Reflexiones sobre márquetin, audiencias y productos.

Reflexiones entre amigos sobre el márquetin, las audiencias, los productos y los servicios y de cómo, quizá, tenemos menos poder del que queremos creer.

 

 


Tengo 3 teléfonos y sólo tengo whatsapp en uno de ellos y es para cosas del trabajo. Pero la verdad es que ahí hago un poco de trampitas porque estoy en un grupo de esos del demonio con un grupo de buenos amigos donde a veces hablamos sobre la vida, la filosofía, la política, el trabajo, libros y demás cosas.

La cuestión es que todos somos empresarios y todos hacemos algún tipo de labor divulgativa, por lo tanto, todos tenemos nuestras respectivas audiencias que, en algún momento, nos dan de comer.

Con todo esto, ayer mismo nos pusimos a hablar de márquetin. Y tengo la sensación de que a todos nos gusta y no nos gusta al mismo tiempo. Me explico.

Nos gusta porque, por fuerza, hemos tenido que informarnos mucho sobre ello y hemos terminado por cogerle algo a lo que podríamos llamar «cariño». Y no nos gusta porque, en el fondo, todos los emprendedores tenemos la misma fantasía: vender sin tener que hacer márquetin. Es decir: vender sin tener que vender.

Hablábamos también de que, inevitablemente, si quieres escalar mucho un negocio también habrá que escalar en algún momento la estructura, los recursos y, por supuesto, el puñetero márquetin. Por suerte, ninguno de nosotros estamos en ese punto. Casi estamos más en querer «desescalarlo» a cambio de tener más tiempo libre y menos trabajo.

—Si por trabajar un 50% menos tuviese que perder el 30% de mis ingresos… lo firmaría ahora mismo —dije yo en algún punto de la conversación.

Creo que el resto de mis colegas piensan lo mismo.

Luego estuvimos conversando sobre nuestros servicios y productos. Sobre cuáles se vendían mejor y cuáles no. Yo les explicaba que jamás he hecho márquetin directo de mis mentorías 1 a 1 pero que llevo más de 10 años con la agenda llena. Pero, por otra parte, otros proyectos no se vendieron ni con todo el márquetin del mundo.

Y aquí viene lo bueno del artículo de hoy.

Esos proyectos que no vendieron como yo esperaba eran… buenos proyectos. Buenos productos. Buenos servicios. Diría que incluso MUY BUENOS.

Pero, claro, se los intentaba vender a mi audiencia, una audiencia orgánica al 100%. Una audiencia que llevo 15 años creando (o que se ha creado a sí misma) poco a poco, persona a persona. Una audiencia que, en su momento, me pidió que crease mi mentoría 1 a 1 a viva voz, casi como una exigencia.

Mi audiencia sólo me ha pedido dos cosas: mentorías 1 a 1 y libros. Y eso es lo que me han comprado sin yo pedírselo. Sin parar.

No me pidieron los otros proyectos sino que fui yo quien pensé que les podrían gustar. Voy a poner un ejemplo para entender mejor esto:

Imaginemos que yo comienzo a escribir sobre las tartas de queso (me encantan y acepto regalos) y termino formando una audiencia que ama cómo escribo sobre ellas. Sin embargo, un día decido venderles un ebook espectacular sobre la tarta de requesón, que parece tarta de queso pero no lo es. Y no vendo un carajo.

«Mejora el producto», diría el tonto más tonto del pueblo del márquetin.

No, el producto es bueno, pero no es para la audiencia que he creado sino para otra audiencia. Si se lo intentase vender a esa audiencia, si la encontrase, lo vendería sin problema.

La audiencia hace el servicio y el producto. NO TÚ. Y más si es una audiencia totalmente orgánica, natural y no forzada.

Tú, como creador, escribes, hablas y divulgas. Mientras lo haces se forma un grupo de gente a tu alrededor de forma espontánea. Y a esta audiencia no les puedes vender lo que tú quieres sino lo que ellos quieren o incluso lo que aún no saben que quieren, pero no lo que únicamente tú quieres.

Tu verdadera labor es mandar tu mensaje de forma muy natural y sincera al mercado. Eso hará que formes una audiencia (una tribu) muy honesta a la que poder venderles de forma muy honesta. Sin forzar. Sin apenas… márquetin.

 

 

Pd: Si quieres otro consejo… hazte un grupo de whatsapp con las personas más brillantes e inteligentes que tengas en tu agenda. En mi grupo, por ejemplo tengo a este All-Star con los que tuve la conversación que explico en el artículo:

-David Valero Y Javi Aguayo, del «Rincón de Aquiles»: https://elrincondeaquiles.substack.com/
-Álvaro Pinteño, de Qualia: https://alvaropinteo.substack.com/
-Jano Cabello, de Sobre la buena vida: https://janocabello.substack.com/

Un Truco Gratuito Para Emprendedores.

Obsérvate. Toma nota de tu conducta y comportamiento como consumidor.

Cuando vayas por la calle y te detengas a ver un escaparate pregúntate por qué motivo lo estás haciendo.

Cuando estés leyendo el periódico y te veas leyendo una noticia concreta o un anuncio pregúntate por qué motivo lo estás leyendo.

Cuando estés en redes sociales y te veas a ti mismo, de repente, mirando una publicación concreta, pregúntate qué es lo que te ha hecho detenerte ahí.

Y, sobre todo, cada vez que sueltes un céntimo de tu bolsillo, cada vez que saques la tarjeta para pagar algo, pregúntate por qué han conseguido que les des tu dinero.

Haz esto como hábito e irás viendo las claves. Luego ya sólo es cuestión de que las apliques a tu negocio.

(Este es un fragmento del último artículo publicado en mi newsletter para emprendedores «El emprendedor feliz». Puedes leer el resto del artículo AQUÍ y suscribirte para recibir un correo semanal con consejos para tu negocio)

 

La Mediocridad.

(Fragmento de mi Newsletter «Pregunta a Joan». Puedes suscribirte gratis AQUÍ y además recibir un ebook muy especial)

Mediocridad es la falta de respeto hacia uno mismo por una vida estrujada solo a medias por culpa de una forma de actuar a medias entre lo que mejor que podríamos hacer y lo que finalmente hacemos.

Mediocridad es el desperdicio del talento y del potencial. Y, por lo tanto, de los dones y la vida.

Mediocridad no es la capacidad, sino el uso de la capacidad que sea que uno tenga.

Mediocridad no es más que un mal hábito, una forma pobre de vivir.

Mediocre no es el chaval que no llega y saca un 5 en un examen, mediocre es el chaval que tiene potencial para sacar un 8 y saca un 6. Mucho más mediocre que el crío del 5.

¿Cuál es el remedio contra la mediocridad?

Sencillo: hacer las cosas siempre todo lo buenamente mejor que se pueda. No dejarse nada. No guardarse nada. Dar el máximo del potencial, sea éste el que sea.

FUERZA Y PAZ.

 

CONTACTO: TLF – 692846053 (WhatsApp) – Correo joan@joangallardo.es

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies