Conversaciones #3: Parte II, Corazón Roto.

Veía ante mí a todos los hombres que han vivido una ruptura fusionados en un metro y ochenta centímetros de estatura y setenta y cinco kilos de peso. Todos los clichés y frases enlatadas tomaban forma. Yo mismo me veía en otros momentos de mi vida hablando como él. Hasta con su misma cara.

Por eso pude decirle «Te sientes así porque es normal, como será normal que dentro de poco te sientas mejor, como será normal que algún día en el futuro pienses que te parecía imposible sentirte así de mal en algún momento de tu vida». Le sugerí que se imaginara dentro de 10 años, sólo o con una mujer que desee estar con él, quizás con dos hijos, sentado en la playa mirando el mar. «¿Vas a estar pensando en ella en ese momento?», le pregunté.

Sonrió a la vez que respondió: «No creo, ya se me habrá pasado, ¿no?». Le respondí que quizás, pero que el simple hecho de imaginarse a sí mismo como alguien liberado del dolor ya le había hecho sonreír.

«David, durante un tiempo te vas a sentir así, o incluso peor. De hecho necesitas este dolor ahora, pero no mucho más tiempo. Dentro de poco, de muy poco, vas a ser capaz de agradecer los buenos momentos vividos con ella. Vas a poder mirar fijamente los retratos bonitos que surgieron de esta relación y sólo sentirás gratitud. Nada más, ni añoranza ni melancolía. Sólo gratitud por poder haber vivido algo así. Te vas a sentir magnificente al entender que en esos momentos pasados, que fueron el tiempo presente de otro tiempo, alguien quiso estar contigo y tú quisiste estar con alguien. Vas a respirar muy aliviado cuando no sientas odio ni enfado hacia ella, la vas a perdonar y te vas a perdonar por haber soportado tanto rencor dentro. La vas a liberar de ti, te vas a liberar de ella, liberaréis la relación dejándola inmaculada como fue hasta que terminó y al fin, serás libre».

No atinaba a decir nada, sólo lloraba y hasta moqueaba.

«Siéntelo David, siente como ese dolor ya retrocede. Ya estás cediendo, suéltalo. Perdona y libérate».

Por este orden sucedió una mirada abstracta por la ventana, un suspiro de alivio y tensión liberada, un abrazo por encima de la mesa del despacho, un gracias, una sonrisa de media mejilla y un partir gatuno por la puerta.

La última vez que lo vi estaba mejor, sonrisa de dos mejillas, pulgar en alto y entrenamiento de los de antes.

Gracias.

(Podéis leer la primera parte haciendo Click aquí)

Imprimir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies