Por Qué Algunos No Cambian.

A veces las respuestas son tan obvias y las tienes tan cerca que no las ves por pensar que es imposible que una resolución tan sencilla pueda ser verdadera.

Me lo han preguntado un millón de veces en este último millón de años: «¿La gente puede cambiar?».

Creo saberlo hoy. Ahora.

He estado buscando mis gafas de ver, y las llevaba puestas.

La gente puede cambiar. Afirmo. Y mucha gente no cambiará en la vida. AFIRMO. Podría cerrar el artículo e irme a por una cerveza, pero escribiré un poco más.

La vida me ha dado la singularidad (no diremos beneficio ni castigo) de estar siempre rodeado de mucha gente. Por mis manos han pasado cientos de personas por mi profesión. Antes de eso conocía unidades singulares de personas complejas, intrincadas, casi retorcidas en un sentido no psicopático… bueno, algunas sí. Ha sido un muestreo impresionante.

He conocido a mucha gente infeliz, durante mucho tiempo me castigaba por pensar que no era lo suficientemente bueno al no poder cambiarlas. Lo digo siempre, en ocasiones soy muy tonto o muy gilipollas, o algo de ambas. Qué error. No lo hagáis nunca.

Entonces, si la gente puede cambiar: ¿por qué no cambiaron todas esas personas infelices? Ahí puede estar la clave. Qué cojones… ahí pienso yo ROTUNDAMENTE que está la clave. Ahora creo que no tiene nada que ver con la fuerza interior o la malnacida fuerza de voluntad. Quizás ya podamos prenderle fuego a la estantería de «autoayuda».

Allá voy: toda esa gente infeliz que conocí no cambió, y siguió con su amargada existencia, porque TODAS se encontraban culpando a alguien de su infelicidad. Y el problema no es que culparan a otros, el problema es que vivían pensando en ello todo el tiempo.

Por supuesto que la culpa es natural, diría que necesaria, pero sólo para el primer capítulo del cambio. A veces otros tienen la culpa de algunas cosas que nos suceden. SÍ. Pero tras echar la culpa al primo de turno debemos dar paso a la responsabilidad. Para hacer lo que tenemos que hacer.

Es como el ciclo del miedo. El miedo es necesario, pero sólo para ponernos en marcha. Si siempre tuviéramos miedo nos saldríamos de la fase de petrificación. El león nos comería, esas piernas no correrían.

Todas las personas felices que conozco pasaron momentos asquerosos. Jodidos, jodidos de verdad. ¿O piensas que has inventado tú el drama? ¿Que tu corazón es el primero que se rompe en la historia de la humanidad? ¿Serás tú el blanco de algún pecado original? Ni de coña. No somos tan especiales.

Tiempo después de pasar esas situaciones los veías más felices de lo que fueron antes, o al menos como lo eran antes. Si les preguntabas cómo lo habían hecho siempre respondían algo del tipo: «Sí, fue una putada y no me lo merecía, pero no iba a estar toda la vida culpando y enfadado con la vida y la gente, ¿no?»

Joder. Es como si tuviéramos una RAM específica que sólo se puede poner en modo CULPA-NO CAMBIO-DOLOR o en modo RESPONSABILIDAD-CRECIMIENTO-FELICIDAD. Si estamos en el primer modo no podemos acceder al segundo, y en el segundo no caeremos en el primero.

No… si en el fondo somos más simples que una paja con la luz abierta.

No cambiamos porque culpamos a otros de nuestras mierdas y por lo tanto no vemos la necesidad. «Que cambien los demás, no te jode».

Un conductor suicida en plena autopista sólo ve venir cientos de conductores suicida.

PAZ.

Joan Gallardo Coach.

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Aceptar Que Te Has Equivocado.

«Lo que más me gusta de Joan es su no-dogmatismo«

Me lo dijeron hace poco. Y me puse a pensar.

No sé tú, pero yo me he equivocado un millón de veces, o más. No es que me sienta orgulloso de mis cagadas (no soy gilipollas, bueno, un poco sí), pero sí me siento orgulloso de admitir que he estado equivocado en muchas ocasiones.

En mi canal de Youtube (click aquí por si queréis curiosear) tengo vídeos antiguos sobre temas peliagudos y, cuando los miro ahora, a veces estoy en desacuerdo con ese Joan. Pero me enorgullece la valentía de haberlos hecho, pero mucho menos que el hecho de que ahora piense que estaba equivocado. Y no pasa nada. Es más, los dejo ahí para que veáis que no hay vergüenza en aceptarlo.

