La profesora hacía una pregunta en clase y decía: «que levante la mano quien sepa la respuesta».
Muchos la sabían pero no todos lo que la sabían levantaban la mano.
El miedo a equivocarse llega demasiado pronto, se aprende demasiado fácil y cuesta demasiado vencerlo.
La buena noticia es que hay un remedio… y que todos lo conocemos:
Empezar a levantar la mano. Empezar a atreverse. Empezar a hacer. Empezar a equivocarse en la dirección adecuada.
A la autoconfianza se llega a base de acciones.
No a base de no fallar nunca.
La vida nos ofrece a diario la posibilidad de cambiar las cosas.
La vida te pregunta, todos los días:
«Levanta la mano si sabes la respuesta».
Tú, en el fondo, la sabes.
¿Vas a levantar la mano hoy?
FUERZA Y PAZ.
Y AUTOCONFIANZA.