La fortaleza interior no es un estado sino un espacio de trabajo.
No es como cuando llevas diez años conduciendo, que ya no necesitas prestar atención al juego «embrague-gas-freno-embrague-meto-primera-miro-acelero-cambio-canción-canto«. No.
La cuestión de la fortaleza interior exige de un estado de alerta. De una fase de auto-observación y otra de elección.
Es algo así:
- Detecto que me encuentro en una situación que puede debilitarme o reforzarme.
- Analizo el contexto, analizo mis emociones, pensamientos y mis diferentes opciones.
- Elijo la opción que más refuerce mi fortaleza interior y abandono las demás.
Es cierto que cuanto más fuerte es uno, más sencillo le resulta seguir siéndolo.
Porque la fortaleza es una virtud a la que se llega a través de la decisión pero también a través de la práctica.
Por lo tanto la fortaleza también es una habilidad. Y toda habilidad se hace más sencilla cuanto más se entrena.
Así pues, cualquier habilidad requiere de tiempo y mantenimiento. Porque si no, o no llegan nunca a consolidarse del todo o un día se marchan.
Ahora ya lo sabes.
FUERZA Y PAZ.