Cambio de opinión frecuentemente, a algunos les parece una falta de criterio y a otros (incluyéndome a mí) les parece algo genial pues supone movimiento. A veces crecimiento y a veces retroceso, pero movimiento al fin y al cabo. Y yo pienso que si me muevo es que estoy vivo, sea hacia donde sea.

Y sí, cada cambio de opinión lleva dentro la aceptación de admitir que estuve equivocado una vez sobre algo. Y si te he dicho que cambio de opinión frecuentemente ya imaginas las veces que admito estar equivocado.

Podrías probar. Los que están cerca de ti descansarán. Pero tú más. No hay nada mejor para andar que llevar una mochila vacía que poder ir llenando o no a medida que vives tu viaje.

A fin de cuentas eres lo que piensas en algunos momentos solamente, y los momentos pasan, no te aferres a nada. Por encima de lo que crees o piensas hoy estás tú. Muy por encima. Suéltalo, admite que la cagaste, que la estás cagando y que puede que estés a punto de cagarla pronto. Relájate. De una putísima vez.

PAZ.

Joan Gallardo Coach.

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La Fragilidad de tu Opinión.

«-¿Qué ha querido decir con eso?
-¿Qué te gustaría que hubiera querido decir?»

En esta maravillosa escena de «RocknRolla» Archie vacila al flojo concejal mostrándole la vaga importancia de las opiniones y expresiones que los demás pueden decir. Como si a todo le pudiéramos sacar punta o llevarlo de un lado u otro.

Quizás el concejal se conforme (o desee) con que alguien le ayude a tener su propia opinión sobre una situación concreta. Como si lo primero que fuera a sentir careciera de fuerza o rigor. Y pasa constantemente.

Tú tienes una opinión bastante pura y sincera sobre un hecho… hasta que empiezas a dudar de ella por lo que otros piensan y opinan.

Recuerdo que de niño una chica era guapa cuando la mayoría estaba de acuerdo en ello. Por muy guapa que te pareciera a ti la niña de las gafotas, todo lo que pudieras sentir se veía amenazado por las sentencias de la mayoría o de los juicios respetados de ciertos miembros de la clase, normalmente los más populares, normalmente los matones, normalmente los más paletos. Si no eras mínimamente fuerte y te acercabas al «parlamento estudiantil» las dudas se apoderaban de ti y, súbitamente, esas gafotas cada vez eran más grandes y ese ángel de niña empezaba a mutar a gárgola.

Y no valía la pena. No vale la pena. Jamás valdrá la pena.

Nunca te dejes influenciar por las opiniones de la masa o de «influencers» si a cambio estás exponiendo la fragilidad de tus propios pensamientos u opiniones. Es más, es mucho mejor una opinión equivocada PROPIA que una acertada ajena. La primera te lleva a la humildad y al crecimiento, la segunda te conduce al victimismo, convirtiéndote en una oveja.

Al fin y al cabo, la verdad y la razón como conceptos son escurridizos. Aquí, en Mallorca, en mayo ves a gente con jersey, otros en manga corta y otros con chanclas y calcetines a la vez. Hace calorcito y rasquilla al mismo tiempo. Si todos quisieran ponerse de acuerdo, algunos se constiparían y otros  sudarían Nivea.

DESPIERTA.

PAZ.

Joan Gallardo.

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El Penúltimo Escalón. Parte II.

Sigamos.

La gente es infeliz en su mayoría, y cualquier motivo es bueno para ello. Digo motivo, no excusa, porque la excusa es usada para mentirse a uno mismo sin importar lo alucinante de dicha excusa. Yo las he usado, tú también. Todos lo hemos hecho. Nos hemos mentido sobre nuestra felicidad, o su ausencia.

La felicidad. Nos hemos creído que su consecución está cerca de nosotros, pero que no está completamente bajo nuestro control. En lugar de deshacer este nudo nos concentramos en echar la culpa a aquellos que identificamos como obstructores de nuestra plenitud y felicidad. Y nos convertimos en maestros de este arte cuando llegamos al penúltimo escalón.

La gente es infeliz en su mayoría,
y cualquier motivo es bueno para ello.

