No siempre me gustó hacer sentadilla.
Años atrás la pierna tocaba sólo los miércoles. Y siempre me parecía que era miércoles. No me daba cuenta y pensaba «coño, otra vez pierna». No es fácil hacer algo cuando no le ves el sentido.
Ahora hago pierna a diario sea en la forma que sea.
Hoy he cogido la bici y las calles parecías paredes. Los llanos montañas. Y no había bajadas. Ni una jodida bajada.
Pero adoro la sentadilla. Desde que nos entendemos.
Se lo perdono todo.