Cuando te tomas demasiado en serio es inevitable tomarte demasiado en serio todo lo que te dicen, hacen o piensan de ti.
Y vivir así es un asco.
Relájate. Lo más seguro es que, pase lo que pase, hoy todos terminemos durmiendo en nuestras respectivas camas. Y, si Dios quiere, un nuevo día vendrá y todo lo del anterior quedará atrás… salvo que te empeñes en lo contrario.
Desapégate un poco más de tus pensamientos. De las cosas que haces y dices. Sé más humilde. Acepta tus puntos de vista pero no te conviertas en tus puntos de vista. Sé más humilde que cualquier otra cosa. Si lo consigues, aceptarás que no ganas tanto como creías del beneplácito de los demás.