Conversación con un amigo sobre el pasado y el futuro.
—Joan, ¿tú de niño creías que acabarías así hoy?
—¿De niño? ¡Ni a los 25 lo hubiese dicho!
—¿En serio?
—Tal cual.
—¿Y qué te parece?
—Pues que no vale la pena hacer predicciones…
—¿Crees que no puedes saber dónde estarás a los 50?
—Absolutamente.
—¿Y cómo te hace sentir eso?
—Humilde… y a la vez relajado.
—¿Relajado?¿Por qué?
—Porque tengo la impresión de que si te esfuerzas pero no fuerzas, terminas llegando al lugar que te corresponde, que siempre acaba siendo mejor que el que tú tenías planeado.
—Eso suena muy bien, Joan…