Miro al cielo, ahora mismo, y no puedo evitar pensar lo de siempre: «qué bello es».
Y da igual a la hora que lo mires. Siempre es bello. De noche, de día, con nubes o sin ellas. Siempre es bello.
Es una de las obras de arte de Dios para sus criaturas.
Por eso lo buscamos cuando nos angustiamos, cuando no podemos más miramos arriba. Miramos al cielo porque nos alivia.
Porque está hecho para nosotros, y porque sabemos, de una forma u otra, que lleva su firma.
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FUERZA Y PAZ.