Categoría: Espiritualidad y Felicidad

Eres perfecto. Solamente lo has olvidado.

¿Por qué te enfadas tanto? Si al final puedes decidir si lo haces o no…

A mí me gusta pensar en ello cuando estoy contento. Me detengo un segundo y primero pienso en la alegría que siento para después pensar en cómo pude consentir perder ese estado en mi anterior cabreo.

Un par de veces al día me repito la misma frase: «Cabrearse es humano, ser libre para decidir no cabrearse es divino».

Hay una diferencia vital entre ser un buen pensador y un pensador compulsivo.

No eres tu pensamiento pero no eres nada si no eres capaz de controlar lo que piensas.

Realmente nunca te enfadas con nada ni con nadie excepto contigo mismo. Te cabreas con eso o con aquél pero lo doliente es aquello que no atreviste decir o hacer al respecto. 

Fue la pérdida de control y libertad de decisión lo que ponzoñó tus entrañas y frunció ese ceño.

El concepto de «ser fuerte» está sobrevalorado y desvirtuado. Tal y como se entiende hoy ese concepto se encuentra directamente relacionado con un estado de alerta, defensa y ataque ante los problemas y el sufrimiento. Así pues «ser fuerte» me parece agotador.

No puedes recoger una flor con el puño apretado.

Prefiero vivir suave que fuerte.

Nunca ofrezcas un perdón que no te crees ni tú. No puedes vender sandías con el aliento oliendo a melones. No es falsedad, es conveniencia interesada. Precisamente la peor de las incoherencias. 

 

Tus pensamientos cambian hasta la biología de tu cuerpo segundo a segundo. Los hay que se cubren las espaldas de la salud vía medicamentos y un buen seguro médico cuando, por lo visto, puede ser más efectivo simplemente intentar ser muy feliz, amar todo cuanto hagas  y huir del estrés.

Si la felicidad viniera en pastillas la encontrarías en una farmacia patrocinada por una aseguradora. Hasta ese día, la felicidad es libre y gratis.

Sólo cuando estés libre de culpabilidad podrás empezar a contemplar la verdadera posibilidad de perdonar a otros realmente. Tienes que aceptar tu propio perdón antes de empezar a darlo. Si no es así, simplemente no tienes credibilidad para hacerlo. «Un Curso de Milagros» dice que no puedes enseñar lo que no has aprendido.

Se necesitan más cojones para perdonarse a uno mismo que para perdonar a otros.

Cuando vayas a hablar, para un momento antes. Piensa si lo que vas a decir aportará algo al mundo o a la vida de alguien. O a la tuya misma. Si no es así, calla. Todos los conflictos nacen de una palabra que sobró.

No sé si las personas felices enferman menos, quizás me falta un estudio para demostrarlo. O quizás esas personas no tienen tiempo para cosas tan serias. La cuestión es que, como persona feliz, si mañana me asolara una enfermedad mortal, daría mi vida por completa y genialmente bien vivida.

No te prometo que si eres feliz tendrás salud para siempre (aunque lo sospecho), pero sí te digo que es mejor vivir 40 años feliz que 100 desgraciado pero sano.

Las personas sí pueden cambiar. La mayoría de ellas no tienen ni pajolera idea de quién son. ¿Cómo no van a poder cambiar? Aquello que llaman YO bien pudiera ser casi en exclusiva EGO. El Ego es como la hiedra. La hiedra, sin un enrejado, una valla o un muro no alcanza más de 20cm de estatura. Con una pared donde agarrarse puede trepar hasta los 30 metros de altura. Sin la pared no es alta, con la pared llega al monstruosismo. El Ego es igual. Si le das ese soporte para su trepa llegará a cubrir tanto tu ser que ni tú ni nadie sabrá que hay detrás. Humedad y mugre en la mayoría de casos.

Pero por mucho que trepe y se tupe sobre el ser, nunca conseguirá que el Sol deje de iluminarlo. Sólo se necesitará un resquicio por donde pase la luz para posibilitar, al final, el inicio del auto-descubrimiento, el auto-conocimiento y el CAMBIO.

¡Qué difícil es no juzgar! Y más cuando se te da bien. Por eso quizás cueste renunciar a ello. En el fondo no es que no quieras dejar de juzgar… es que no quieres dejar de tener razón en tus juicios. Puede que sea uno de los mayores pasatiempos del ego: Tener razón. Tan tentador como artificial.

