Vivir evitando el riesgo no es vivir.
Si por evitar el riesgo fuera, lo mejor sería no salir de casa nunca.
Incluso de la habitación. O de la cama.
Pero… quizá, al hacerlo, nos convertiríamos en muertos vivientes. O vivos murientes.
Cada vez que te acercas al riesgo te acercas al cambio. A la mejoría.
También al fracaso y al dolor, no te voy a mentir, pero quien algo quiere… algo debe dar a cambio.
La divisa del éxito es el riesgo. Punto.