Aún hay sorpresas, pero son de esas que terminan en un «bueno, pensándolo bien, también se veía venir». Es lo que tiene pensar útilmente, elimina toda la teatralidad. Chorradas fuera.
Por muy boquiabierto que me dejara en su momento, tanto un éxito como un fracaso, al poco encontraba la lógica a los pasos previos a dichas situaciones.
Es como encontrar un billete de 50 euros en el suelo al bajar del coche para descubrir después que se te habían caído a ti. Sorpresa que luego no.
Tenemos opciones. Nos podemos hacer los sorprendidos, sorprendernos y no pensar o, incluso, intentar controlar activamente lo que acontece antes para dedicarnos a disfrutar o aprender del desenlace final.
PAZ.