En el penúltimo escalón la separación con todo y todos es brutal y salvaje. Sientes que estás solo en el mundo y que los que te rodean son los hacedores de tu desgracia. Que tu amargura y apatía son la resulta de lo que pasa fuera de ti. O de lo que te hacen.

Es una mentira cómoda, como un puñal clavado en la espalda en un lugar insensible. Te irá desangrando aunque no lo notes… aunque sepas que está ahí.

Tu laxo argumentario y vagas excusas refuerzan tu ego en el penúltimo escalón. Eres como la escena típica de película donde quedas colgando de un precipicio. Cuando ese personaje que no sabes si es amigo o el villano de la cinta te ofrece la mano para salvarte mientras dibuja una malévola media sonrisa de lado en la cara. Ya sabes que siempre es el villano al final. Ese villano es tu ego.

Confío más en el suelo que en el ego. Confío más en la tristeza que en el ego. Confío más en el dolor que en la promesa del ego. Tú y el ego sois Bonnie & Clyde, final incorporado.

En el penúltimo escalón te vas a convertir en una máquina de culpar. Una metralleta de auto-mentiras y excusas. Irresponsable y patético.

Ante tal panorama: ¿no es mejor dejarse caer?

Piensa en la siguiente situación: Vives en un primer piso, a dos metros y medio del suelo. Son las 2 de la mañana y hace un frío de cojones. Sales al balcón porque has oído un ruido raro en la calle. Sales medio dormido y sin darte cuenta cierras la puerta corredera que sólo se abre por dentro. Estás encerrado en el balcón, en pijama de algodón y cero grados. No puedes entrar ni aporrear la puerta porque no te van a oír. Empiezas a cagarte en los demonios y santos que conoces. Estás solo. Sólo hay una posibilidad, dejarte caer hasta la calle y tocar el timbre de la puerta principal que sí se oye por toda la casa. Pero te da miedo romperte un tobillo. Sólo hay dos situaciones posibles y dos tipos de persona para cada situación.

¿Qué harías tú? ¿Qué clase de persona eres tú?

El balcón es el penúltimo escalón.

PAZ.

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El Penúltimo Escalón. Parte I.

El penúltimo escalón es el término que suelo usar para referirme a aquellos que se encuentran en una crisis de felicidad y están ubicados un escalón antes de tocar fondo.

De algún modo saben que no están bien, de eso no tengáis dudas, pero se resisten a caer del todo y ante dicho miedo se niegan a moverse demasiado hacia arriba, no vayan a perder el equilibrio y caigan al fondo.

Sus últimos esfuerzos, fútiles todos ellos, van dirigidos a aguantarse en ese escalón. No tienen fuerza y les falta humildad y auto-crítica para subir desde ahí. Tampoco les apetece dejarse ir y tocar fondo porque se verían obligados a hacerse cargo de ellos mismos, lo cual puede provocar desde ansiedad a ataques de pánico.

Lo mejor bien pudiera ser ceder. Aceptar el dolor y ceder.
No luchar en los términos que conocemos,
que pueden ser incorrectos si lo pensamos adecuadamente.

Mi opinión (que como siempre digo, puede valer o no valer NADA) es que es peor sostenerse en ese penúltimo escalón. Que pocas personas nacen con tanta humildad y auto-crítica de serie como para saber levantarse desde ahí. Que lo mejor bien pudiera ser ceder. Aceptar el dolor y ceder. No luchar en los términos que conocemos, que pueden ser incorrectos si lo pensamos adecuadamente.

El ego sobrevive cómodo en esa tesitura y viene a decirte algo del tipo: «Tú no tienes culpa de nada, la culpa la tienen los demás. Sigue en tus trece, no estamos tan mal aquí. Ya nos salvará algo o alguien, y si no al menos nos tenemos el uno al otro». Casi, uno tiene al otro, y ya sabemos quién a quién.

Como dice la canción entonces «Cuando llegas al fondo, estás cerca de la cima. Entonces la mierda se convierte en gotas de chocolate«. Cuando tocas fondo tienes motivos, en el penúltimo escalón sólo tienes excusas.

Seguiremos en la próxima parte de este tema para seguir desarrollando este concepto y poder ayudar a alguien.

PAZ.

Joan Gallardo.

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Contribución en la Sociedad & la Felicidad.

