El domingo miraba mis arrancadas en vídeo y me pegué un cabreo importante.
Me dije que hasta que no me gustaran al 100% no haría otra cosa que arrancadas.
Hasta el jueves no lo clavé.
La sombra es que hoy hacía una semana que, por lo tanto, no hacía sentadilla.
Tengo la sandía matutina en la garganta.
El bofe regurgitante quiere asomar. Mi poca energía la limito a tragar saliva. Fuerte.
No se puede entrar y salir por la puerta a la vez.
Perdón sentadilla. Nunca más.