EL EMPRENDEDOR Y EL EQUILIBRIO.
Una vida sin equilibrio es una vida torcida que un día terminará quebrándose.
Y pocas cosas hay con más capacidad para desequilibrar una vida que una empresa. Esto es así, y lo sabes bien, mi querido emprendedor.
Lo sabes, por ejemplo, cuando los políticos hablan de «conciliar la vida personal con la profesional» pero nunca incluyen en ese plan a los autónomos y empresarios.
El emprendedor se tiene que buscar la vida solo.
Es el olvidado. El apestado. El outsider que sostiene la economía de un país creando empleo y pagando pingües impuestos.
No hay propuestas para autónomos. Que se jodan. Capitalistas de mierda.
El emprendedor se tiene que apañar solo.
Y casi que mejor así. Prefiero buscarme yo la vida a que me la busque el político de turno que no ha creado un puesto de trabajo o un servicio o producto en su puta vida.
UN CASO REAL.
Mira, hace unos meses me contrató un empresario para ayudarle a optimizar recursos y a organizarse mejor. En la primera sesión ya se echó a llorar. Literalmente.
«No me he dado cuenta y ahora mi hijo mayor ya tiene 16 años y apenas para por casa. No lo he disfrutado nada. Me he matado a trabajar por mi familia y ahora me arrepiento de todo lo que me he perdido», me decía.
Dime tú si esto no es un drama.
«Tendría que haberme hecho funcionario», concluyó.
¿Y sabes qué? Que tenía razón.
Para lo que su empresa exigía de sí mismo lo mejor habría sido cerrarla y sacarse una oposición.
Mi posición es clara: el emprendimiento sólo vale la pena por dos cosas:
El techo de crecimiento es mayor que como asalariado o funcionario.
La libertad.
Y el punto 2 es más importante que el punto 1.
TECHO Y LIBERTAD.
Me explico.
Como asalariado o funcionario no se tarda mucho en averiguar dónde está el techo máximo al que uno aspira. Yo mismo, cuando entré en la policía local, pregunté cuánto era lo máximo que podría llegar a ganar ahí. Me dijeron (hace 20 años, eso sí), que unos 3000 euros. El sueldo medio de un policía local era entonces de unos 1500 o 1600 euros. Vamos, que el techo no estaba muy lejos de las condiciones iniciales.
Y luego está la libertad. Yo, como policía local, ya sabía que iba a tener que hacer mis turnos con las horas establecidas para siempre. No había nada que yo pudiese hacer en cuanto a méritos para, por ejemplo, llegar a trabajar 3 o 4 días a la semana 3 o 4 horas.
Como emprendedor, si haces las cosas muy bien, puedes llegar a ganar mucho más que en tus inicios y puedes llegar a trabajar muchísimo menos que cuando empiezas.
Y esa es, para mí, la gracia de hacerse emprendedor. Así que, si no tienes esto ¿qué sentido tiene ser emprendedor?
LO MÁS IMPORTANTE.
No hay nada más importante que tu vida personal.
Tu vida profesional sólo tiene que ser un catalizador, un potenciador de tu vida personal.
Trabajas para que tu vida sea mejor, para que te dé cosas y NO para que te las arrebate. PUNTO.
Así que, todo esfuerzo profesional que hagas, debe tener como primer y único beneficiario tu VIDA PERSONAL, lo que pasa FUERA del trabajo.
Habrá momentos para remar más, claro que sí, pero sólo deben existir para pronto remar menos… o remar mejor para no tener que remar tanto.
¿El equilibro? El equilibrio es esto: VIDA PERSONAL ANTES QUE LA VIDA PROFESIONAL. SIEMPRE.