(Fragmento de mi newsletter «El emprendedor Feliz»,
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—DESPIDIENDO CLIENTES—
La conversación fue, más o menos, así:
JOAN: Ya he revisado tus números. Vas a tener que subir precios, estás fuera de mercado. Y, como mínimo, un 15%.
CLIENTE: Pero, Joan… no puedo hacer eso.
JOAN: Si no lo haces, tendrás que cerrar.
CLIENTE: Pero es que mis clientes se van a enfadar. No lo van a entender.
JOAN: Pues cambia de clientes, tío. No tienes otra alternativa.
CLIENTE: ¿Crees que se enfadarán?
JOAN: Te prometo que no puede importarme menos eso. Si se enfadan que se enfaden, que se vayan. Pero, por mi experiencia, no suele haber nunca más de un 10% de clientes que se van tras una subida de precios normal.
CLIENTE: Un 10% es mucho…
JOAN: Haz números, joder. Se va un 10% y el 90% restante comienza a pagarte un 15% más. Sales ganando. Facturas más y tienes que atender a menos gente mientras captas gente nueva.
CLIENTE: Visto así…
JOAN: No hay otra forma de verlo.
CLIENTE: ¿No?
JOAN: Vamos a ver, ¿está justificada la subida? Sí. ¿Estás estafándoles? No. ¿Corres el riesgo de quebrar y cerrar si no subes precios? Sí. ¿Puedes dar servicio a los clientes felices contigo si cierras? NO.
CLIENTE: Pero vendrán a quejarse.
JOAN: Sí, siempre habrá un par de parásitos que lo hacen. Cuando lleguen, si quieres, les explicas la subida. Y si no lo entienden, los despides. A la puta calle.
CLIENTE: ¿Los despido?
JOAN: Sí, a veces, lo mejor que uno puede hacer es despedir a un cliente.
Tras esto, mi cliente subió precios. De entre toda su clientela sólo 3 se le quejaron directamente, menos del 4%. A los 3 se les explicó la subida y se les invitó a darse de baja del servicio si no estaban conformes con la decisión. Los 3 se marcharon.
Mi cliente…
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