Hace unos días viví la siguiente conversación:
—No sé, Joan, si leeré tu libro sobre la disciplina porque creo que incluso me sobra disciplina. Ya me machaco lo suficiente con eso.
—Creo, entonces, que eres la persona más indicada para leer mi libro.
—¿Por?
—Tú no eres disciplinado, tú eres tu propio esclavo y tu propio maltratador al mismo tiempo. Eso no es disciplina sino autotiranía. Con el libro aprenderías a no hacerte daño a través de la disciplina…
La disciplina es una virtud, y como toda virtud la disciplina es equilibrio.
Y si no es equilibrio es que no es virtud sino un vicio.