Recordando los peores momentos de mi vida, recordando lo negro que veía el futuro… hoy puedo decirte que: todo puede mejorar.
Sabiendo y creyendo que la vida puede mejorar, ¿no darías un paso más?
¿No lo intentarías otra vez?
Bajar los brazos es muy fácil pero resulta durísimo.
Es como si tuviésemos una balanza por la que, si bajamos los brazos al mismo tiempo se nos escapa el futuro.
Bajar los brazos o decidir no rendirse puede que sea el acto filosóficamente más trascendental de todos.
De hecho no sé si hay nada más filosófico que decidir qué se hace con la propia vida.
En fin, volviendo al pasado: recuerdo a la perfección que no tenía ningún motivo para creer que mi situación pudiese mejorar. La verdad es que tampoco tenía ningún argumento para creer que todo iba a empeorar.
Pues bien, a igualdad de condiciones… mejor elegir la esperanza, que tampoco necesita de argumentos ni razones.
FUERZA Y PAZ.
Y ESPERANZA.
