Ánimo. Fuerza.

PAZ.

Joan Gallardo.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies