Diálogo con un antiguo compañero de instituto sobre la velocidad de la vida:
—Hostias, Joan, hace ya 25 años que fuimos juntos a clase.
—Sí, no podíamos imaginar que se aceleraría tanto, ¿verdad?
—No… ¿Crees que lo que queda pasará igual de rápido?
—Seguramente más.
—¿Por qué crees que es así?
—Bueno, hacemos más cosas. La vida del ocupado dura menos, aunque viva más.
—Ya… ¿Demasiadas responsabilidades?
—Puede ser. Y también demasiado miedo a no haber estrujado y aprovechado la vida. Eso nos lleva a estar siempre corriendo de aquí para allá consiguiendo esto y aquello…
—Sí… ¿Qué podemos hacer entonces para bajarle una velocidad a la vida, Joan?
—Hacer menos.
—¿Es todo?
—Ambicionar menos. Buscar una felicidad que pueda ser humilde.
—Me gusta como suena eso…
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