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Creería en Dios pero en el fondo no creo en él porque… no me gusta cuando dice esto y hace eso otro.

«Creería en Dios pero en el fondo no creo en él porque… no me gusta cuando dice esto y hace eso otro».

He escuchado tal cosa muchas veces.

A lo que yo suelo contestar lo siguiente: «Tus gustos o preferencias no hacen que Dios exista o no. A mí tampoco me gusta cuando mi dentista me taladra alguna muela pero ella sabe más que yo entonces… simplemente confío en ella y voy».

Y otra cosa importante: la distancia entre su mente y la nuestra es simplemente sideral. No podemos ni concebirlo. Imagina a un niño de 3 años discutiendo sobre lo que está bien o mal con su padre, ¿tiene algún sentido? Es evidente que su padre sabe más por la diferencia de magnitud entre su mente y la de su hijo. Pues bien, la diferencia entre nuestra mente y la Dios es infinitamente mayor que la diferencia entre la mente de un bebé y la de su padre.

Teniendo esto claro, a mí sólo me sale del corazón decir una cosa cuando veo que pasan cosas que no me gustan: Dios sabrá, sin duda, más y mejor que yo.

31/1000

FUERZA Y PAZ.


Publicado enEl Blog de Joan.

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