Recuerdo cómo esos dolores que me iban a matar… murieron antes que yo.
Y me dejaron con vida. Como de repente.
Un día pensé, como pienso hoy: «Joder, es verdad que todo pasa. Todo se hace viejo y muere. El dolor también».
Las heridas cicatrizan poco a poco pero dejan de sangrar de un día para el otro.
La receta es: paciencia y dejar de hurgarse la puta herida, coño.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.