Hacer las cosas bien tiene, como premio inevitable e independiente de los demás, la paz de espíritu.
Luego, unas veces conseguimos aquello que creemos justo recibir por hacer las cosas bien y otras… no. Esto es así y no aceptarlo es igual a sufrir.
Acéptalo.
¿Y a partir de aquí, qué?
Ya lo sabes, seguir haciendo las cosas bien.
¿Por qué?
Porque no tienes una opción mejor. A todos los niveles.
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FUERZA Y PAZ.