Creo que hemos pasado por alto una gran posible causa de infelicidad que está contribuyendo a aumentar el mal infeliz de nuestra sociedad.

No sé cómo resumirlo pero podríamos llamarlo algo así como «Dado de baja de la Sociedad».

Me refiero a que creemos que no tenemos nada que aportar a la sociedad, y por lo tanto no hacemos nada por ella. Un cruce entre «no soy nadie» y «que le den a los demás». El espectro es muy amplio y abarca desde aquellos que no dejan pasar nunca a nadie en el paso de cebra hasta esos otros que compran todas las barras de pan de la tienda sin preguntar antes a los demás si alguien quería pan también.

Pensarás que esos ejemplos son demasiado pequeños para que la comunidad note algo, pero imagina que todo el mundo despertara cada mañana con la intención de hacer algo bueno por alguien más. Pienso en mi pueblo, somos 40000 habitantes, ¿no sería brutal imaginar 40000 personas dispuestas a dejarte pasar en la cola del súper, sonriendo al dar los buenos días, sin cabreos al volante, trayéndote un café sin pedirlo, llevando a sus hijos al parque por sorpresa, aparcando donde toca y si no hay yendo a pie donde sea que hay que ir (yo acabo de ver un coche aparcado la mitad sobre el paso de cebra y la otra mitad sobre la cera, todo con la importante misión de tomarse un café y no caminar demasiado). Son sólo ejemplos. Puedes imaginar los tuyos y hacer ciencia-ficción.

Porque parece que hablamos de eso. Fantasía, una película o experimento social. ¿Podría llegar a ser algo habitual?

«¿Te ayudo con esas bolsas?»
«¿Necesitas ayuda?»
«Me alegra mucho haberte visto»
«Te deseo un gran día»
«Tranquilo, todo va a ir bien»

Tampoco pido que saques la escoba a la calle y barras medio pueblo, ni que montes una ONG, tan siquiera tienes que dar pasta a la iglesia si no lo deseas. Te pido que salgas a la calle en modo «Contribución», en modo «vamos a hacer un mundo mejor», pensando en «¿cómo puedo ayudar hoy?».

Los pensamientos de hoy por las acciones de mañana. Por el mundo del futuro. Tú verás.

Joan Gallardo Coach.

PAZ.

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Pensamientos Sobre la Felicidad y la Sociedad.

El problema es que la gente no es feliz. Y si ese estado se limitara a personas sin influencia el problema, aunque triste, no sería tan grave.

El problema, el PUTO PROBLEMA, es que hay mucha gente con poder y responsabilidades realmente infeliz. No hace falta mucho para deducir cuántos de los políticos que deciden a diario sobre nuestras vidas son felices o no. Estoy harto de ver a los pobres y tan necesarios maestros quemados… e infelices. Por Dios nuestros hijos conviven horas con personas que no son felices y que están hasta los cojones de estar dando clase. No puedo decir que nunca me haya escupido en el café algún camarero explotado e infeliz.

El problema, el PUTO PROBLEMA,
es que hay mucha gente
con poder y responsabilidades
realmente infeliz.

Algún que otro médico infeliz estará ahora mismo mandando a alguien a casa porque no está de humor para soportar según qué rollos. Me imagino a un jefazo de algún banco denegando ahora mismo una hipoteca porque hoy ha batido el récord de «no tengo ni una puta gana de ir a trabajar, odio mi trabajo, que infeliz soy».

¿Pero se preocupa la gente por ello?

¿Acaso saben cómo ser felices?

¿Acaso creen que es mínimamente posible?

¿Acaso saben por dónde empezar?

El mundo se arruga de infelicidad. Los felices son señalados por inconscientes, por optimistas, por lunáticos, por raros, por «¡me cago en tu padre quita esa sonrisa de ahí!». Quién sabe, puede que hasta soñemos ser como algún que otro famoso que, salvo posesiones, no tiene nada más que infelicidad y amargura.

Puede que hasta soñemos ser
como algún que otro famoso
que, salvo posesiones, no tiene
nada más que infelicidad y amargura.

Schopenhauer lo intentó y tampoco sabía muy bien cómo, se conformaba con estar bien de salud y preferir estar vivo a muerto. Una mente privilegiada, un referente para mí, pero que no me queda resuelto si resolvió su búsqueda de la felicidad. Me viene a la mente Krishnamurti y su insistencia en que el problema es individual y a resolver individualmente del mismo modo, no podemos confiar a nadie ni a nada nuestra obtención de la felicidad.

