Sólo el alma fuerte y rebelde puede ser libre y feliz.
Pues un alma así no se deja llevar por la masa. No se deja arrastrar por lo que está mal en el mundo. No se deja seducir por las tentaciones, el nihilismo y el hedonismo.
Un alma rebelde dice basta y no cuando quiere y debe decirlo.
Y así, se hace libre. Se siente feliz con él mismo y con la relación que tiene con la vida y el mundo.
Sé fuerte.
Sé rebelde.
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