«Problemas Económicos en el Negocio», Conversaciones #4.

En mi despacho, cada vez más, se usa poco tiempo para hablar de entrenamiento. La mayoría de veces hablo con mis clientes de otras cosas, quizás más vitales o que tal vez les distraen. Cosas que no permiten pensar en el entrenamiento y la evolución de la persona en términos de forma física o mejora como atleta.

A veces motivación, otras el amor y otras el dinero. «Maldito dinero», dijo siempre alguien arruinado…

Era la última consulta del día, Cati entró mirando el suelo. Muy típico. No tardó mucho en decir algo como «no tengo ganas de entrenar, casi podríamos hablar».

Mi despacho me gusta tanto como la plataforma de Halterofilia así que siempre ando dispuesto a escuchar y hacer una buena sesión de consultoría.

«Qué te pasa? —le pregunté—, y no me mientas». Me contestó que pasaba por problemas económicos porque su negocio no estaba facturando lo necesario. La próxima vez que veáis a una persona con semblante depresivo suele ser por dos cosas: o le acaban de romper el corazón o se está arruinando.

Yo conocía su negocio, de hecho había ido dos veces y nunca la había encontrado allí, y eso que su nombre era el nombre del negocio. Además hacía menos de un año que había abierto. Sentencié: «Vamos que no te fían su dinero«. Respondió  que «no, no, que no gano«. No lo entendió.

Le expliqué que cuando un cliente te compra algo o contrata algún servicio realmente no te está dando dinero, te lo está prestando y tú se lo estás devolviendo con otra cosa, material o servicio. Pareció la confesión del secreto de la coca-cola, nada más allá. Simplemente era la verdad.

Corté en seco para decirle: «Cati, pídeme 100 euros, no preguntes». En voz baja obedeció:

—¿Joan, me dejas 100 euros?
—¿Estás loca? He ido dos veces a tu negocio y nunca te he visto ahí. Las dos veces que fui me atendieron dos personas diferentes. Además no solucionaron mis problemas. No me fío.

Es muy sencillo, si no se fían de ti no te van a dar su dinero. Punto. Es decir, que si no se fían de ti no te van a comprar. Honestidad, presencia, transparencia y servicio. Con esas 4 premisas puedes vender arena en el desierto. 

Uno no puede estar siempre físicamente en su negocio, pero debe estar en él de alguna otra forma. Y sobre todo durante sus primeros años SÍ debería estar presente físicamente. Una nueva empresa es cómo un bebé, no lo puedes dejar sólo. Debes enseñarle a funcionar sin tu presencia, pero durante un tiempo tienes que estar encima siempre. Hasta cuando duerme.

2 semanas después pasé por su negocio, ella estaba allí. Entré y le dije: «Hola, ¿qué puedo comprar aquí con 100 euros Cati?»

Ojalá siempre podamos ponernos a entrenar en seguida a partir de ahora.

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