Hace un millón de años dejé de sonreír.
Decidí morir y nacer de nuevo. Y en un momento.
Entregarme a la vida y prometer a Dios mi sonrisa eterna.
Nunca rompí una promesa.
Sonriendo te pediré que me acompañes.
Una y otra vez. Pesado como el plomo. Pero sonriendo y cansado de mí un día dirás que sí.
Paz.