Si mañana cada individuo del planeta despierta con el único objetivo de ser feliz, individualmente y hacia dentro, y después desea convivir con más personas felices no creo que los problemas del mundo duraran mucho tiempo más. Imagina el planeta lleno de personas felices y dime que no es la clave.

Imagina el planeta lleno
de personas felices y
dime que no es la clave.

Pero estamos a otras cosas.

Envidiaremos antes un Ferrari o un chalet de 7 habitaciones que a una persona feliz. Quizás porque parece más fácil ser feliz que tener un Ferrari. Podríamos hacer una encuesta a propietarios de Ferrari para ver sus índices de felicidad. Me juego el cuello a que son idénticos que el de los propietarios del Ford Fiesta.

Apartamos la atención de lo que lógicamente identificamos como «fácil». Somos unos engreídos.

Ser feliz será fácil o difícil, no lo sé, pero pagar una hipoteca 40 años es necesario. Ya tendremos otros momentos más desocupados para pensar en ser felices.

Mientras se sospeche del feliz y se le atribuya la suerte o la mentira como campo de flores de su felicidad poca cosa hay que hacer. Seguir insistiendo y devolver con un «chócala» cuando te señalen con el dedo. Todo en orden.

PAZ.

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Nos Quedamos Sin Referentes Cuando Más Falta Hace.

Voy a ser breve y no voy a dar mi opinión con respecto a los últimos acontecimientos políticos. En primer lugar porque me siento más Outsider que nunca y en segundo lugar porque imagino que a nadie le importa lo que opine yo sobre esto (cosa normal, yo no le doy mucho valor a lo que pueda opinar hoy, y menos sobre política).

Sin embargo voy a dejaros un sentimiento que hace muchos años reside dentro de mí. Tengo una añoranza fuerte.

Echo de menos disponer de un elenco de referentes pensadores. De un ministerio de sabiduría por decirlo así. Un mar de palabras donde uno acudir ante la desesperación del no saber qué pensar ni cómo sentir.

Me vais a perdonar pero si hoy en día nuestros referentes son Gerard Piqué por la izquierda, algún tuitero anónimo por la derecha y personajes ambidiestros disfrazados de centro es que estamos bien JODIDOS. Les escucho hablar y alucino pensando que éste es el nivel de los referentes actuales. Nunca he visto verborreas más vacías en mi vida en tan poco tiempo. Hablar mucho para decir nada a cambio de retweets y viralidad fácil. Puta autoestima.

No nos queda un Malcolm X, un Luther King, una Ayn Rand, un Krishnamurti, un Schopenhauer, un Einstein, un Unamuno, un Blas de Otero, un Churchill, una Angelou, un Lennon ni tan siquiera un Bob Marley.

Lo echo de menos como si hubiera vivido esas épocas en persona. Me da mucha pena.

Menos mal que dejaron un legado inmortal para que pudiéramos acudir a ellos cuando lo necesitáramos, pero no se suele hacer a menos que te sirva de arma arrojadiza. Os juro que he visto a Rosa Parks volar en forma de cocktail Molotov.

Los iluminados de Baviera mojan sus patatas fritas en la sangre de los hermanos.

Esto es todo lo que tengo que decir pero qué sé yo…

PAZ.

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Objetivos, el Ser Super-Humano y la Capacidad.

Somos un fenómeno.

La mayoría de nosotros hemos sido capaces de vivir situaciones límite durante nuestra existencia. ¿Que no? Aquí tienes una lista de cosas impresionantes que hace o ha hecho casi todo el mundo:

  1. Estudiar noches enteras para un examen.
  2. Ir 6 horas al colegio cada día desde los 3 o 4 años. Como el trabajador va a la fábrica. Brutal.
  3. Jugar horas y horas a fútbol sin cansarse.
  4. Hacer toneladas de deberes después de las seis horas del punto 2.
  5. Pasar 20 años estudiando fuera de casa entre parvulario, primaria, secundaria y educación superior.
  6. Pagar una hipoteca 30 años.
  7. Reponerse tras una separación amorosa.
  8. Tener hijos y educarlos.
  9. Trabajar de noche.
  10. Jubilarse a los 67 años.
  11. Pagar toneladas de impuestos.
  12. Jugar con tus hijos en casa después de 12 horas trabajando.
  13. Montar una empresa.
  14. Pasarse la vida opositando.
  15. Cocinar a diario.
  16. Mantener la casa limpia y en orden.
  17. Empezar a trabajar en plena adolescencia.
  18. Practicar deporte en la adultez, sin obligación de ello (como en el colegio o por imposición paterna)
  19. Vivir durante mucho tiempo con lo justo, sin llegar apenas a fin de mes.
  20. Dar a luz.

