Solo me arrepiento de las veces que no actué con bondad.
Y las recuerdo todas. Sospecho que nunca podré olvidarlas.
Y quizá sea mejor así.
Pues es el dolor de la maldad puede empujarte lejos de ella.
Y acercarte a la bondad.
Desarrolla un asco profundo hacia la maldad.
Es uno de los mejores favores que puedes hacerte a ti y a la humanidad.