No Decidir También Es Decidir.

No decidir también es decidir.

Y tiene sus consecuencias.
Bastante jodidas, por cierto.

No hay salida gratuita.
Todo tiene un coste.
Hasta rechazar ese coste tiene un coste.

Así que, puestos a tener que pasar por el tubo de la libertad, juguemos fuerte.
Asumamos el juego, la parte que nos toca y pasemos, al menos, un buen rato el tiempo que estemos aquí.
Igual hasta ganamos.

FUERZA Y PAZ.

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