Conversación real con un cliente. Sobre cuando «odias» tu trabajo:
—Joan, odio mi puto trabajo.
—Hostias, odio es una palabra muy fuerte. ¿En serio lo odias?
—Bueno, que no me gusta. No me gusta ir a trabajar ahí.
—Bien, busca otro trabajo.
—No está la cosa como para dejar un puesto de trabajo…
—No te he pedido que dejes nada. Aún. Te he pedido que te busques otro.
—¿Mientras sigo trabajando?
—Claro.
—No sé hacer gran cosa tampoco…
—Pues empieza a formarte para un trabajo que te gustaría hacer. Que el trabajo que tanto odias sea tu mecenas.
—No se me ocurre nada.
—¿Qué te haría ilusión hacer?
—No sé…
—Ya veo…dime una cosa. ¿En tu trabajo hay empleados a los que les gusta su trabajo?
—Sí.
—¿Te tratan mal en el trabajo?
—No.
—¿Te pagan mal?
—Normal, no sé, bien supongo.
—¿Qué haces cuando no trabajas?
—No sé, nada especial.
—Mira tío…hay que descubrir si tu trabajo es EL PROBLEMA o sólo un SÍNTOMA de otro problema mayor. Porque…¿cómo de mejor tendría que ser el otro trabajo para que realmente pudieras quitarte esa cara de amargado que llevas encima de los hombros? Si tu trabajo realmente es EL PROBLEMA harás lo que haga falta (y te sobrarán ideas) para dejarlo.
—Ya…
—No he terminado…pero si el trabajo no es EL PROBLEMA sino un SÍNTOMA de otro mayor, lo acabarás dejando para seguir estando amargado en otra profesión o empleo. Descubre la verdad de tu situación. Llama a las cosas por su nombre. No tenemos balas ilimitadas. Hay que encontrar el objetivo antes de apuntar si no quieres verte pegando tiros al aire el resto de tu vida mientras ves cómo ésta se te escapa poco a poco… Medítalo de nuevo y llámame mañana. Vamos.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.