17 de Octubre, 2018.
No comprendo la mayor parte del tiempo al ser humano. Sobre todo en redes sociales. Hay quien se transforma en un monstruo cuando coge un coche, hoy en día la mayoría lo hacen cuando participan en redes sociales. Ahí mantienen actitudes que jamás en su vida se atreverían a tener en la vida real. Es un nido de cobardes y frustrados envidiosos.
Si yo veo un vídeo en youtube que no me gusta salgo y no veo más de dicho canal. Haz lo que quieras pero liarse a dar dislikes y dejar comentarios faltones porque sí me parece una gilipollez y una inversión de tiempo digna de un anormal en potencia. Para otras cosas siempre se puede denunciar personalmente el vídeo, si tan bueno eres.
No me gustan las redes sociales. Pero participo de ellas precisamente por eso. Como dijo Alejandro Jodorowsky en una entrevista en televisión: «no se puede cambiar al mundo pero se puede empezar a cambiarlo. Por ejemplo, mi principal enemigo es la televisión, yo jamás iría a un programa de televisión como este, sin embargo estoy, porque tengo que colaborar a que mejore».
No comprendo qué hostias hace la gente en redes sociales si no es para colaborar a que mejoren. ¿Colaborar para empeorarlas? ¿Tiene eso un puto sentido? No es que nos estemos volviendo locos, es que ya lo estamos, por conductas así de esquizoides ya no disimuladas y normalizadas por la masa. ¿Está jodido eh?
Los perfiles de twitter más famosos son aquellos, anónimos por norma, que no paran de dar leches a diestro y siniestro. Los «enfurecidos» y «cabreados» que dejan al personal más enfurecidos y cabreados los unos con otros. Pues cojonudo.
Yo, Joan Gallardo, que tenéis mi teléfono y dirección en la red por si acaso, seguiré… aunque lo deteste y no quiera. Porque no hacerlo sería aceptarlo y normalizarlo. Y no me sale de las pelotas, aunque solo no vaya a conseguir nada.
PAZ JODER, PAZ.