La falta de disciplina siempre pasa factura.
Tú sabes que lo que quieres es poder contar contigo.
Saber que no vas a fallarte.
Estar bastante seguro de que llegado el momento darás la cara por ti.
Pues bien, esto solo es posible para el corazón disciplinado.
Para el alma que da un paso al frente y hace lo que tiene que hacer.
Lo contrario es un martirio.
Porque yo puedo soportar que me fallen pero no podría soportar haberme fallado.
La factura que presenta la indisciplina es el derrumbe de mi autopercepción.
Es la incomodidad en mí. Por mí.
Ahora dime que la disciplina no vale la pena.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.