Conversación con una clienta sobre la paz interior:
—Joan, ¿qué es lo que más le suele quitar la paz a las personas?
—Depende de la edad.
—¿En serio? ¿La edad?
—Claro, a un joven de 20 años puede quitarle la paz no tener pareja o trabajo. A los 60, envejecer. A los 80, haber usado bien la vida. A los 85, qué hay tras la muerte que ya asoma… depende de la persona y la fase de la vida.
—¿Y a ti? ¿Qué te quita la paz?
—Ja, ja, ja, intento no perder mi paz nunca. Me costó mucho encontrarla, como para ponerla en riesgo.
—¿Nada de nada pues?
—Quizá el deterioro de la sociedad a nivel ético/moral… pero la sociedad es un monstruo contra el que no puedo hacer nada que no sea terminar alejándome de ella si sigue así. De modo que no permito entregar demasiada paz en esto tampoco.
—¿Hay que ser celoso de la paz interior entonces?
—Sí, entiendo celoso por celar, vigilar, proteger. Guardar.
—Bien… entiendo que debo hacerla una prioridad. ¿No?
—Estás aquí porque no lo has hecho. ¿Sí?
—Totalmente.