Se trata de empezar.
La confianza en uno mismo llega después.
Pero… ¿cómo empiezo si no tengo confianza?
Pues se empieza… sin confianza.
Porque no queda más remedio.
En mi barrio las peleas eran algo común. Diario.
A veces te tenías que enfrentar a tipos que no sabías si te podían dar de hostias.
Pero, ¿qué ibas a hacerle? ¿Pedirle unos meses para prepararte?
No. Imposible. Te ponías a ello sin saber si ibas a ser capaz de vencer.
Porque no intentarlo era siempre peor. Mucho peor. Te convertía en un cobarde.
Y eso era lo peor de lo peor.
Mejor magullado que acobardado.
Sin duda.
Así que, ya sabes: EMPIEZA. Aunque no confíes demasiado en ti.
Porque quien se esconde no arriesga. Y por eso nunca gana.
FUERZA Y PAZ.