Conserva siempre un sueño.
Uno tan bonito que tire de ti cuando pienses en bajar los brazos.
Que al observarlo pienses: «No, no puedo rendirme».
Que consiga que tu sangre se mueva como un río desbocado.
Que mantenga caliente siempre tu ilusión.
Que le de sentido al movimiento.
Uno por el que merezca la pena perder.
FUERZA Y PAZ.
Y ESPERANZA.