Ahí van 20 ejemplos que no he tenido que pensar demasiado y hay 1000 más. Pero si nos detenemos un momento a pensar en nosotros mismos nos surgen pensamientos del tipo «nunca he hecho nada con mi vida», «no valgo para nada» o «soy incapaz de hacer cosas importantes». Pues vaya, no lo parece.

Casi diría que está  bastante claro que somos capaces de conseguir grandes cosas y llevar a cabo maravillosas proezas. He visto superhéroes y superhumanos en mi vida. Vi a una mujer perder a su hijo y no volverse loca después. Vi a un hombre abrir su negocio a las 5,30h de la mañana con una sonrisa. Vi a niños conseguir que sus padres se desangraran en seco por ellos a base de amor. Brutal.

Puede ser que el único problema sea tu inconsciencia. No darte cuenta de las cosas. Porque si analizaras tu vida descubrirías hitos en la historia de tu vida. Pero, ahora dime: ¿Cuánto tiempo hace que no te marcas un nuevo hito u objetivo?

Ahí puede estar la falla por la que se va todo el agua. Creemos tan poco en nuestras capacidades (aunque haya quedado claro que somos capaces de mucho) que hemos ido renunciando poco a poco a establecer unos objetivos que no sean impuestos a la fuerza.

¿Puedes pagar una hipoteca 30 o 40 años pero no puedes leer 5 libros al año? ¿Puedes trabajar hasta los 67 años pero no puedes practicar deporte hasta esa edad al menos? ¿¿Puedes verte forzado a empezar de cero pero no puedes hacerlo tú por voluntad propia??

Cuando invertimos o cuestionamos nuestra forma de pensar el mundo cambia de repente ante nuestros ojos. La próxima vez que creas que no eres capaz de gran cosa deshaz el pensamiento que provoca dicha conclusión y observa la situación desde el lado opuesto. No todo es tan negro, no todo es tan blanco ni tú tan inútil e incapaz.

Eres un fenómeno. Como todos. Ahora a practicar.

PAZ.

Joan Gallardo.
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La Mentira de la Seguridad y el Confort del Sistema.

Dentro del sistema hay confort y seguridad. Burda patraña.

Todo hombre debería decidir libremente qué parte del sistema utiliza y cuál no. Y de hecho me atrevo a decir que todo hombre que se precie debería pensar, al menos un par de veces a la semana, en cómo vivir fuera del sistema el mayor tiempo posible responsable y consecuentemente.

El ruido del sistema distrae a cualquiera y evita la súper concentración neuronal necesaria para poder mirarlo de frente y comprender la locura del mismo.

¿Nadie se da cuenta que dentro del sistema no puedes elegir prácticamente nada importante? El truco del diablo es hacer creer que no existe como el truco del sistema es hacerte creer que eres libre.

¿Cómo se puede ser libre dentro de un sistema?

¿Puede ser libre un eslabón dentro de una cadena?

Finalmente cuando ves que el Sistema te ha dado menos de lo que tu has puesto al servicio, uno se limita a quejarse desde dentro del Sistema reclamando lo que se supone «que es tuyo». Es poéticamente irónico y patético.

No hay nada tuyo ni mío salvo la libertad. A menos que mercadees con ella. Entonces la puedes dar por perdida… y perdido.

En todo caso, haced lo que queráis.

PAZ.

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El Regalo que Dejaron los que Marcharon.

Aquellos que partieron me recuerdan que puedo partir pronto yo también.

Aquellos que perdieron la vida y el tiempo me regalaron la sabiduría de la perspectiva.

Aquellos que marcharon me piden que viva fuerte. Ellos me dicen lo que es importante y lo que no.

Ellos son los que hoy dicen «¿y te preocupas de esto? Aún sigues en pie y tu pecho sigue moviéndose».

