Refiriéndose a la niñez:
«Cuanto más amor y estabilidad hayamos recibido durante esos años -o más percibamos haber recibido-, menor necesidad habremos tenido de protegernos bajo la falsa identidad de nuestro ego. (…) Cuanto menos nos aman o menos amor creemos estar recibiendo, más fuerte y dura se vuelve nuestra personalidad, ego o falso yo.»