Pensamientos Sobre la Felicidad y la Sociedad.

El problema es que la gente no es feliz. Y si ese estado se limitara a personas sin influencia el problema, aunque triste, no sería tan grave.

El problema, el PUTO PROBLEMA, es que hay mucha gente con poder y responsabilidades realmente infeliz. No hace falta mucho para deducir cuántos de los políticos que deciden a diario sobre nuestras vidas son felices o no. Estoy harto de ver a los pobres y tan necesarios maestros quemados… e infelices. Por Dios nuestros hijos conviven horas con personas que no son felices y que están hasta los cojones de estar dando clase. No puedo decir que nunca me haya escupido en el café algún camarero explotado e infeliz.

El problema, el PUTO PROBLEMA,
es que hay mucha gente
con poder y responsabilidades
realmente infeliz.

Algún que otro médico infeliz estará ahora mismo mandando a alguien a casa porque no está de humor para soportar según qué rollos. Me imagino a un jefazo de algún banco denegando ahora mismo una hipoteca porque hoy ha batido el récord de «no tengo ni una puta gana de ir a trabajar, odio mi trabajo, que infeliz soy».

¿Pero se preocupa la gente por ello?

¿Acaso saben cómo ser felices?

¿Acaso creen que es mínimamente posible?

¿Acaso saben por dónde empezar?

El mundo se arruga de infelicidad. Los felices son señalados por inconscientes, por optimistas, por lunáticos, por raros, por «¡me cago en tu padre quita esa sonrisa de ahí!». Quién sabe, puede que hasta soñemos ser como algún que otro famoso que, salvo posesiones, no tiene nada más que infelicidad y amargura.

Puede que hasta soñemos ser
como algún que otro famoso
que, salvo posesiones, no tiene
nada más que infelicidad y amargura.

Schopenhauer lo intentó y tampoco sabía muy bien cómo, se conformaba con estar bien de salud y preferir estar vivo a muerto. Una mente privilegiada, un referente para mí, pero que no me queda resuelto si resolvió su búsqueda de la felicidad. Me viene a la mente Krishnamurti y su insistencia en que el problema es individual y a resolver individualmente del mismo modo, no podemos confiar a nadie ni a nada nuestra obtención de la felicidad.

Si mañana cada individuo del planeta despierta con el único objetivo de ser feliz, individualmente y hacia dentro, y después desea convivir con más personas felices no creo que los problemas del mundo duraran mucho tiempo más. Imagina el planeta lleno de personas felices y dime que no es la clave.

Imagina el planeta lleno
de personas felices y
dime que no es la clave.

Pero estamos a otras cosas.

Envidiaremos antes un Ferrari o un chalet de 7 habitaciones que a una persona feliz. Quizás porque parece más fácil ser feliz que tener un Ferrari. Podríamos hacer una encuesta a propietarios de Ferrari para ver sus índices de felicidad. Me juego el cuello a que son idénticos que el de los propietarios del Ford Fiesta.

Apartamos la atención de lo que lógicamente identificamos como «fácil». Somos unos engreídos.

Ser feliz será fácil o difícil, no lo sé, pero pagar una hipoteca 40 años es necesario. Ya tendremos otros momentos más desocupados para pensar en ser felices.

Mientras se sospeche del feliz y se le atribuya la suerte o la mentira como campo de flores de su felicidad poca cosa hay que hacer. Seguir insistiendo y devolver con un «chócala» cuando te señalen con el dedo. Todo en orden.

PAZ.

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