En una de mis mentorías grupales, uno de los asistentes me hizo la siguiente pregunta:
—¿Cuál es el hábito que crees que deberían hacer absolutamente todas las personas?
Ni lo dudé: El hábito de reflexionar sobre las cosas. Sobre nosotros. Sobre el futuro. Sobre la vida.
Aprender a reflexionar. Guardarse un tiempo diario en soledad y silencio y simplemente reflexionar.
Y esto, tan obvio y natural, hoy en día es poco común.
Las prisas.
El ruido.
El estrés.
El acceso al entretenimiento.
Las redes sociales.
Cuesta mucho apagar el mundo y encender la conciencia.
Pero hay que hacerlo. Hay que volver a hacerlo.
Como cuando éramos niños, mirábamos por una ventana y nos asombraban las nubes y nos preguntábamos por qué motivo eran bellas.
FUERZA Y PAZ.