Conversación sobre una clienta sobre el dinero y los objetivos:
P: Joan, ¿cómo puedo conseguir tener más dinero?
Joan: ¿Cuánto necesitas ganar?
P: Ay, pues no sé. Más.
Joan: ¿Más porque sí? Te estás metiendo en terreno pantanoso, querida…
P: ¿Por qué?
Joan: ¿Nunca perseguiste un arcoíris cuando eras niña?
P: Sí, como todos…
Joan: ¿Y no fantaseabas con encontrar la base del arcoíris? Poder tocarlo, verlo salir del suelo…
P: Sí…
Joan: Pero nunca lo encontraste. Ni tú ni nadie. Pues cuando no defines bien tus objetivos los conviertes en arcoíris. Los conviertes en algo indefinido que, por su pura indefinición, no puedes alcanzar, abrazar o incluso disfrutar.
P: Pero… ¿no dices que conformarse es malo?
Joan: ¿Es bueno estar siempre inconforme con la vida?
P: ¡No, no! Seguro que no es bueno pero…
Joan: «Pero», ¿qué? Piénsalo bien otra vez. Define tus objetivos, tus mínimos, lo que tienes que sacrificar para conseguirlos y cómo sabrás que los has alcanzado. Punto.