No me interesa que en mi lápida ponga: «Joan Gallardo: Un tío que tenía razón». Supongo que tú tampoco lo quieres.

Quizás si empiezas a renunciar a tener razón termines por no juzgar tanto. O por no hacerlo en absoluto.

La tranquilidad que consigas mantener en los peores momentos de tu vida marcará el inmediato y siguiente paso que vayas a dar. «Un Curso de Milagros» nos dice que el Ego siempre habla primero. Recuérdalo a la hora de entender tus primeros impulsos y pensamientos. Relájate, no hagas nada. Sólo observa la situación, no la juzgues ni intentes solucionarla. Deja que se apague como todos los fuegos que se iniciaron en algún momento en la historia de la humanidad. No interfieras, sólo haz acto de presencia.

Observa la brutal maestría de las lecciones de la vida.

Están los que dicen lo que piensan. Los que dicen lo que sienten sin pensar. Los que piensan en que deberían haber dicho lo que sentían. Los que piensan en lo que sienten pero no se atreven a decir. Los que piensan en lo que deberían decir. Finalmente, lo más común, están los que dicen lo que piensan que se debería decir.

¿Qué tipo de ser eres tú?

Aborrezco la auto-compasión. Las quejas en modo automático. El discurso para explicar derrotas antes de que estas ocurran. Los perdonaré una y mil veces pero por mis venas hierven deseos de azuzar al muerto viviente y al vivo muriente. A que levanten y se hagan cargo de sí mismos. A que abandonen todo cuanto les limite y miren por encima de las montañas. Allá en lo inhóspito. Donde no hay más seguridad que la propia aventura del descubrimiento y el auto-conocimiento verdadero.

Levanta.

Cambiar es el proceso más difícil de completar para cualquier persona. Es el más vital y necesario cuando sentimos que algo falla pero el más complicado al fin y al cabo. Sin embargo, muchos son los que te atacarán en ese camino tildándote de «contradictorio» e «incongruente«. Pues bien, todo el mundo tiene derecho a cambiar y además tienen el mismo derecho a no renegar de su pasado. Incluso digo que es positivo e inspirador conservar las ruinas de la versión anterior. Preservarlas de la crítica y el ataque para demostrar tanto lo posible como lo positivo de la suprema empresa que supone llegar a CAMBIAR. Libremente.

Todos llevamos un insumiso indómito dentro. Una voz que siempre tiene cosas importantes que decir, de esas que se salen de lo normal. La putada es lo acojonadamente silenciada que la tenemos. Silenciada por la bien entrenada y charlatana voz del ego. Amante esté, además, de lo normal. Esa voz interior quiere salir, puedes llamarla espíritu si así lo deseas. El término no importa pero sí importa a cuál das un balcón sobre el que hablar. A una de las dos voces la controla el miedo, la otra simplemente no sabe lo que significa.

¿A quién das voz tú?

Cuando te enfades, te encabrones y tengas ganas de hacer un paréntesis en tu camino espiritual recuerda que antes eras una sombra con momentos de luz y ahora eres luz con algunos momentos de sombra.

Respira, aléjate un poco y no salgas de la sombra, sólo ilumínala.

No me interesa la política porque tengo la percepción de que al político no le interesa el pueblo. Lo siento, de verdad. Prefiero encumbrar mis amistades y relaciones personales a un nivel de altitud tan elevado que ese tema se vuelva imperceptible. Anodino exactamente. No confío en cimientos de arenoso odio. No creo en discursos enlatados, poses acartonadas y artificios cinematográficos. Imagino que si supiera todo lo que se puede saber sobre esto aún me interesaría menos.

Si queréis alguien con quien no hablar de política, aquí estoy.

Tu capacidad para ofenderte vive necesariamente de tu poca capacidad para quererte. No me gusta la gente que vive defendiéndose. ¡Simplemente no entiendo de qué hay que defenderse tanto! Tiene que ser agotador pasarse la vida discutiendo y bregando con todo el mundo. Aunque ahora que lo pienso mientras escribo… Enfrentarse a otros es fatigoso pero enfrentarse a uno mismo puede llegar a ser devastador. Practicidad brutal.

Despierta.