Perdimos hasta su voz pero los escucho cada día. Al menos lo procuro. Necio sería si lanzara a las sombras su regalo. Su punzantemente bello presente. El que vive en mi presente.

Gracias.

PAZ.

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«Destino en Lata» – Pensamiento #145

Suele suceder que perdemos demasiado de vista la posibilidad de la derrota. De no conseguir lo que en un principio nos habíamos propuesto alcanzar. Queremos ese trabajo, ese coche, esa pareja, ese dinero, esa casa y esa posición. Luchas por ello y te centras sólo en ello, pero a veces «ello» no está interesado en ti, y no contamos con eso.

Buscamos un destino muy concreto sin saber si dicho destino nos pertenece en algún modo. Y si no lo consigues tu mundo se viene abajo. Nunca creemos poder perder. Pero sucede.

Sin embargo, con la creación de la esperanza aparece al lado la desesperanza. Y ese es, precisamente, el momento perfecto para dejar ir un poco la cuerda. Para ver las manos encalladas y ensangrentadas, incapaces de acariciar de tanto apretar y no dejar ir.

Es en pleno dolor y desesperanza cuando más fácilmente puedes renunciar al apego. Con eso, las esperanzas suelen marchar, con ellas la desesperanza también.

Entonces queda un camino libre, claro, sin ilusiones ni proyecciones. Puro, como suele pensar un niño. Abierto en canal y preparando toda la energía para el siguiente día, no más. Sin invenciones ni deseos de un destino enlatado. Preparado para que la vida y lo que tenga que ser atraviese cada partícula de nuestro cuerpo físico.

 

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«Libérate» – Pensamientos #137.

Libérate de toda la ropa que no te gusta llevar, de los amigos que no elegiste, de los recuerdos que te mantienen en el pasado, de los regalos que nunca usaste, de ese reloj que nunca miras, de los caminos que te llevan al trabajo siempre igual, del coche que nunca te gustó conducir, de las llamadas que nunca quieres contestar y, sobre todo, libérate de la opinión de los demás… y hasta de la tuya.

Libérate. Libera tu mente incluso de lo que crees sobre ti.

La vida empieza cuando quieras.

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«Entender y Vivir», Pensamientos #133.

Pues no. No entiendes nada que no hayas conocido antes. Y con esto quiero decir que no entiendes nada si no lo has vivido antes, por si aún no te has tomado el café hoy.

 

Quien nada sabe nada entiende, pero quien nada vive nada conoce ni enseña.

¿Sabes? Yo sé más bien una mierda, pero Dios… he vivido muchísimo. No siento apego por lo que pueda saber, pero lo siento a raudales por la vida y por la pasión de lo vivido. No hay nada más.

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«Consejos y Permiso», Pensamientos #132.

Nunca des un consejo o corrijas a nadie si no te lo han pedido. 

Para aconsejar o corregir siempre debe abrirse una puerta primero, y nunca se abre desde la calle sino desde la casa.

Que no molestes vamos.

Cuando te abran la puerta entra hasta el final, mientras tanto y sencillamente: No toques los cojones.

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«Victoria/Derrota/Victoria/Derrota» – Pensamientos Para el Cambio #129.

¿Quién no se acuerda de una dolorosa derrota en los primeros momentos de una victoria?

Me pregunto por qué no se nos permite pensar en una victoria en los primeros momentos de la derrota.

¿Será porque cae mejor el perdedor que el ganador?

Despierta.

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Pensamientos Para el Cambio #121: Respuestas al Alcance.

Siento cómo las respuestas me envuelven en un perímetro razonable. Sin embargo, sólo alcanzable si estiro un brazo.

No sólo me veo a mí así. A ti también te veo en el mismo escenario. Únicamente te separa la voluntad, de estirar ese brazo.

Ya sabes lo cerca que están las respuestas, pregúntate lo fuerte que es tu voluntad para alcanzarlas.

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Pensamientos Para el Cambio #119: Que los Niños sean Niños.

¿Qué tal si dejamos que los niños sean niños?

Que sueñen despiertos, que rompan cosas, que griten, se enfaden, corran y salten en la cama. Por Dios.

No te gustaría que tu hijo pequeño te hablara como un adulto, ¿verdad?

¿Por qué le hablas y tratas como si fuera un adulto entonces?

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