El fuerte aguanta cuando tiene que aguantar.
El fuerte se rinde cuando se tiene que rendir.
No se da cabezazos contra un muro de hormigón.
Tampoco le gira la cara a cualquier rayo de sol.
Conoce los tiempos y el terreno.
Escoge sus batallas. Y las lucha como nadie.
Pero jamás pelea lo que está perdido.
Sabe que la vida es larga y corta al mismo tiempo.
Larga como para ser paciente con lo que merece la pena.
Corta como para ser paciente con lo que no merece la pena.
FUERZA Y PAZ.