No sabes tanto sobre los demás como para ir juzgándoles.
Tan simple como esto.
Crees que juzgando, ves más pero es al revés. Ves menos.
Y la única forma de ver lo que hay tras una puerta es abriéndola.
Así que la próxima vez que vayas a juzgar, pregúntate:
«¿Sé lo suficiente sobre esto o esta persona como para emitir un juicio?»
Si eres justo y sincero, callarás. Y el mundo será mejor.
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