Sabemos que hay personas que sufren mucho más que nosotros.
Sin embargo no parece consolarnos en absoluto.
Pero… ¿debería?
Está claro que me duele más mi esguince que tu pierna rota pero sé que mi esguince no duele tanto como tu pierna rota.
Por lo tanto, quizá, al menos, no debería quejarme de mi esguince delante de tu pierna rota.
Y, quizá, si veo que tú no te quejas de tu pierna rota, yo no tendré la vergüenza de quejarme de mi esguince.
No todo lo que no mata te hace más fuerte.
Los dos saldremos ganando. Y también todos los que nos vean.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.