Diario de Joan Gallardo, Entrada #2 – Urgencias, Smartphones y lo Normal.

9 de julio 2018.

El lunes que desintegra el fin de semana llega. Se carga de cierta normalidad. Todo se parece al último lunes y no sé si eso reconforta o no. Aunque volver a casa te haga sentir bien siempre estás cambiando macetas y muebles de sitio, ¿verdad?

Pasamos medio domingo en el hospital con mi hija pequeña. Creo que he estado en tugurios menos ruidosos que la zona de urgencias. Todo lleno de carteles de «prohibido usar el móvil» y otros de «guarden silencio». Y una polla. Todo Dios teléfono en mano y unas tertulias de patio de luces que me provocan ganas de salir huyendo por la ventana. Pero en los hospitales no hay ventanas, y no estaría mal que las hubiera. No me digáis que las hay, porque una ventana que no puede abrirse es como una cerveza olvidada dentro del coche un mediodía de julio: no es una cerveza.

Estoy en el pasillo de urgencias y tengo a una chavala al lado de unos 17 años bebiéndose una coca-cola zero mientras consulta Tinder (lo sé porque se lo dice a su padre que se sienta a su lado, obviamente en voz alta) y a unos metros un tipo está tumbado en una camilla con una mascarilla de oxígeno mientras mira vídeos de youtube, sin auriculares, claro. No sé qué está pasando. En general.

Alguno me dirá que es normal, como si para que algo sea normal sólo fuera necesario que se dé un determinado número de veces en otro determinado número de tiempo. Imagino que si me pongo a mear las veces suficientes en un tiempo concreto (digamos cada 3 horas al día durante 3 meses) delante de mi lugar de trabajo a todos os parecerá normal ver a Joan Gallardo mear en la pared de su gimnasio.

Parece que perdemos moral hasta para decidir y decir qué nos parece normal y qué no.

Miro a mi hija y me gustaría poder curarla yo. No soporto la idea de no poder hacerlo. De necesitar a alguien más. De corazón os digo que espero que no herede eso de mí.

Le prometo que cuando esté bien haremos una de nuestras citas. Donde básicamente ella decide en qué se invierte el siguiente minuto de nuestras vidas. Sólo pienso en cumplir otra promesa. Nunca rompáis una promesa a vuestros hijos. Al diablo los demás, pero mantened vuestra palabra con los niños. Cuanto más tarde se enteren de lo mentirosos que son los adultos mejor. No les falléis.

Puede que crezcan rectos y fuertes algún día. Y así no beban coca-cola mientras buscan su próxima cita en Tinder, envueltos de enfermos en el pasillo de urgencias del hospital.

Ya es suficiente por hoy.

Joan Gallardo.

Imprimir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies