Nunca des un consejo o corrijas a nadie si no te lo han pedido.
Para aconsejar o corregir siempre debe abrirse una puerta primero, y nunca se abre desde la calle sino desde la casa.
Que no molestes vamos.
Cuando te abran la puerta entra hasta el final, mientras tanto y sencillamente: No toques los cojones.