Conversaciones #2: Corazón Roto. Parte I.

Un corazón roto transforma un rostro. Yo le llamo la cara del corazón en pedazos.

Se distingue perfectamente. Un cruce de cara de cansancio, de mal dormir o de no dormir en absoluto, ojos rojizos, mirada perdida, cabeza gacha, voz baja y cabellos descuidados. Quien no haya portado esa cara alguna vez simplemente nació sin corazón. Por eso nunca se le rompió.

David entró con esa cara en el despacho. Hacía semanas que me contaba que algo no iba bien y tenía miedo. No quería que su mujer lo abandonara. Se lo temía, sabiendo inconscientemente que sentir y vivir de hecho el miedo es el primer paso para verlo convertido en realidad.

Dicho y hecho. «Ayer se fue», dijo sin dejar de mirar el suelo.

Sabía que no fue una ruptura desencadenada por suceso alguno, ni infidelidades, ni discusiones ni nada por el estilo. Quizás sea una de las mejores peores formas de terminar: por abandono. Sin apenas ruido. Sin guitarras rotas en el escenario ni peinetas al público mientras te marchas como sólo una estrella del rock sabe hacer.

David se sentía sin respuestas. Pronto supe que no es que no tuviera las respuestas, sino que no tenía las que él quería. En las rupturas demasiadas veces pedimos explicaciones para poder trazar un plan de batalla que nos deje recuperar el territorio perdido. Pero lo mejor es siempre aceptar el color principal del lienzo. «No te han abandonado a ti, ella sólo ha abandonado la relación».

David repitió varias veces en menos de 10 minutos que ella era la mujer de su vida. En presente del indicativo.

Cinco minutos después su rabia y dolor aparecieron y ya hablaba sobre «lo cruel que es» y que «no se merecía esa puñalada».

CONTINUARÁ… 

(NO TE PIERDAS LA SEGUNDA PARTE)

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3 comentarios en «Conversaciones #2: Corazón Roto. Parte I.»

  1. Los únicos que rompemos corazones somos nosotros mismos. A mí no hace ni una semana que me ha pasado algo calcado a lo que comentas y en este corto espacio de tiempo he llegado a esa conclusión, por ahora.

    El dolor no existe, como tal, es algo que nosotros generamos, es un sentimiento sí, pero bajo mi punto de vista distinto al amor que es como puro, que viene de fuera, el dolor es más como algo propio al ser, que sale de dentro y que tiene que ver mucho con nuestros pensamientos…

    Si somos capaces de sustituir el dolor y el miedo (su fiel escudero) por otros como ilusión, perdón, no rencor,amor propio y ajeno, pasión, desear e bien… todo es mucho más fácil.

    Controlemos lo que pensamos, analicemos lo que sentimos y actuemos en consecuencia con el fin de sentirnos mejor.

    Como dijo Descartes, si no me equivoco: «Mi vida estuvo llena de desgracias, la mayor parte de las cuales nunca sucedieron»

    Gracias Joan por TODO,

    Un abrazo a TODOS.

    1. Así es, detenerse un momento y utilizar el pensamiento cuando toca y como toca es vital. Perdonar es la clave. El dolor debe ser el justo, sin insensibilizarnos pero sin martirizarnos. Gracias a ti por comentar y leer! Por cierto: Adoro Hüsker Dü. 😉

  2. JAJAJA, que bueno Joan!!! HüskerDü molan mil!!! Te hacia por tío inteligente, pero no tanto y con tan buen gusto ;·P .

    Gracias a tí por todo, de corazón tío. Todas tus publicaciones me han ayudado y siguen ayudando en estos momentos de cambio/transición/descubrimiento de mí vida y de mi persona, en busca de ese estado que llamamos felicidad.

    Un abrazako!!!

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