Iba yo al colegio. No sé, podría tener 12 o 13 años. Difuntos séptimos de EGB probablemente.
Era clase de plástica. Dibujaba muy bien y rápido, mejor que la profesora y mucho más rápido que los demás, por lo que pasaba el 80% del tiempo que me quedaba libre de la clase para hablar o pensar en mis cosas.
Me gustaba una niña de clase. Fui con un dibujo que teníamos que hacer y le pregunté si le gustaba. Me dijo que sí pero que para ella faltaba más color. Le di la razón y charlamos, luego volví a mi mesa.
La clase terminó y unos días después la profesora colgó todas las láminas en la pared de clase.
Dicha niña miró la mía y me dijo «al final no le diste el color, está igual que cuando me la enseñaste». «Claro que no, sólo vine para verte un rato y hablar, no para que me corrigieras el dibujo»
Obviamente no me la ligué pero empecé a entender muchas cosas de mí. De la vida y de los demás.