Lalachus, una presentadora de televisión (creo, no veo mucho la tele), mostró en Nochevieja una estampita de la vaquilla del Grand Prix en clara referencia al Sagrado Corazón de Jesús.
Soy cristiano, hasta la última célula de mi cuerpo y hasta el último rincón de mi alma, y por eso me han preguntado mi postura desde lo sucedido.
¿Qué me parece lo que hizo?
Mal.
¿Me sorprendió?
No, el cristianismo siempre es la religión más humillada, desde siempre.
¿Me enfado?
No, me da pena.
¿Qué pienso hacer?
Orar por Lalachus. Y desearle lo mejor: que encuentre a Dios en esta vida.
¿Qué no pienso hacer?
Envenenarme y desearle el mal convirtiéndome en una peor persona. Porque ni ella ni nadie puede hacerme una peor persona. Sólo yo puedo decidir alejarme de Dios.
Y eso no va a pasar.
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FUERZA Y PAZ.