No es la valentía para vencer sino la valentía para soportar la posibilidad de perder.
Recuerdo cuando era niño. Tenía un grupo de amigos con los que íbamos a dar vueltas en busca de aventuras. Nos encantaba ir campo a través sin una dirección concreta, como esperando cruzarnos con algo. Una sorpresa.
De vez en cuando dábamos con una casa abandonada. Nos quedábamos fuera reuniendo la valentía suficiente para entrar. Y la cuestión es que no necesitabas ser valiente para entrar, eso era fácil. Necesitabas ser valiente por si te encontrabas a alguien dentro. Un fantasma o, pero aún, una persona.